martes, 28 de enero de 2020

Artur Lundkvist / Viajes del sueño y la fantasía / Fragmentos





Artur Lundvist 

Biografía

VIAJES DEL SUEÑO Y LA FANTASÍA 


Fragmentos

Sé que estoy viajando todo el tiempo, posiblemente sin interrupciones, también sin temblores ni ruidos, insonora y blandamente, y entonces ya no yazgo en mi cama sino que salgo al mundo donde todo está despierto, bañado en sol, confortante, y estoy ahí claramente como un visitante, y estoy bastante relajado, debe ser un viaje en sueños el que he emprendido, definitivamente un viaje en sueños donde todo es real pero donde todos mis deseos son satisfechos sin siquiera tener yo que pedirlo, precisamente el modo en que todos los viajes deberían ser, pero tal vez uno tiene que estar muerto en orden de viajar de esa manera, dicho sea de paso, cómo puedo saber que no estoy muerto, aun cuando no tengo ninguna sensación de estar muerto, y es como si descansara en una zona media sin sentir ni calor ni frío ni hambre ni ninguna necesidad humana.




Ningún viento, ni siquiera el más leve, completa quietud y
silencio, y sin embargo estoy viajando o tengo una definitiva sensación de viajar, pero cómo puede suceder sin un solo sonido y sensación de movimiento, puedo viajar inmóvil o deslizarme hacia adelante sin la menor resistencia desde la tierra o el aire, puede ser que el tiempo se haya detenido o que la velocidad ya no tenga sentido, que he alcanzado el cruce de caminos más allá del movimiento y de la quietud...sin embargo estoy aquí, puedo sentir mi cuerpo y percibir mi respiración, es una nada que es definitiva, pero sin viento o aire o sonido de ninguna clase, como si todo menos mi propio ser hubiese cesado de existir, me asombra de algún modo, pero en realidad no importa, para qué necesitaría viento y sonido, aquello que existe existe de todas maneras, y yo debo ser el que lo percibe, y eso es sin duda suficiente para hacerme estar vivo y capaz de percepción, no sé qué tiempo ha pasado, pero ahora comienzo a oír algo, al principio vagamente, después con creciente fuerza, y pronto, puedo reconocer un canto distante de mujeres, como un coro como en una iglesia pero oído desde una distancia, el canto se alza y cae rítmicamente, con diferentes voces combinándose, más claras y más oscuras, en realidad no es hermoso, pero aún así genera una impresión por su inherente certidumbre y potencia, sí, el canto sustenta el testimonio de una convicción que conquista el silencio y la nada, como si viajase por su propia fuerza y conquistando cualquier resistencia,
siento que otra vez estoy viajando, que la inmovilidad y el
silencio ya no reinan, pero no sé qué están cantando las
mujeres o lo que el canto significa, está simplemente ahí,
llenando la habitación que era sólo silencio y vacío.




Debo de estar en una nave, mar afuera, una multitud de
aves están volando muy cerca, puedo ver claramente las
marcas sobre sus alas y el color de sus ojos como perlas
de blanco, marrón, rojo, y negro, están volando calladamente cerca una de otra, manteniéndose juntas como una
bandada de pájaros migratorios, es como si estuviesen todas atadas entre sí por un hilo invisible





Otra vez los pájaros pasan volando, vienen en oleadas cercanas con escasas pausas entre ellas, algunos son rayados
como cebras en blanco y negro, no particularmente hermosos, pero fáciles de distinguir a la distancia, como las barras blancas y negras que bloquean un camino, algunas tienen manchas de rojo, como arbustos cubiertos de rosas, innecesariamente decorados para volar simplemente sobre el mar vacío, algunos son enteramente blancos con
manchas amarillas sobre sus pechos, como si un sol estuviese brillando en su interior, sin embargo otro pájaros están
pintados en un estilo cubista, con filosos ángulos y curvas,
brillantemente coloreados con rojo contra azul y amarillo
contra verde, como si estuviesen camuflados para vivir en
la selva, pájaros que casi nunca podrías ver en otras circunstancias pero que evidentemente existen en varias partes del mundo, donde los ojos del hombre raramente alcanzan.




El silencio es como una fina telaraña contra mi cara, no
puedo borrármela, está simplemente ahí sin ser tangiblemente real, no aletea como una hoja en la brisa, ni está del todo inmóvil, se siente como la impresión de un viento que ya se ha calmado, es apenas el comienzo del tramado y no traiciona un diseño, es la más insignificante materia, y sin embargo se da a conocer.





Es un río con agua muy delgada y el fondo es liso como
un camino pavimentado, casi como una autopista, pero
todavía es un río y los caballos tiran de mí, están trotando
con un ligero resonar de pezuñas y el carruaje rueda a través de la fina agua con un lánguido silbido, sin ladearse en
absoluto, como si rodáramos sobre insonoras ruedas de go-
ma, ni se hamaca para nada, sino que el pavimento parece
absolutamente suave, es una manera confortable de viajar, muy superior a la de autos y trenes, uno está más cerca de la vista y nada perturba la paz de la naturaleza, la quietud y el silencio del paisaje, todo está inmóvil como en un cuadro, excepto que va pasando a un paso uniforme, los pájaros no se asustan por nuestro paso, como si no pudiesen ni vernos ni oírnos, vuelan tan cerca que uno puede sentir batir sus alas al lado, los alrededores apenas cambian, hay campos y praderas pero no casas, un limpio y bien atendido paisaje pero aparentemente sin habitantes, ni hay ganado ni otros animales, la tarde y la noche llegan sin un atardecer, ni tampoco cae la oscuridad, sino que una luz opalina brilla dondequiera, no se pueden ver estrellas, nada sino un cielo pálido, parece improbable que hayamos de arribar pronto a un lugar habitado, este calmo y vacío paisaje sin gente parece
interminable, pero esto no me pone ni impaciente ni ansioso, lo acepto sin cuestionar, estar sin distancia en el tiempo y
en el espacio, meramente siendo algo que existe por su pro-
pio derecho, sin un destino que alcanzar, sin insignificantes problemas y circunstancias, sin necesidad humana alguna que atender.


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