sábado, 23 de diciembre de 2023

Stephen King / Salem’s Lot / Reseña

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Y si arrancamos en su día, como no podía ser de otra manera, con Carrie (1974), está claro cuál es la continuación: Salem’s Lot (1975), conocida por aquí durante muchos años como La hora del vampiro, más tarde como El misterio de Salem’s Lot y que ha disfrutado de un par de adaptaciones televisivas, una de ellas justamente mítica, a cargo de Tobe Hooper en 1979, que marcó a toda una generación de imberbes telespectadores españoles. Para muchos lectores y fans de Stephen King, Salem’s Lot es el punto más alto de la producción del autor, y eso es lo que nos disponemos a dilucidar NOEL CEBALLOS, MARIANO HORTAL y JOHN TONES: ¿por qué es tan grande Salem’s Lot y a qué se debe su aura mítica? ¿Es para tanto? Que hablen.


JOHN TONES (JT): Vamos con Salem’s Lot, una novela de la que me temo que nos dejaremos muchas, muchas cosas en el tintero, tal es la complejidad y (¿me atreveré a decirlo ya tan pronto?) madurez del autor en la que es solo su segunda novela (aunque ya venía fogueado de cuentos en abundancia, un par de ellos inspiraron la trama de Salem’s Lot y hablaremos de ellos cuando lleguemos a El umbral de la noche –1978-). Supongo que un sitio tan bueno para empezar como cualquier otro es el lugar: Salem’s Lot no solo da título a la novela, sino que es, como tantas veces vamos a ver en el futuro en los libros de King, un personaje más, una comunidad que está viva y palpita y que gracias a un plantel enorme de secundarios, tiene su propio ritmo y personalidad. Encuentro muy interesante que King la defina a base de una serie de emplazamientos clave muy definitorios (los pantanos, el cementerio de coches, la casa de los Marsten y cada uno de los domicilios) y que emplee la descripción detallada de un día completo y típico de Salem’s Lot para explicar su cotidianeidad y rutinas al lector sin pecar de expositivo.

NOEL CEBALLOS (NC): Este fue el primer libro de Stephen King que me leí, y la primera novela que decidí abrir sin que nadie en mi colegio o mi familia me obligara. O sea, que suscribo lo de que nos vamos a dejar cosas en el tintero, porque para mí Salem’s Lot es muy especial. Ese día en la vida (o vida en un día, más bien) del pueblo me dejó impactadísimo de pequeño, sobre todo por uno de los pasajes: la pareja de tortolitos del instituto que tuvieron un bebé muy jóvenes, se quedaron estancados en Jerusalem’s Lot (adiós a sus sueños de triunfo en la gran ciudad) y ahora viven en un infierno cotidiano. Esa chica golpeando a su bebé y después arrepintiéndose, y que ese pequeño gesto sirva para describir de forma tan descarnada y aplastante esas tres miserables vidas, me dejó absolutamente noqueado. Yo había ido a leer una historia de vampiros, y de repente me encontré con ese microrrelato perfecto, con esa pieza de alta literatura allí incrustada. No sabía que se podía hacer algo así. Años después, cuando releí la novela y la supe situar en su contexto histórico, me di cuenta de que todas esas vidas desesperadas de los vecinos reflejaban las ansiedades psicológicas de los Estados Unidos de la época, pero la primera vez me impactó sencillamente el trabajo de personajes: King solo necesita unas pinceladas para que ya sientas que conoces a cada habitante del pueblo. Y esa es, por supuesto, una de las razones por las que el terror posterior (que tarda mucho en llegar) funciona tan bien: los que mueren no son extras, sino partes fundamentales de un mismo ente viviente llamado Salem’s Lot.

MARIANO HORTAL (MH): La verdad es que desde su propio título el bueno de King nos adelantaba parte de lo que comentas, Noel: no en vano «Lot» significa «solar». El propio título es un presagio de aquello en lo que se iba a transformar un pueblo de no mucho más de 1300 habitantes. Lo fascinante es que según lo lee uno se da cuenta de que esa evolución destructiva ya estaba allí y que el fenómeno vampírico funciona como un acelerador. Yo creo que King ya empezaba a tener bien claro que el desarrollo de los personajes era esencial para dotar de verdadero terror a sus historias, para implicarnos aún más en una historia que iba más allá del fenómeno sobrenatural. ¿Qué mejor forma de hacerlo que mostrarnos el día a día de una comunidad que podría ser la nuestra y a partir de ahí lanzarse a desarrollar «lo vampírico»? Sin embargo, en vez de empezar de esta manera (luego la intercalará enmedio de la historia), era muy consciente de la necesidad de conseguir «engancharnos» desde el primer momento y me parece muy sutil su forma de presentarlo: una prolepsis en el prólogo que presenta una gran amenaza muy misteriosa de la que han conseguido escapar dos personajes de los que no sabemos nada aún  y que se sienten aterrorizados. Es imposible resistirse a la necesidad de seguir pasando páginas.

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JT: Es notable que King use esa técnica con tanto ojo y que sirve para desplegar nada más empezar, sobre el lector, ese manto de amenaza incierta y que es una de las características que luego el lector recuerda como más vívidas después de cerrar el volumen: la sensación de opresiva sobre todos los personajes y sobre el pueblo en su conjunto, a pesar de que el monstruo aparece realmente poco. Por eso (entre otras cosas) Salem’s Lot es tan grande, y es curioso teniendo en cuenta que su adscripción al género es casi casual: cuando su agente le preguntó a King qué tenía para él, King le ofreció las ideas de Carretera maldita (que luego publicaría como Richard Bachman en 1981) y Salem’s Lot (por entonces titulada Second Coming, título que se descartó por consejo de la mujer de King, por ser propio de un manual de sexologia). El agente le dijo a King que si escribía una de vampiros se le encasillaría definitivamente en el terror, y King respondió que mientras los cheques llegaran le daba igual. Aún no se había producido el bombazo de Carrie. Ah, LA VIDA.

Parece mentira que con una orientación al género tan aparentemente casual por parte de King la novela maneje los resortes del miedo con tanta habilidad. Su constante equilibrismo entre lo sugerido y lo mostrado es exquisita: hay muertes extremadamente carnales y de un erotismo hammeriano explícito, a veces se muestra el horror como en un tebeo de la EC (claramente una de las influencias visuales de King en este libro y que yo veo, por ejemplo, en la incursión del Ben niño en la mansión Marsten, sin duda la escena que más me aterrorizó cuando leí por primera vez el libro siendo adolescente). Y otras veces King emplea esa atmósfera amenazante suave y densa tan aterradora. La sutileza con las que combina ambos grados de explicitud es pasmosa.

NC: Me da la sensación de que King tomó el Drácula de Bram Stoker (1897) como ur-text, por así decirlo, pero también incluyó homenajes a revisiones más modernas. En cualquier caso, los pasajes más violentos o truculentos son los más realistas: es como si la prosa decimonónica de Stoker tocase tierra, se hiciese palpable en un contexto social y político regido por la paranoia, y eso la volviese tan horrible y descarnada como esa detalladísima muerte por escaleras al sótano retiradas. La casa de los Marsten (me encanta que se descrita como «un monumento a la maldad«) podría funcionar como esa tradición que estaba empezando a desintegrarse en la Norteamérica post-Vietnam y post-Watergate. Antes, hasta el Mal tenía una ética, una cierta elegancia. Es curioso que el punto en el que King se aparta de Stoker con más vehemencia sea la religión. No se trata solo de una especie de crítica meta-literaria al tan comentado puritanismo de Drácula, sino que tiene que ver con la época. Todas las estructuras de poder se encontraban en avanzado proceso de desintegración, y la iglesia no iba a ser una excepción. El entorno social de Salem’s Lot está podrido hasta la médula y ningún crucifijo, ningún oficial del gobierno ni ningún estandarte que antes considerábamos sagrado va a hacer una mierda por nosotros, los ciudadanos comunes. En fin, hablemos de mi personaje favorito: el padre Callahan. Pero no quiero hacerlo yo, porque entonces nunca acabaría.

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Ilustración de John Picacio.

MH: Hay que reconocer que el padre Callahan da para muchas discusiones, incluso en el futuro de esta Kingpedia (guiño guiño, codazo codazo, para lectores avezados de la obra de nuestro autor, que sabrán a lo que me refiero); pero vamos a su papel en Salem’s Lot. Estoy muy de acuerdo con tu apreciación sobre la religión, y Callahan constituye el paradigma sobre el que sustenta esta desintegración de la religión en particular y de la sociedad norteamericana en general; de hecho, el papel que quiso asignarle King al principio no era tan clave en este sentido y lo hemos sabido por la escena eliminada del original que escribió. En dicha escena, Callahan adoptaba un papel más heroico, conseguía marcar al vampiro y se suicidaba a continuación; sin embargo, en la versión definitiva King se muestra decididamente cruel: Callahan pierde su fe ante Barlow y éste le obliga a beber su sangre. Queda vivo, pero impuro; de esta manera nos introduce con sutileza al tema de la «muerte en vida»: estás vivo, pero definitivamente eres un cadáver ambulante, sin un propósito, sin un fin en la vida. No hay peor metáfora aplicable a una sociedad en desintegración. Callahan, en última instancia representa el fracaso de lo establecido en la antigüedad. Ante él se despliegan otros personajes, cotidianos y falibles, que, sin embargo, superan todos sus miedos y situaciones cada vez más traumáticas para luchar contra aquello que no pueden comprender; nuestra pareja protagonista, Ben Mears y Mark Petrie, son buenos ejemplos. Sobre todo este último, que con solo doce años se revela contra el bullying al que le somete un compañero de clase, demuestra más conocimiento que ninguno a la hora de luchar para vampiros y Tones, estoy seguro que cierta escena de escapismo lo convirtió en uno de tus personajes de referencia.

JT: Es un personaje que me cae indudablemente simpático, para qué negarlo. En la estupenda miniserie dirigida por Tobe Hooper se hacía especial hincapié en su admiración por Houdini y su conocimiento de los secretos del escapismo, algo que en la adaptación se subraya para que luego determinadas cosas que en la novela se tratan a la ligera no resulten tan inverosímiles. En cualquier caso, un personaje simpático, sí, pero a muchos kilómetros del padre Callahan que habéis discutido o del propio Ben Mears, el primero de una larga estirpe de escritores protagonistas de novelas de Stephen King. Curiosamente, creo que en este caso no es más que un mero resorte narrativo para justificar su regreso a Salem’s Lot, pero salvo que a mí se me haya escapado alguna lectura oculta, no tiene nada de doble sentido con la labor creativa o con el propio King, como pasa conMisery (1987), El resplandor (1977) o Maleficio (1989).

Sí me gustaria detenerme en los villanos: el vampiro y su particular Renfield, Barlow y Straker. Es curioso que en esa adaptación televisiva de Hooper se deshumanice al vampiro hasta convertirlo en un monstruo de maldad pura y que claramente guiña un ojo al Nosferatu de Murnau (1922), porque en la novela tiene algo del seductor vampiro sexual de Stoker, aunque se cargan también las tintas en la ambigüedad sexual de Straker, perdida parcialmente en las adaptaciones audiovisuales. No me parecen los mejores villanos de King, creo que son vampiros demasiado atentos a la tradición vampírica, como hemos señalado, pero lo cierto es que dan pie a algún que otro momento de considerable perversidad, como el citado momento de tortura moral al padre Callahan o la estupenda presión psicológica que Straker ejerce sobre Mark cuando le hace prisionero. Porque estaremos de acuerdo en que el auténtico villano de la novela es la casa, ¿no? Ahora la pregunta es: tal y como afirman los críticos de Salem’s Lot, ¿es la casa de los Marsten una creación demasiado dependiente de La maldición de Hill House (1959) de Shirley Jackson?

NC: Sí, la casa es la protagonista secreta de la novela. Y sí, recuerda a Shirley Jackson y a montones de mansiones encantadas literarias precedentes, pero es que esa es un poco la idea rectora de esta segunda novela: tras el pedazo de rabia contemporánea de Carrie, extraída (como quien dice) de los periódicos del día de hoy, King se tomó su complicado-segundo-trabajo como un homenaje a todos y cada uno de sus maestros. Una reverencia a la tradición que lo acreditaba como un escritor dispuesto a tomarse muy en serio el género al que iba a consagrar por completo la primera etapa de su carrera. A uno no lo llaman «El rey del terror» por nada: Salem’s Lot es la prueba de que estaba preparado para recibir ese título, que más tarde llegaría a percibir como un albatros colgado al cuello.

Pero su giro posmoderno está en coger todo ese collage de homenajes y referencias ilustres, agitarlo con ansiedades reales de la época y poblarlo de personajes a los que nos atreveríamos a calificar como «de carne y hueso». En ese sentido, aquí está todo el ADN de ese primer King. Su novela de debut fue un zarpazo brillante, pero aquí ya empieza a dejar claro que hay un plan, un propósito, capaz de guiar el resto de su carrera como escritor. Porque Salem’s Lotes la obra en la que por fin se cree escritor. El hecho de que dejase vivo al Padre Callahan también puede tener algo que ver: ¿sabía ya que iba a volver? ¿Sabía ya que se iba a convertir en un personaje fetiche? Es difícil, pero… ¿sabía ya que le esperaba una torre oscura en la lontananza?

MH: Yo no descartaría para nada esa posibilidad, no de manera consciente todavía pero estoy estoy seguro de que la idea germinó según estaba terminando Salem’s Lot; él mismo ha reconocido que la idea de La Torre Oscura (1982-2012) estaba ya presente en su vida. Mucho antes, en 1970, ya estaba escribiendo sobre ella, aunque se publicara posteriormente a este libro; me vuelve loco esta inconsciencia en los escritores, la presencia de ideas que no han madurado, como semillas que luego crecen hasta formar una novela completa. De hecho, me ocurrió al leer Zoo city de Lauren Beukes (2010), donde encontre un presagio a Las luminosas (2013) a través de un párrafo que hacía referencia a esa creación futura: la misma escritora alucinaba con esta posibilidad. Lo que sí creo es que King era consciente de la posibilidad de crear un universo particular si tenía éxito, un Kingverso en el que sus novelas estuvieran unidas entre ellas, cohesionadas de alguna manera, y de algún modo sabía que su querida torre podía ser ese nexo de unión. Seguro que el Ka (ese destino del que se hablará más adelante por aquí) estaba misteriosamente prefigurando su narrativa en una total evolución creativa y personal. King estaba explorando límites, estaba empezando a cuestionarse las normas de los cánones establecidos y quizá, como decías, estamos ante la piedra filosofal de lo que habría de venir más adelante, su puesta de largo de cara al público y, en el terreno más personal, creer en sus posibilidades.

JT: Sin duda, lo que más fascinante me parece de Salem’s Lot es lo que ambos apuntáis, sobre todo Noel: tras el éxito de Carrie, King se ve a sí mismo como un potencial revolucionador del género de terror (la extensión de la novela y su reformulación de tropos clásicos del género lo demuestran), pero no quiere dejar atrás una ambición quizá más profunda: escribir literatura seria. Su descripción sosegada de los personajes, su renuncia a imágenes de claro impacto directo como las que había en Carrie (donde no conviene olvidar que caía un cubo de sangre de cerdo sobre una adolescente telequinética) me hacen pensar que se resistía a ser ‘solo’ un escritor de terror. En ese sentido, es interesante ver en qué dirección tiraría con su siguiente novela, El resplandor, que refrenda todo esto pero a la vez se convierte en un auténtico símbolo de qué-podemos-esperar-de-un-libro-de-King. Ese equilibrio entre lo que es y lo que quiere ser es, quizás, a día de hoy, lo que más magnético me parece de una novela prácticamente redonda como Salem’s Lot. Eso y que una segunda novela (publicada, que no escrita, como hemos mencionado) sea tan acojonantemente aterradora. Pero eh, hablamos de King.

NC: Sí, eso es precisamente lo que a mí me gustaría subrayar en esta intervención final: el maldito libro da miedo. Miedo de verdad, que es algo muy difícil de conseguir en un libro que se puede ir leyendo, no sé, en el metro o en la playa. Creo que esa capacidad para perturbar es algo que King nunca ha perdido del todo: puede que su relato corto Morality (que fue publicado en Esquire allá por 2009 y luego ejerció como bola extra en la edición en tapa dura de Blockade Billy -2010-) no sea terror en sentido estricto, pero te sigue removiendo. Mucha gente ve su carrera como la de alguien que fue perdiendo el toque con la literatura de horror, pero a mí me parece que, sencillamente, ha madurado y está a otras cosas. De todas maneras, alguien que puede escribir un pasaje como el del niño vampiro llamando a su hermano desde el otro lado de la ventana ya tendría permiso para dejar el terror del todo. Ya habría hecho su parte con creces.

MH: Esa escena la tengo grabada a fuego, todavía recuerdo las pesadillas que me causó y me sigue causando después de tanto tiempo. La verdad es que en una carrera tan prolífica como la de King es lógico que haya altibajos que podremos ir señalando más adelante a propósito de otras obras suyas, pero su capacidad de hacerte sentir que algo va mal, la sigue teniendo intacta, incluso después de tantos años. ¿Recordáis el final de El juego de Gerald (1992)? Es otra de las pocas escenas en las que tuve que dejar de leer por lo mal que me sentía hasta incluso ponerme mal cuerpo. Pocos autores pueden presumir de tener una segunda novela tan completa como ñesta y que haya entrado por derecho propio en ese canon vampírico imaginario que cualquier lector tiene en su cabeza. Con solo 23 años y en palabras del propio autor pensó que era «perfectamente posible combinar el mito vampírico del Drácula de Bram Stoker con la ficción naturalista de Frank Norris y los cómics de horror de la firma E.C. que tanto me gustaban cuando era joven… y plasmarlo todo en una gran novela americana». En efecto, creó una Gran Novela Americana que provocaba terror, no hay mejor forma de definirlo.

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CANINO




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