Luis Llosa
EL ESPECIALISTA
13 de julio de 2013
Ray (Sylvester Stallone) es un asesino a sueldo experto en explosivos, ex-miembro de la CIA , que vive atormentado tras haber provocado la muerte de la hija de un narcotraficante en una operación llevada a cabo junto a su sádico ex-compañero Ned. Ray es contratado por la misteriosa May con el objeto de vengar la muerte de sus padres perpetrada por tres miembros de una banda mafiosa. Ray es un personaje melancólico y sociópata que desconfía de su propia sombra, por lo que su relación con May se reduce a conversaciones telefónicas en las que se establece un sensual juego de seducción entre ambos. Tras seguir los pasos de su interlocutora Ray descubrirá que su ex-compañero Ned está involucrado en la organización criminal objetivo, por lo que el trabajo de eliminación para el que Ray ha sido contratado servirá igualmente para saldar viejas deudas del pasado.
Lo confieso, me sublima esta película. En mi humilde opinión, que no es la de un profesional sino la de un fanático obsesionado con el cine que sin más pretensión que pasárselo bien escribe de vez en cuando en esta espectacular web de cine subterráneo —hay que pelotear al dueño para que se lo crea—, El especialista ocupa un lugar importante en la historia del cine de los noventa. Supuso una ruptura en la línea de flotación del cine de acción pirotécnico habitual de esta década, sustituyendo sus mecanismos rutinarios para adoptar los de un neo-noir de estilo elegante, clásico y dotado de un profundo sentido melancólico que entronca esta magnífica cinta con el polar francés más radical y el cine negro clásico americano. Porque si lo que buscan es una cinta de acción pura y dura, El especialista no es su película, ya que las escenas de acción —que las tiene y extraordinariamente rodadas— no forman parte de los cimientos fundamentales del film, siendo el estudio de los personajes, la sensualidad, la codicia, la música, el ambiente mafioso presente en el Miami de los noventa, la venganza, la obsesión y porque no decirlo el amor enfermizo los principales rasgos que embellecen la trama.
Nunca he entendido las pésimas y sobre todo unánimes críticas negativas que ha ostentado el film desde su estreno. Y resalto el término unánime porque hasta los más acérrimos fans de Sylvester Stallone consideran El especialista una película olvidable dentro de la filmografía del bueno de Sly. Esta unanimidad solo la puedo explicar desde una doble vertiente: por un lado Stallone nunca ha gozado del reconocimiento merecido por parte de la crítica especializada y sesuda —solo hay que echar un vistazo al palmarés de los premios Razzie— por lo que este gremio estaba esperando el estreno de la cinta para sacar la fusta en su contra y por el otro a los fans del actor americano quizás les chocó encontrarse con un film carente de secuencias de acción, de ritmo pausado y con una trama enrevesada en la que predominan los diálogos poéticos alejados de la habitual socarronería del cine de Sylvester.
Otro de los puntos fuertes que convierten a la película en mágica es su espectacular banda sonora, que combina con descaro la música latina factoría made in Emilio Estefan de hits pegadizos y rumberos como el Turn the beat around interpretado por Gloria Estefan (ojo, hay hasta una canción de Azúcar Moreno incluida en la banda sonora) con la enigmática, espectacular, sensual, caliente, top, grandiosa, impresionante —y paro de emitir epítetos— banda sonora filarmónica compuesta por John Barry. Sin duda, esta es una de las últimas grandes composiciones del maestro británico, de una sensualidad perturbadora, logrando combinar con gran acierto arreglos de cuerda y viento para construir con un humeante saxo una de las melodías más tórridas escuchada en una película.
Todo lo mencionado anteriormente se completa con una fotografía refinada, de encuadres acompasados ajenos al nervio habitual de las cintas de género, en la que se retrata a la perfección el ambiente nocturno del Miami de los noventa de lujosos garitos, gente guapa, coches de alta gama y calles glamurosas. Igualmente he de añadir que me encanta la planificación de Llosa. Su opción de evitar que las estrellas de la película compartan plano hasta bien avanzado el metraje del filme refuerza la intriga y el carácter romántico del que se beneficia el argumento. De hecho el primer encuentro físico entre Stallone y Stone culmina en una de las escenas de culto para los onanistas de medio mundo: el famoso polvo de casi tres minutos de duración que se regalan Sharon y Sly. Mucho se ha criticado esta escena. Se rumoreó que los dos artistas no se soportaban y que mantuvieron un pulso egocéntrico durante todo el rodaje, reflejándose la antipatía que se profesaban en la falta de pasión que parece desprender esta escena erótica. Sin embargo, yo creo que este es uno de los mejores coitos jamás filmados en una película comercial americana. Bien es cierto que en el inicio de la cópula Stallone parece miedoso de tener que compartir ducha con semejante diosa, pero ¿a quién no le temblarían las piernas ante una mujer como Sharon Stone? Si bien los primeros compases manifiestan un excesivo mecanicismo carente de la espontaneidad que deben tener estas escenas, conforme avanza la secuencia que se remata en una humeante y erótica ducha —con el adecuado ornamento de los insinuantes compases de la música de Barry—, Stallone y Stone cogen confianza brindándonos un espectáculo de primera categoría que a los chavales que contemplamos la película con poco más de catorce años nos produjo un enorme placer. De hecho la escena está cargada de simbolismo, actuando como un engranaje que proporciona elementos de redención a la historia al culminar la secuencia con la representación de La piedad de Miguel Ángel, hecho éste que indica que la calma ha llegado a la atormentada vida de ambos personajes.
Stallone elabora una de las mejores interpretaciones de su carrera. Su mirada melancólica y triste se mimetiza con la de su personaje, un hombre solitario y pesimista carente del calor humano necesario para sobrevivir. Sharon Stone cumple como femme fatale de extraordinaria belleza con una sensual interpretación donde hace gala de su espléndida divinidad en cada toma —mamma mía que pedazo de mujer, perdonen la vulgaridad, pero está para mojar pan en esta película—. No puedo dejar pasar la oportunidad que dispongo para homenajear al extraordinario elenco de secundarios que desbordan la pantalla. Quizás uno de los mejores tríos de villanos que han aparecido en pantalla, empezando por el histriónico, excesivo y siempre perfecto James Woods que borda su papel de cínico, ambicioso y sádico asesino, ex-miembro de la CIA que desempeña labores como consigliere de un clan mafioso. Acompañan a Woods el hermanísimo Eric Roberts, gran actor que cumple con excelencia como villano y pone la guinda al trío el legendario Rod Steiger que con su genética maestría da un recital interpretativo llenando la pantalla con su estimulante presencia en la que compone con total naturalidad a un decadente jefe mafioso al más puro estilo actors studio.
Luis Llosa, primo del nobel Mario Vargas Llosa, evita emplear un ritmo ágil para servirse de la instrospección y de una compleja relación amorosa como ejes de la fábula, dotando a la historia de un engranaje de estilo europeo muy de mi gusto, en el que el suspense prima sobre los fuegos de artificio. Culmino la reseña declarando mi subjetivo amor incondicional a esta película de culto que logró hacer brotar los resortes de la emoción en un humilde cinéfilo que visualizó esta obra con los bisoños ojos de un adolescente. No es obligatorio estar de acuerdo con mi visión de la película, pero espero haber contribuido a homenajear una cinta a la que adoro sin despertar recelos y sin ánimo de generar debate. Amor eterno a El especialista.
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