Un mito de devoción
Traducción de Elbert Coes
Cuando Hades decidió amar a esta chica
construyó para ella un duplicado de tierra
todo igual, debajo de la pradera,
pero con una cama adicional.
Todo igual, incluyendo la luz del sol
porque sería difícil para una chica joven
pasar rápidamente del esplendor de la luz a la profunda oscuridad
Gradualmente, pensó él, le entregaría la noche,
primero como las sombras de hojas que se agitan.
Después la luna, después las estrellas. Después sin luna, sin estrellas.
Deja que Perséfone se acostumbre lentamente.
Al final, pensó él, las hallará cómodas.
Una réplica de tierra
Salvo que aquí hubo amor
¿No quieren todos amor?
Él esperó por muchos años
construir un mundo, mirando
a Perséfone en la pradera.
Perséfone, oledora, catadora.
Si tienes un apetito, pensó él,
los tienes todos.
No todos quieren en la noche sentir
el cuerpo amado, brújula, estrella polar,
escuchar la respiración callada que dice
estoy viva, eso significa también
que estás viva, porque me oyes,
estás aquí conmigo. Y cuando uno gira,
el otro gira—
Eso fue lo que sintió, el amo de la oscuridad,
mirando el mundo que había construido
para Perséfone. Por su mente jamás pasó que
no hubiera más olores aquí,
ciertamente, tampoco comida.
¿Culpa? ¿Terror? ¿El miedo al amor?
Estas cosas que no podía imaginar;
ningún amante jamás las imagina.
Sueña, se pregunta cómo llamar a este lugar.
Primero piensa: El Nuevo Infierno: El Jardín.
Al final, decide nombrarlo
La Infancia de Perséfone.
Una suave luz se eleva sobre la pradera,
detrás de la cama. La toma entre sus brazos.
Quiere decirle Te amo, nada puede herirte.
Pero piensa
esto es una mentira, y finalmente le dice
tú estás muerta, nada puede herirte
lo cual le parece
un comienzo prometedor, más real.
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