lunes, 30 de mayo de 2022

El Pacto de La Picota con la P de Petro






El Pacto de La Picota con la P de Petro

La reunión del petrismo con varios de los criminales más peligrosos de Colombia demuestra que ya vendieron su alma al diablo y están dispuestos a entregar el país a los delincuentes con tal de llegar al poder.

Luis Felipe Heano
19 de abril de 2022


La segunda vuelta de las elecciones presidenciales del año 2018 tuvo una diferencia bastante marcada. Iván Duque obtuvo 10’398.689 votos y Gustavo Petro 8’040.449. El candidato del Centro Democrático obtuvo una ventaja de 2’350.000 votos, es decir, un número de personas mayor que los habitantes de la ciudad de Cali. Adicionalmente, esas elecciones tuvieron un ingrediente especial, pues Petro obtuvo muchos votos de personas que temían que Duque hiciera trizas el Acuerdo de Paz. Para las próximas elecciones, sin el factor de la paz, Petro tiene que conseguir por lo menos tres millones de votos para poder ganar la Presidencia y está dispuesto a hacer pactos hasta con el diablo para conseguirlo.

Lo primero que hizo fue sumar maquinaria a su equipo. Políticos muy controvertidos se unieron al petrismo, ante la atónita mirada de quienes todavía pensaban que Petro rechazaba la política tradicional. Su cálculo es sencillo: no condenar de forma contundente a estructuras criminales, ser benevolente y financiador de terroristas de la primera línea, aliado político de extraditables y copartidario de estructuras delictivas como el Eln.

El Pacto de La Picota se venía cocinando desde diciembre y lo firmó su hermano, quien se reunió con lo más selecto de la delincuencia en Colombia: Iván Moreno (condenado a 14 años de prisión por participar en el escándalo más grande de corrupción en la historia de Bogotá), el Gordo García (condenado como autor mediato de masacres) y Marquitos Figueroa (narcotraficante, contrabandista y jefe de bandas criminales). No estamos hablando de cualquier delincuente, sino de símbolos de las tres tragedias más grandes que ha tenido Colombia: la corrupción, el narcotráfico y el paramilitarismo.

EL ESPECTADOR



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