El camino que condujo a Pippi Calzaslargas
La película ‘Conociendo a Astrid’ se detiene en la adolescencia de la escritora infantil y en su precoz maternidad
ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS
Madrid, 25 de marzo de 2019
Para Astrid Lindgren, autora de la célebre Pippi Calzaslargas, fue traumático dejar de jugar. Ocurrió de un día para otro, había crecido y ya nadie parecía interesado en divertirse. A partir de entonces los acontecimientos de su vida se precipitaron: de adolescente se cortó el pelo como un chico y descubrió lo que se siente cuando te señalan por la calle; con 16 años empezó a trabajar en el periódico local de Vimmerby, el pueblo al sur de Suecia donde había nacido en 1907, y tres años después se quedó embarazada del director, Reinhold Blomberg, con el que vivió un largo romance. Es en ese momento de la vida de la escritora en el que se detiene Conociendo a Astrid, la película de la realizadora Pernille Fisher Christensen protagonizada por Alba August que se estrena este viernes y que hoy inaugura el festival Cine por Mujeres de Madrid.
Para proteger a su familia y a su amante del escándalo, Lindgren abandonó su pueblo para mudarse a Estocolmo primero y a Dinamarca después, donde podía dar a luz como madre soltera. Allí entregó a su hijo Lasse a una madre de acogida mientras ella se buscaba la vida estudiando y trabajando con un único fin: poder recuperar a su hijo de forma definitiva. Para Pernille Fisher Christensen detrás de esta experiencia precoz y dolorosa reside buena parte del mundo literario que convertiría años después a Lindgren en una de las autoras infantiles más leídas del planeta junto a Enid Blyton, Hans Christian Andersen y los hermanos Grimm. Traducida a 100 idiomas, sus tres grandes obsesiones fueron los niños solitarios, la responsabilidad y la muerte.
La mujer que con sus relatos le plantó cara a la mismísima Cenicienta empezó a escribir solo para conquistar a sus propios hijos (años después de Lasse nació su hija Karin, fruto de su matrimonio con Sture Lindgren). “Astrid nunca eligió el camino fácil”, afirma en conversación telefónica la cineasta. “Fue una mujer fuerte e íntegra. Era casi una niña cuando fue madre y esa responsabilidad tan precoz marcó el resto de su vida. Cuando Reinhold Blomberg, a quien protegió de ir a la cárcel [se trataba de un hombre casado con siete hijos], quiso romper con su familia para casarse con ella, lo rechazó”.
El proyecto de Conociendo a Astrid se remonta a hace siete años cuando Fisher Christensen, de 49 años, le regaló a su madre un libro de fotografías de Lindgren. “Cuando yo era niña mi familia se trasladó a Suecia, donde mi padre había conseguido trabajo. Nos mudamos con él precisamente a la misma localidad donde creció Astrid. La naturaleza de mi infancia fue la suya. Yo crecí en los setenta y los ochenta, no había iPads, en realidad no había casi nada… La vida era muy primitiva comparada con la de ahora y la lectura era muy importante para nosotros. Mi madre trabajaba con niños y Astrid Lindgren era una heroína para ella. En el libro que le regalé había una imagen que me encantaba, la de una jovencita con un abrigo precioso y un niño en brazos. Era de los años veinte. Me impactaron todas aquellas fotos de su juventud. Al principio era igual que Pippi, hasta que de repente todo cambiaba y las fotos mostraban a una chica deprimida, muy flaca y con mal aspecto. Lo que ocurrió entre esas fotos es lo que cuenta esta película”.
La idea que surgió entre aquellas fotografías acabó en guion, pero el mayor reto estaba por llegar: había que encontrar a una actriz joven capaz de soportar todo el peso de la película y, por extensión, el de encarnar a un mito literario. Probaron a 700 candidatas pero ninguna convincente. “Era complicado, necesitaba a una actriz de verdad pero interpretando a una chica entre los 16 y los 19 años. Nadie encajaba. Me deprimí mucho y estuve a punto de tirar la toalla”, recuerda la directora. Fue entonces cuando le hablaron de Alba August, hija del cineasta Bille August y de la actriz Pernilla August e incipiente actriz de teatro y cine en Dinamarca y Suecia. “Alba, que ahora tiene 23, se presentó a una audición, y me volvió loca. Pese a su juventud tenía el peso de una profesional. Y vaya si lo demostró: con su esfuerzo en documentarse, discutir e investigar ha logrado un trabajo impresionante, físico y mental”.
Cuando Lindgren falleció a los 94 años, en 2002, miles de personas se concentraron a las puertas de su casa. Tuvo un funeral casi de estado. Pasearon su ataúd con un carruaje de caballos por el centro de Estocolmo y detrás del féretro trotó un caballo blanco sin ensillar. En la ceremonia, celebrada un 8 de marzo para coincidir con el día de la mujer, una de sus mejores amigas recordó cómo Astrid había sido, sobre todo, una persona valiente, “siempre supo que hay que llorar, tanto como podemos, para luego reír aún más”. Conociendo a Astrid pretende ser un tributo a la complejidad de su figura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario