domingo, 1 de agosto de 2021

William Trevor / Cuentos selectos / Reseña



William Trevor

William Trevor
CUENTOS SELECTOS

Manuel Crespo
29 de octubre de 2020

Lejos de ahondar el surco que compatriotas de prosa esquizoide —Joyce y Beckett, para empezar— abrieron en el suelo de la literatura del siglo pasado, William Trevor hizo del estudio de la vida menor un arte piadoso. En realidad, lo de “vida” quizás sea un exceso. Más que biografías, Trevor disecciona fragmentos cardinales, el momento exacto en que la existencia del protagonista de turno pudo haber tomado otra dirección. A veces se trata de una oportunidad perdida, a veces ni eso. Las criaturas que pueblan sus narraciones cargan con cruces de peso incomunicable, hechas a la medida de sus propios desasosiegos.

En los relatos del nacido en Mitchelstown —o quizás deberíamos decir: en estos relatos, ya que Cuentos selectos es apenas el muestreo de una obra que reúne dieciocho novelas y cientos de ficciones breves—, los personajes casi nunca mueren. La escena en que el autor los ubica, y de la que al final los extrae, para dejarlos todavía más desamparados que al principio, opera como una sinécdoque de la trayectoria ya emprendida o que emprenderán tras la última oración. Cuando no estamos frente a un exmilitar al que nadie soporta, cuyas jornadas consisten en emborracharse y recordar una masculinidad robusta y tal vez falaz, Trevor nos presenta a una secretaria ejecutiva que da el puntapié inicial a su carrera de amante postergada. En otras ocasiones, lo que decae no es un personaje en particular, sino más bien la tradición que ese personaje embandera. Abundan los sacerdotes perdidos, vaciados de fe. Es la religión lo que se está terminando, y de alguna manera es Irlanda también, como si para Trevor una cosa fuera indistinguible de la otra.

Párrafo aparte para la traducción. Aunque hay mérito en echar luz sobre un escritor que por estas orillas todavía no ha tenido toda la visibilidad que merece, hubiera sido ideal que su adaptación al español recibiera un tratamiento acorde. Esta edición está plagada de equívocos, descuidos de puntuación, desfasajes de género y número, literalidades que no maridan y hasta palabras sueltas en el inglés original. Muchos personajes insisten en “asentar con la cabeza”, entre otras invenciones, y en tutearse o vosearse —incluso en la misma línea de diálogo— a pesar de tratarse unos a otros de señor, señora y señorita. El conjunto hace pensar más en un borrador que en una versión para imprenta. Si la mejor traducción es la invisible, lamentablemente la de estos cuentos no hace más que llamar la atención sobre sí misma.

Trevor creó una obra gigante a fuerza de alumbrar las imperfecciones humanas, de darles una épica que no deforma ni embellece. El modo en que esta edición está presentada es una imperfección más, una que no logra empañar —amén de sus muchos intentos— la felicidad de leer a un escritor que sabe que la vida no sólo contiene episodios, sino que son esos mismos episodios los que la resumen y la significan.

William Trevor, Cuentos selectos, selección, traducción y prólogo de Andrés Hax, Edhasa, 2020, 320 págs.


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