Mary Shelley Ilustración de Fernando Vicente |
Genios con siete vidas
De Leonardo da Vinci a Joan Miró pasando por Shelley, Fernando VII o Simone de Beauvoir, un recorrido por momentos cruciales de biografías recientes donde no solo se ve la evolución del personaje sino el momento que iluminará su destino
Winston Manrique Saboga
3 de octubre de 2018
Leonardo aún era muy pequeño cuando un milano se posó sobre la barandilla de su cuna y con su cola ahorquillada le abrió la boca golpeando sus labios varias veces. Es la génesis del genio que habría de ser Leonardo Da Vinci.
Es el primer recuerdo más vivo que el artista tuvo de su infancia. Lo acompañaría siempre, de tal manera que a los cincuenta años lo escribió en uno de sus cuadernos que suman más de 7.200 páginas. Ese toque del milano en sus labios inoculó el milagro eterno de la curiosidad y con ella sus obsesiones por volar, por saber de dónde viene el movimiento y capturarlo, por fundir ciencia y arte y por mostrar cómo se manifiestan las emociones internas que al final de sus días logró dar vida con sus pinceles a los labios de la Mona Lisa.
Son momentos que recoge Walter Isaacson en Leonardo Da Vinci. La biografía (Debate), una de las obras más aplaudidas por quien antes reconstruyera la vida de personajes como Steven Jobs y Albert Einstein. Un libro que junto a biografías de diferentes personajes permiten asomarse a sus vidas y vislumbrar los momentos que iluminaron sus destinos:
- · Los Papas, que han trazado el destino de buena parte de la gente desde hace dos milenios, solo tienen este título desde finales del siglo IV. Se creó cuando el obispo Siricio lo asumió. “Su sucesor, Inocencio I, negoció con Alarico el Visigodo cuando este invadió Italia y ocupó Roma en 410. El imperio occidental de Augusto, que comprendía desde la península ibérica hasta el Rin y al norte hasta la muralla de Adriano, se acercaba efectivamente a su fin, aunque Alarico muriera a causa de unas fiebres y Atila el Huno se retirara de Italia en 452 sin haber saqueado la Ciudad Santa”. De Los Papas. Una historia. John Julius Norwich (Reino de Redonda).
- · Gran aliado de los papas y el Vaticano ha sido España donde Fernando VII (1784-1833), uno de sus reyes más polémicos e impopulares, recibió su educación guiada por cuenta de los curas que organizaron su jornada de siete de la mañana a nueve de la noche. Se convirtió en una persona imbuida de su poder, cruel y vengativa que tras pactar con Napoleón su regreso a España, en 1813, empezó a reclamar dinero al pueblo. De Fernando VII: un rey deseado y detestado. Emilio La Parra (Tusquets).
- · Mary Shelley aprendió a leer siguiendo con sus dedos la forma de las letras de la tumba de su madre: Mary Wollstonecraft que murió diez días después de dar a luz esa niña que 19 años después daría vida a una criatura hecha de partes humanas que llamó Frankenstein. Cinco años después de esa creación, la misma Mary Shelley estuvo a punto de morir al dar a luz un niño muerto. De Mary Wollstonecraft / Mary Shelley. Charlotte Gordon (Circe).
- · Esperar fue el destino de Camille Claudel. Esperar para convertirse en una artista, esperar viajar por el mundo, esperar el amor, esperar a Auguste Rodin, esperar sus últimos treinta años a que la sacaran de un manicomio y, dentro de él, esperar a su hermano menor y poeta Paul, aquel con quien de niños y jóvenes aprendió a esperar y a convertirse en artista. De El vestido azul. Michèle Desbordes (Periférica).
- · El 6 de mayo de 1918, el último zar de Rusia, Nicolás II, escribió en su diario: “Llegué a los cincuenta años, ¡Es raro incluso para mí! Hubo un tiempo excelente, como mandado a hacer. A las once y media fuimos a misa, fue muy bueno para nosotros. Paseé con María hasta la comida. De día estuvimos sentados una hora y cuarto en el jardín, tomando el sol. No tenemos ninguna noticia de nuestros hijos y dudamos, ¿ellos ya habrán salido de Tobolsk?”. Dos meses después él y su familia fueron ejecutados por los bolcheviques. De Románov- Crónica de una final: 1917-1918. Correspondencia y memoria de una familia. (Páginas de Espuma).
- · En la primavera-verano de 1939 Joan Miró quedó atrapado entre la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. Estaba en el sur de Normandía y huyó con su familia, siete maletas, las joyas en un maletín y las carpetas con las Constellations. Tras unos días de espera en la estación de tren de Ruán dos enfermeras de apellido Smiro lograron subirlos a un tren rumbo a París. Al llegar, las enfermeras se había ido con todo. Solo se salvó lo que Miró custodió: sus Constellations. DeJoan Miró. El niño que hablaba con los árboles. Josep Massot (Galaxia Gutenberg).
- · Silvina Ocampo es una de las mujeres más valiosas de la cultura y la literatura argentinas que casi quedó eclipsada por sus amigos Adolfo Bioy Casares, que era su amante, y Jorge Luis Borges. De La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo. Mariana Enriquez (Anagrama).
- · Simone de Beauvoir llora la enfermedad de su madre y le perdona todo el dolor causado y se perdona así misma. Es el lado más íntimo de esa mujer que encarnó el prototipo del intelectual del siglo XX y se convirtió en uno de los iconos del feminismo. “Simone dejó encendidas en su piso pequeñas lámparas de mesilla para que no todo estuviese a oscuras. Dejó los cajones abiertos, los fajos de cartas encima del escritorio y la cama sin hacer. Como si siguiera viva, como si fuera a volver mañana mismo”. De Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir. Carmen G. de la Cueva (Lumen).
Otras visitas literarias a grandes personajes pueden ser a Yves Bonnefoy en La bufanda roja (Sexto Piso); a Nelson Mandela en Cartas desde la prisión(Malpaso); a Miguel de Unamuno en Epistolario (Universidad de Salamanca); a Luis Antonio de Villena en Dorados días de sol y noche (Pre-Textos); o a la autora brasileña Clarice Lispector en Una biografía de Benjamin Moser (Siruela) quien rodeada de leyenda y mito decía: “Mi misterio es que no escondo ningún misterio”.
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