miércoles, 6 de julio de 2022

John Updike / El dios cruel y compasivo de la clase media



John Updike

El dios cruel y compasivo de la clase media

El gran escritor estadounidense narra en 'Cásate conmigo', novela de 1977 que se reedita ahora en castellano, el adulterio de dos personajes a los que comprende, perdona y condena al mismo tiempo


CARLOS ZANÓN
27 FEB 2020 - 18:12 COT

John Updike, visto por Sciammarella.
John Updike, visto por Sciammarella.

Todo un misterio cómo se comportará la posteridad con John Updike (Reading, Pensilvania, 1932 - Beverly Farms, Massachusetts, 2009), pero la cosa no está para apostar a su favor. Si estuviera vivo, es más que probable que muchos intentasen exhibir en sus muros y paredes su cabeza de rinoceronte blanco. No ocurrió, a pesar de que, en sus últimos años de vida, la veda sobre él ya se había abierto. La corrección política le acusó de casi cualquier cosa, optando por ningunear cada nueva entrega suya antes que destrozarlo, porque aún se le respetaban tanto su prestigio como su tesón competitivo. Novelas como La belleza de los lirios (1996), Gertrudis y Claudio (2000) o recopilaciones de cuentos como Lo que queda por vivir (1994) demostraron merecerse ese respeto.
Estamos refiriéndonos a una de las cimas del Himalaya de la edad de oro de la novela norteamericana del siglo XX junto con Norman Mailer, Philip Roth o Saul Bellow. Un trozo de los sesenta y setenta le pertenece si se tiene en cuenta que, además de esos compañeros de viaje, Updike coincidió con John Cheever, Carson McCullers, Truman Capote, Flannery O’Connor, Ralph Ellison o Joyce Carol Oates. Supo crearse entre aquellos agujeros negros y supernovas un territorio propio, la clase media blanca norteamericana que controlaba mejor el alcohol que el adulterio, con el botón rojo de la pastilla anticonceptiva en la mesilla de noche. Updike, que empezó queriendo ser artista gráfico, luchó y consiguió ser lo que él creía que necesitaba la narrativa estadounidense de su tiempo: un escritor tan grande como popular. Algo como Mickey Mouse, Elvis Presley o la televisión. Dibujó con trazo claro, arquitectónico y minucioso los barrios, las casas residenciales, las habitaciones, los aseos y dormitorios, divorcios, disputas y armisticios, el romance, el sexo y la deslealtad de sus conciudadanos en un estilo tan despiadado como hermoso. Te clavaba el escalpelo con un corte limpio que te eximía tanto de la épica como de los últimos sacramentos. Sus libros son narcisistas, y el tiempo transcurrido empuja su perfeccionismo, en demasiadas ocasiones, hacia lo esnob, pero su lectura sigue revelando algo prodigioso. Parecen ser libros escritos por un dios que comprende sin juzgar ni intervenir. Nos hace vernos como seres pequeños y corrientes, pero no estúpidos ni banales, corriendo hacia la muerte, que tratamos de evitar anclándonos en la eternidad del instante perfecto al precio —hijos, ruina, muertes— que sea.
John Updike

Todo eso está en el rescate que hace Gatopardo Ediciones de Cásate conmigo, novela editada en 1977 que en España publicaría la extinta editorial Noguer, con un mismo traductor, pero distinta traducción. En ella, Updike regresa de nuevo a su territorio favorito: los problemas conyugales de la clase media norteamericana, después de su best seller, Parejas (1968), y en medio de su portentosa serie con el personaje de Harry Conejo Angstrom (una tetralogía y un libro de cierre post mortem de Harry, que será lo que hará que se siga leyendo a Updike y aquí sí que caben apuestas).
La acción se sitúa en 1962, en Greenwood, en las afueras de Connecticut. Sueño americano adulto: playas, cenas, niños, cócteles al atardecer, juegos de guerra de sexos, dormitorios propios y ajenos. Jerry y Sally inician una relación extramatrimonial que desean que desemboque en sus respectivos divorcios y una nueva boda. Desconocen que sus respectivas parejas también están teniendo su propia aventura. En cinco capítulos, John Updike distribuye juego. Las cartas están marcadas y varían de valor según las conversaciones, los personajes, el tempo dado en las cinco partes en la que se divide la novela. La culpa derivada de la aparente posibilidad de elegir, el templo religioso que al adulterio le tienta destruir para erigir uno nuevo, ya pagano, a la mayor gloria de no seguir muerto en vida. Todo esto está en esta novela, con el estilo de siempre, esa tercera persona que no es sino una primera tramposa, y lo impúdico de una mirada humana, profunda, escatológica, tan cruel como compasiva: comprende, perdona y condena al mismo tiempo.
En su trayectoria, Cásate conmigo es un trabajo artesanal, impecable, sí, que funciona como un reloj, pero sin aliento mayúsculo. Pero eso no desmerece nada en el caso de Updike, porque un poco suyo es casi demasiado para muchos otros. Y además, como en casi todos sus libros, sean novelas o cuentos, hay alguna escena que acabarás llevándote contigo. Como, por ejemplo, esa en la que Jerry y Sally, que han vivido un día idílico en unas playas a tiro de avión, unas horas que les han reafirmado en su decisión de romper sus respectivos matrimonios y estar juntos, llegan al aeropuerto para volver a casa y una tormenta hace prever que el vuelo de regreso se retrasará. Eso acarreará que la realidad doméstica, el perro hasta entonces dócil y amaestrado les morderá la mano. La burbuja de la fantasía adúltera estalla por un avión con retraso. Finalmente, el mago les salva para condenarles: volarán a tiempo, las coartadas de cada uno funcionarán y se salva el match ball. Pero, sin embargo, la luz ha cambiado y han visto, se han visto, y lo mismo ya no es lo de siempre. Lo suyo, dure ya lo que dure, terminó. Como en esas miradas de algunas películas de Antonioni que lo dicen todo y es amargo y final.

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