Miekp Kawakami |
Miedo y asco bajo el sol naciente: "Japón no tiene esperanza, es un país para abuelos"
Mieko Kawakami es poeta y cantante, trabajó hasta en una tienda de electrodomésticos y está considerada como la nueva estrella literaria de Japón
Noa de la Torre
30 de marzo de 2023
Haruki Murakami, el eterno aspirante al Nobel de Literatura, confesó que leerla por primera vez le produjo "puro asombro". The Economist la ha bautizado como "la nueva estrella literaria de Japón", The New York Times la encumbró a "icono feminista" tras su best seller internacional Pechos y huevos y su novela Heaven estuvo nominada al premio Booker en 2022. Pero Mieko Kawakami (Osaka, 1976) se sacude de encima las etiquetas.
La primera: "Me da un poco de miedo que digan que soy la nueva representante de la literatura japonesa porque no es así". La segunda: "No me gusta que me encasillen como escritora feminista porque no me gusta que me metan en una categoría" ("hago literatura humana", precisa). Y, ciertamente, la suya es una trayectoria inclasificable, que desafía cualquier convencionalismo y se aleja de lo que se esperaría de una autora que hizo su debut literario como poeta allá por 2006.
Porque Kawakami es escritora, pero también cantante, y antes se colocó tras el mostrador de una tienda de electrodomésticos y la barra de un bar.
"Mi historia seguramente sea poco habitual", admite entre risas y, ya en serio, pregunta: "¿En España los escritores son todos universitarios?". Es que a ella siempre le ha llamado la atención lo que le cuentan sus colegas de Estados Unidos, donde parece que difícilmente puede uno salirse del camino marcado: "Van a un curso de escritura en la universidad, buscan un agente... Si no, es muy complicado ser escritor. Desde luego, es una profesión a la que no pueden aspirar los pobres".
Y lo dice quien, encima, compara su proceso creativo con algo tan infantil, pegajoso y delicioso hasta el empacho como el algodón de azúcar. Ella compone letras (con o sin música) dando vueltas a la varilla. "Cojo un tema, me vienen ideas, pienso las escenas... y eso se va haciendo grande e hinchándose, tomando forma como el algodón de azúcar".
Entrevistamos por Zoom a Kawakami con motivo de la publicación en España de su novela Heaven(Seix Barral), una historia desgarradora de acoso escolar vista a través de los ojos de sus dos víctimas: dos adolescentes que se descubren como amigos al compartir el dolor y las preguntas por la violencia de sus compañeros. El azúcar de Kawakami resultó no ser dulce.
Se declara fan de Murakami: "Aunque nos llevamos unos 30 años, lo importante lo aprendí de él, pero estoy tratando de hacer algo distinto". Su estilo, de hecho, poco o nada juega con el surrealismo del reconocido escritor japonés. Lo suyo va de servir la realidad en crudo (sin edulcorar, claro). "Mi intención no es expresar lo que es Japón sino transmitir la esencia del ser humano. Y la soledad de la vida es lo que compartimos en todo el mundo".
Como la que une a estos dos estudiantes en Heaven, para quienes la amistad se resume en limpiar juntos su propia sangre derramada en el gimnasio para contentar a sus acosadores. Tras los golpes, hay que fregar el suelo para borrar la huella del delito, para ocultar que a uno de los dos le han pateado la cabeza como si de un balón se tratara. Esa es su soledad.
El protagonista víctima de las humillaciones la vive así: "Probablemente aquellas lágrimas se debieran a que nosotros no teníamos ningún lugar adonde ir y solo podíamos vivir en aquel mundo de aquella manera. Eran lágrimas causadas por el hecho real de que no había ningún otro mundo que elegir. Eran lágrimas por todo, por absolutamente todo lo que existía".
Para Kawakami, "donde hay una luz muy fuerte puede haber sombras también". "Es algo importante en mis historias: si quieres escribir sobre la luz, necesitas sombras y, si quieres escribir sobre sombras, necesitas luz". En Heaven, amistad y violencia son inseparables la una de la otra. La violencia hace amigos: entre quienes la padecen y entre quienes la usan.
La autora reflexiona sobre por qué está tan extendida entre los jóvenes. "En el caso de Japón, creo que tiene que ver con la desesperación. Japón es un país rico pero no tiene esperanza. El patriarcado es un desastre, hay demasiada desigualdad y los jóvenes están perdidos. No saben cómo tienen que vivir. Algunos se dedican a robar y a lo mejor consideran que es una especie de revolución. Están haciendo un poco de Robin Hood. Hasta ese punto hemos llegado".
Hay un pasaje en el libro que llamó especialmente la atención en su país: el diálogo que mantienen la víctima y uno de sus verdugos, en el que este último explica sus propias razones para serlo. "No tiene sentido. Pero, ¿qué hay de malo en que no lo tenga? Si lo bueno es precisamente eso". El sinsentido de la violencia es lo que da sentido a la violencia. Según la autora, "el acosador habla de la violencia como si fuera su hobby; es injusto, pero es la realidad".
La búsqueda de ese significado es lo que devora por dentro a quien no entiende por qué la crueldad se ensaña con él. Para su amiga, la otra víctima del bullying, no hay más explicación que la divina: "Debe de existir un dios que lo vea absolutamente todo y que, al final, dé un sentido a todo lo que hemos sufrido, a todo lo que hemos aguantado". La luz es oscuridad.
Kawakami elige a esta joven, Kojima, para dar forma a otra de las ideas que sobrevuelan su obra: la presión sobre el cuerpo femenino. En el caso de la adolescente víctima de abusos, es ella la que elige dejar de comer como manera de ser y responder a un mundo que no la entiende. De nuevo, la autora subraya que es un tema con el que sus lectoras de todo el mundo se sienten identificadas. Ahora bien, ella señala con el dedo acusador a su propio país:"El feminismo en Japón es algo totalmente ajeno a una parte de la sociedad".
"Los políticos siguen siendo hombres. La economía sigue en manos de los hombres. Y la mejor manera de sobrevivir como mujer es gustarle a un hombre. Esa es la opción más probable de conseguir la felicidad", lamenta Kawakami, quien denuncia que en Japón sigue arraigada la mentalidad de que una mujer que se arregla lo hace "para encontrar a un hombre que la mantenga". "Muchas mujeres aspiran a ser amas de casa porque, en Japón, cuanto más se trabaja, más empeora la salud".
A Kawakami le cuesta detenerse. El machismo se cuela por cualquier rincón: "En japonés, la palabra marido significa literalmente amo. Esto ya nos dice mucho de cómo es la cultura japonesa", asegura. ¿Cómo si no entender un país que tarda 11 años en autorizar la píldora del día después y solo unos meses en dar vía libre a la Viagra?, se pregunta. "Es un país para abuelos. Por eso ya nadie tiene hijos, no se pueden criar en este entorno. Los hombres tampoco saben lo que es educar a un niño, por lo que al hablar de conciliación solo dicen tonterías".
El discurso de Kawakami va incluso más allá para desmontar la imagen que suele trascender del país asiático, empezando por la del avance tecnológico: "En Japón hay la sensación de que ya no hay innovación. Hubo un tiempo en que sí éramos creativos, pero ahora Corea o China nos están ganando la partida y Japón se va a convertir en un país para turistas". Kawakami, en crudo.
https://amp.elmundo.es/cultura/literatura/2023/03/30/641dd713e4d4d87f3e8b4572.html
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