miércoles, 16 de marzo de 2022

Vitali Shentalinski / La palabra arrestada / Reseña

 


La palabra arrestada – Vitali-shentalinski



Isidro Gimeno
27 de septiembre de 2021


Vitali Shentalinski, durante la Perestroika (1985), consiguió permiso para acceder a los archivos de la tenebrosa Lubianka (prisión y Cuartel General de la KGB en la Rusia soviética).

En «La palabra arrestada» Vitali Shentalinski compone unas “biografías de momentos críticos” de varios extraordinarios escritores rusos (Bábel, Mandelstam, Bulgákov, Tsvietaieva, Platónov, Ajmátova, Gorki y Pasternak) que fueron represaliados por el sistema.

El valor del texto es que consigue una narración fluida donde la realidad supera cualquier fantasía sobre una época de purgas y persecuciones llevadas con un rigor cruel por parte de la KGB de Stalin. La narración se basa en la detallada información almacenada en la Lubianka, pero no nos la ofrece a título de asombro de incautos o como denuncia política, sino que conforma un extraordinario relato de las circunstancias y el asedio a los escritores protagonistas. El acoso a la “inteligentsia” rusa, a las mentes destacadas que asumían con alguna reserva su militancia pro soviética.

Para quien haya leído, al menos parte de las obras de los escritores que se sacan a la luz, la obra de Shentalinski tiene un interés superlativo. Por ejemplo, la biografía del inclasificable Bulgákov, que cuadra con los estereotipos bohemios y heterodoxos que se le han adjudicado. El retrato de Bulgákov está hecho a plumilla, penetrando en los surcos tan particulares de una personalidad única. Nos desvela las contradicciones y obsesiones de este rebelde que no militó en ninguno de los movimientos literarios de su época y que se anticipó a posteriores vanguardias mientras esquivaba, unas veces a base de atrevimientos y otras de victimismo, una persecución feroz.

También sobrevivió al acoso Makxim Gorki, que pudo nadar entre dos aguas y sobre el que no existía, parece ser, ninguna biografía detallada antes de la que nos brinda Shentalinski.

Sobre el hábil manejo de Gorki de la difícil coyuntura política que le tocó vivir, hay una anécdota en los “Relatos de Kolimá”, de Varlam Shalamov, (Editada por Editorial Minúscula en 6 tomos): Gorki acude a inspeccionar el hospital de la Orilla Izquierda y al ver a los enfermeros cuadrados y uniformados, exclama: “No he venido aquí a ver teatro.” Sin embargo, a su vuelta a Moscú publica un encendido elogio del sistema de redención por el trabajo en los campos de Kolimá. Esta paradoja compuesta de críticas y elogios es la base del relato biográfico que Shentalinski compone sobre Makxim Gorki

También pueden encontrarse en “Relatos de Kolimá” otras referencias, para lectores interesados en estas biografías, como, por ejemplo, la de Pasternak en “Tras la Carta” (Vol. IV) o en “Noches atenienses” (Volumen V). Platónov en “El encantador de serpientes” (Vol. 1). También las encontrará sobre Ósip Mandelstam en diferentes relatos.

Sobre Pasternak, Shentalinski incluye la más breve de sus “biografías de momentos críticos” en el epílogo del libro, pero no por ser breve es menos interesante.

DETALLE CURIOSO

Llamo la atención sobre la portada del libro, donde un impertérrito funcionario transporta una ristra de legajos de casi un metro de altura que parece imposible que pueda transportarse a pulso. Los soldados le miran con cierta estupefacción. La foto, que aparenta inocencia, es una invitación maliciosa a imaginar las dimensiones que alcanzaron los expedientes de la Lubianka.

ÓSIP MANDELSTAM

El gran poeta ruso no fue rehabilitado hasta 1987. Fue uno de los pocos que se atrevió a desafiar al sistema declarándose culpable. Se le acusaba, entre otras cosas, de haber escrito un poema vejatorio y satírico contra Stalin, lo que se castigaba duramente. Vivió algunos años arrestado, más que nada por el propio interés de Stalin en mantenerlo vivo hasta hacerle rectificar (cosa que hubo de hacer), pero su destino estaba ya fijado. Enviado al Gulag, murió en 1938 de agotamiento, frío y desnutrición. como tantos otros.

 Varlam Shalamov, que en 1938 también se encontraba en Kolimá, le dedicó un excelente relato (Sherry Brandi, Volumen I) como un homenaje poético y terrible

Merece la pena citar a La editorial Nórdica que ha publicado bajo el título de” Mandelstam” un interesante libro sobre este autor y Anna Ajmátova.

Mandelstam, durante la instrucción en la Lubianka, tuvo la desfachatez (y el poco juicio) de reconocer la autoría del poema que mencionamos y además reescribir el texto de puño letra, estampando su firma al final a indicación venenosa de su instructor. Mandelstam sabía que con ello estaba firmando su sentencia de muerte.

El poema dedicado a Stalin, tan incendiario como caustico, se puede leer en el mismo libro que reseñamos.

En la web zendalibros pueden leerse algunos de los poemas de Ósip Mandelstam traducidos por Jorge Bustamante García.

LA DELACIÓN.

En el brillante epílogo donde Shentalinski describe la vida en la Rusia soviética como corolario al espíritu del libro, se hace especial hincapié en “la delación” como una espada de Damocles que pendía sobre todas las cabezas y en todos los lugares. En un elocuente párrafo del libro se expone que si alguien asistía a una reunión donde se hacía alguna chanza sobre El Amo (Stalin), debía denunciarlo día siguiente, antes de que otro se anticipara, ya que cualquier asistente caía bajo sospecha. Todos sabían que entre los propios escritores había delatores profesionales que acudían a las reuniones a las órdenes de la KGB.

LA “INTELIGENTSIA”

Este término, transliterado del latín y que es de uso común cuando se habla de las élites intelectuales rusas, es ampliamente utilizado por Shentalinski cuando trata de profundizar en la importancia que tuvo para el estalinismo el control del liderazgo social. La admiración de Stalin por Lenin devino en una enfermiza preocupación por cualquier influencia sobre las masas, ya estuviera ésta relacionada con el teatro, el periodismo, la poesía o la retórica.

El ejemplo más claro lo encontramos más tarde, fuera de Rusia, tras la invasión de Polonia en 1940, cuando la orden inmediata de Stalin fue descabezar a la sociedad polaca. Un genocidio que alcanzó a 22.000 polacos que conformaban la elite de su sociedad. Esta matanza, llevada a cabo en Katyn, fue reconocida en 1987 por Gorbachov, que hizo entrega al presidente polaco Jaruzelski de la orden de exterminio firmada por Stalin a propuesta de su lacayo Beria.

Toda la represión de la vida política rusa después de 1917 y hasta la muerte de Stalin (1954) tiene que ver con esta obligación de aniquilar el espíritu. Para ello, Stalin creó la Unión de Escritores, y dio patente de corso al chequista Félix Dzerjinski para fusilamientos, juicios (o no juicios) sumarísimos y deportaciones.

«La palabra arrestada» está imbuido de esta idea y, en cierta manera, muestra que detrás de toda la acción represiva sobrevuela la puesta en marcha de esta directiva de orden superior que impregnó toda actividad en la Rusia soviética.

LAS DETENCIONES

Las detenciones son secuencias que se repiten biografía tras biografía. Se asemejan a las mucho más conocidas sacas que la Gestapo haría después en Berlín, Ámsterdam o Budapest. Los momentos en que los chequistas llamaban a una puerta, detenían al interesado y registraban el piso de arriba abajo son escalofriantes. El arrestado desaparecía por meses, años o décadas. El eufemismo que se utilizaba de cara a los familiares en los casos en que el desaparecido lo hacía para siempre era el de “sin derecho a correspondencia”. Eso significaba el fusilamiento o, en el mejor de los casos, la deportación.

Shentalinski describe con profusión de detalles a través de protagonistas directos, cómo se produjeron las detenciones, y, después, ya metidos en los archivos de la Lubianka, los pormenores de la instrucción. Dedica especial atención a los perfiles, trucos y maldades de los instructores de las causas.

LA EDICIÓN, Y A QUIEN RECOMENDAR «LA PALABRA ARRESTADA».

La edición, como suelen ser las de Galaxia Gutenberg, excelente. La traducción, asimismo, de gran nivel puesto que el resultado formal es de excelente factura.

“La palabra arrestada” es un libro de obligada lectura para los interesados en la historia, y muy especialmente en la historia del siglo XX y/o la revolución rusa.

En realidad, se trata de un libro que no puede defraudar a nadie porque Shentalinski es un gran escritor que escoge lo importante y nos transporta a situaciones reales que abordan el drama humano. Lo auténtico y lo verdadero pugnan por sobresalir en un texto inteligente y lleno de interés.

Isidro M. Gimeno.

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