El triste final de Bram Stoker: el autor de 'Drácula' murió enfermo y arruinado
Se publican por primera vez los cuentos completos
Paula Corroto1 de octubre de 2018
Para Bram Stoker (Irlanda, 1847-Londres, 1912), Drácula nunca fue fundamental en su vida. No le hizo famoso, no le dio demasiado dinero, al menos no tanto como luego sí le daría a sus herederos, y además sepultó su faceta literaria como cuentista. El escritor irlandés moriría en 1912 en la bancarrota. Sus últimos años los pasaría pidiendo dinero a amigos, enfermo –voces lenguaraces aseguran que de sífilis-, y quemando la correspondencia de los últimos años, quizá por miedo a lo que había en ella, ya que tuvo muy estrecha amistad, y hay quien sostiene que incluso una relación de cariz sentimental, con el actor Henry Irving, una de las superestrellas de su tiempo, y con el escritor Oscar Wilde. Pobre, desahuciado y temeroso en una época victoriana y reprimida. Nada que ver con lo que se espera de uno de los autores más famosos del mundo todavía hoy.
Este perfil lo ofrece Antonio Sanz Egea, experto en la figura de Stoker y responsable de la edición de la colección de cuentos completos del irlandés publicada ahora por el sello Páginas de Espuma con la traducción de Jon Bilbao. Es la primera vez que aparece una compilación semejante en la que una buena parte de ellos –hasta el 40%- se pueden leer por primera vez en español. Y como afirma Sanz Egea, a través de estos textos se puede intuir la biografía del irlandés. Una vida un tanto nebulosa que ya intentó esclarecer David J. Skal en el libro 'Algo en la sangre': la biografía secreta de Bram Stoker, publicado el año pasado por Es Pop Ediciones, y donde ya aparecen puntadas sobre su actitud frente al sexo y el papel de los géneros, además de su relación con la enfermedad –fue un niño enfermizo hasta los 10 años- y su crisis de fe –era protestante, pero en los últimos años abandonó toda religiosidad.
En total, Stoker escribió tres libros de cuentos, pero sólo dos de ellos llegaron a publicarse en vida: 'El País bajo el ocaso' (1881) y 'Atrapados en la nieve' (1908). El tercero, 'El invitado de Drácula y otros relatos inquietantes', fue llevado a la editorial por su viuda Florence en 1914. Ella se había convertido en su albacea y fue la primera que vio el potencial –económico- que había en su marido, y que él no había llegado nunca a vislumbrar ni a disfrutar. De hecho, sumó a este tercer libro un cuento que dijo haber sido extraído de Drácula, pero que había sido desestimado por el editor al alargar demasiado la novela.
También dijo que algunos de los cuentos ya habían sido publicados en prensa –nunca se supo cuántos ni cuáles- y que esto era un proyecto que había pensado Stoker. Posiblemente, toda una estrategia comercial que a Florence le salió muy bien. Años después se encargaría además de que todas las adaptaciones teatrales y cinematográficas de Drácula pasaran por la caja de los derechos de autor. Incluso logró parar la distribución de la película Nosferatu de Murnau en 1922. Si el filme ha llegado a nuestros días es casi de casualidad.
Un escritor que no se sentía escritor
Bram no tenía tanto esa visión de su obra. “Nunca se vio a sí mismo como un escritor de primera”, asegura Sanz Egea. Escribía sus cuentos, pero lo que más le satisfacía era trabajar como secretario para Henry Irving, de quien se había quedado prendado cuando le vio por primera vez actuar en 1867. También administró durante tres décadas un teatro que ambos tuvieron en Londres. Vivía por y para ello como había hecho durante su juventud con el deporte. Fue uno de los grandes atletas de su época ganando numerosas medallas en atletismo o remo, lo que también algo dice sobre la pasión que sentía por el cuerpo.
La literatura estaba ahí como lo estaba su faceta como crítico teatral y periodista. Y aunque haya sido mundialmente conocido por su vampiro de Transilvania, el escritor no siempre jugó con el género del terror. Su primer libro de cuentos , 'El país bajo el ocas'o, está más cercano a la fantasía y se nutre de hadas, ángeles, trolls y castillos. En él se advierte la figura de su madre Charlotte, la matriarca de la familia y una presencia fundamental en su vida por su fuerte temperamento. Fue ella la que le contó muchas historias en las que aparecían muchos de estos personajes del reino de la fantasía.
El segundo, 'Atrapados en la nieve', lo publicó una vez muerto Irving y es un homenaje a su figura y un acto de amor, puesto que son relatos a partir de la gira teatral que la compañía emprendió por Inglaterra. El tercero ya sí coquetea con lo gótico y lo terrorífico. No hay que olvidar que Drácula lo había publicado en 1897 y los lectores si algo querían leer de Stoker era su faceta más vampírica. Su viuda Florecen bien lo sabía: las modas literarias han existido siempre.
Durante mucho tiempo, el escritor también publicó en prensa relatos desperdigados que se han reunido en esta colección con bastante esfuerzo –algunos gracias a la digitalización de los periódicos-, puesto que como señala Sanz Egea nunca interesó demasiado su recopilación. “Al final, Drácula eclipsó toda su obra, y aunque hubo recopilaciones en los años ochenta muchos estaban mal etiquetados y no estaba claro que fueran de él”, admite el editor. Por otra parte, Stoker muchas veces enviaba sus cuentos a periódicos de Estados Unidos y Australia, antes que a los de Reino Unido, que nunca más se volvieron a publicar y de los que el escritor no guardó ninguna copia.
Aunque toda su obra diga algo de la biografía del personaje, ésta sigue siendo un tanto oscura. Hoy se sabe que Stoker mintió con su currículo ya que nunca fue licenciado cum laude por el Trinity College en Matemáticas. Falseó sus notas de mal estudiante. En esto nunca habrá un primero ni un último que lo haga. Pero lo que no se sabe es, por ejemplo, qué relación llegó a mantener con Oscar Wilde. Florence había sido primero novia del autor del 'El retrato de Dorian Gray' y ambos eran muy amigos. ¿Qué ocurrió entre ellos? Stoker quemó todas las cartas. En su vida siempre estuvo latente ese juego sexual que también está en Drácula, ese vampiro al que se le teme y a la vez se le desea. Stoker no solo creó un mito sino también dio rienda suelta a una de las grandes parafilias humanas. En eso, quizás, se resume su propia vida.
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