domingo, 13 de noviembre de 2016

Jonathan Littell / “Me dan más miedo Estados Unidos y Europa que África”



Jonathan Littell

“Me dan más miedo Estados Unidos y Europa que África”

El autor de ‘Las benévolas’ salta al cine y dirige ‘Wrong Elements’, la historia de cuatro antiguos niños soldados de Uganda


Raúl Limón
Sevilla, 13 de noviembre de 2016


"Me da más miedo Estados Unidos, sobre todo, y Europa que África”. Es la reflexión del escritor francoamericano Jonathan Littell (Nueva York, 1967) tras conocer que su país de origen ha elegido a Donald Trump como presidente. Littell presentó en el recién concluido Festival de Cine Europeo de Sevilla su primera película, Wrong Elements, en la que recorre con cuatro jóvenes, antiguos niños de la guerra de Uganda, los lugares donde fueron “abducidos” y sumergidos en un mundo de violencia inimaginable, en nombre de Dios, por la guerrilla del Ejército de Resistencia del Señor.

Para estos “juegos de la memoria”, el autor de Las benévolas, la novela protagonizada por un alto mando de las SS con la que consiguió el premio Goncourt en 2006, ha recurrido por primera vez al cine, con el que ha intentado retratar cuatro experiencias vitales de supervivencia. Su conclusión es optimista, “esperanzadora”, aunque la obra deje un regusto agridulce ante la condición humana.

“África tiene más futuro que Europa. La población es más dinámica y tiene más energía para afrontar la vida. Luchan, pero en la buena dirección”, afirma tras su paso por Uganda, donde pudo proyectar su filme en Kampala, pero no en el norte para proteger a Geofrey, uno de los protagonistas, al que han intentado matar. “La venganza sigue viva en muchas partes”, advierte el autor.
Con Wrong Elements, Littell regresa a un escenario bélico —ha escrito sobre el conflicto de Chechenia— y concluye que, “desde el punto de vista antropológico, todas las guerras se parecen, aunque cada una tiene sus especificidades”. En esta ocasión, aborda el enfrentamiento a partir de las huellas que ha dejado en los cuatro jóvenes sin casi intervenir, con un afán de investigador, documentalista y periodista. Ellos relatan las torturas, asesinatos y violaciones en los lugares donde sufrieron los efectos de un conflicto que va más allá de África y que se puede extrapolar a cualquier niño crecido bajo un régimen de violencia.







El autor se enfrentó a la película sin prejuicios: “No presupongo finales; solo hago preguntas”. Y con esas premisas se entrega a planos cortos para huir de las postales kitsch de lo que denomina el modelo National Geographic y a un laborioso trabajo de investigación, documentación y posproducción, especialmente en el sonido.
Littell, quien ya había escrito artículos sobre Uganda, consideró que merecía la pena el asunto y analizó las técnicas de Claude Lanzmann, el realizador francés de Shoah, el magno documental sobre el Holocausto, para conseguir “evocar la memoria a través de los gestos y la emoción”, para “ir más allá de la expresión hablada y de los testimonios”. Esta parte ha resultado fundamental tanto al enfocar el trabajo cinematográfico del novelista desde el punto de vista de la memoria como al reflejar una violencia para la que no existen palabras.
También revisó S-21, la máquina de matar de los jemeres rojos, el documental sobre el centro de detención, tortura y extermino del régimen genocida camboyano (1975-1979) y The Act of Killing, el documental en el que Joshua Oppenheimer narra las matanzas de mediados de los sesenta en Indonesia.
Los protagonistas de Wrong Elements fueron escogidos tras un arduo trabajo de selección. Buscaba personajes masculinos y femeninos, de la ciudad y de un entorno rural, así como procedentes de la sociedad civil y del ejército. “Grabamos a muchos que al final no están en la película. Queríamos a personas dispuestas a llegar hasta el final, que nos enseñaran cómo y dónde ocurrió todo. Es más que una reconstrucción, hacerles volver al pasado”, detalla. Littell los dejó hablar, discutir e incluso volver a sonreír.







"Todas las guerras se parecen, aunque cada una tiene sus especificidades"

La película, que su director concibió como algo “empírico”, ha satisfecho a Littell, quien se ha quedado con ganas de rodar más, “pero el cine es cuestión de dinero”.
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