"Y se ve francamente ridículo con su sombrero de paja con pajarito incorporado (embalsamado ese sí). Hasta la chompa patriótica tricolor que heredó del difunto parece quedarle grande, pese a su gran tamaño. Y ni siquiera puede ponerse uniforme militar, porque no es militar. No es nada por sí mismo. Ni siquiera parece, como dice que es, “hijo de Chávez”. Como sucesor de un dirigente carismático es incluso peor que Isabelita Martínez de Perón."
Antonio Caballero
Semana, 20 de abril de 2013
Las 10 ‘avionadas’ de Maduro
para ganar
Por Catalina Lobo-Guerrero, corresponsal de SEMANA en Caracas
Semana, 17 de abril de 2013
Para vencer a Henrique Capriles, en Venezuela,
operó lo que se llama “ventajismo” electoral.
El candidato de la oposición, Henrique Capriles, ha insistido, una y otra vez, en el recuento total, argumentando que hubo miles de irregularidades el día de las elecciones, y calcula que se habrían afectado más de 5 millones de votos.
Lo sucedido ese día es simplemente la culminación de una campaña que estuvo marcada por lo que se conoce en Venezuela como ‘ventajismo’ electoral y que se ha denunciado desde hace varios años por partidos y por ciudadanos.
Cualquiera que compita contra el candidato del Estado, lleva las de perder porque lo hace en condiciones desiguales. Aquí está la muestra.
1. Candidato encadenado
El candidato Nicolás Maduro, en calidad de presidente encargado, podía interrumpir en cualquier momento la programación en todas las cadenas de radio y televisión para transmitir mensajes de gobierno. Se supone que sólo debe utilizarse para comunicar anuncios institucionales, pero en la práctica se utilizó también para hacer campaña. Según el ‘cadenómetro’ de la ONG Monitor Ciudadano, durante la campaña Maduro hacía cadenas de 26 minutos en promedio cada día.
El martes, mientras Capriles daba una rueda de prensa a los medios internacionales y anunciaba que suspendía la marcha al CNE para evitar más violencia, en transmisión en vivo por el canal Globovisión, Maduro ordenó una cadena para inaugurar un hospital en Aragua. El hospital había sido ya inaugurado el pasado viernes por el gobernador de la entidad y la ministra de Salud, Eugenia Sader. Durante la transmisión, una enfermera le puso el estetoscopio a Maduro en el pecho y dijo que tenía al pueblo en su corazón.
2. ¿El canal de todos los venezolanos?
Venezolana de Televisión es un canal del estado, un medio público cuyo eslogan es “el canal de todos los venezolanos”. Sin embargo entre el 2 y el 12 de abril, periodo de campaña oficial, Maduro apareció en este canal durante más de 70 horas, mientras que su contrincante, Henrique Capriles, apareció 23 minutos, según Monitor Ciudadano. VTV hace parte del Sistema Nacional Bolivariano de Comunicación e Información (SIBCI), destinado casi exclusivamente a cubrir las actividades del gobierno. En estos medios que incluyen radios comunitarias, periódicos, revistas, páginas web y otros canales de televisión la exposición del otro candidato es casi nula o sino es parcializada.
Se supone, además, que días previos a las elecciones los medios de comunicación no pueden transmitir información propagandística o actos de campaña de los candidatos porque debe haber tres días de “reflexión” para los votantes. Sin embargo, el día antes de elecciones, VTV hizo un programa especial desde el Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos de Chávez, en donde apareció Maduro, recordando el golpe a Chávez de abril de 2002, atacando a Capriles y en el que el futbolista argentino Diego Armando Maradona invitaba a los venezolanos a votar por Maduro.
3. Cierre de fronteras
Faltando seis días para las elecciones el gobierno tomó la decisión de cerrar la frontera con Colombia. Esta medida no sólo afectó el intercambio comercial y económico entre ambos países sino que fue una medida creada para evitar que los venezolanos que viven en Colombia, y que tienden a votar por Capriles, ingresaran a Venezuela para votar por el candidato de la oposición. A dos días de las elecciones el alto mando militar dio una rueda de prensa en la que anunciaron que habían capturado a un hombre con varias cédulas de identidad colombianas que quería sabotear los comicios. El gobernador del estado Táchira, José Gregorio Vielma Mora también acusó a un hacendado de la oposición de estar detrás de un supuesto “reclutamiento de cucuteños” para que votaran por Capriles.
4. Abuso de recursos públicos
La ley en Venezuela prohíbe la financiación estatal de los partidos políticos. Sin embargo, como el PSUV es el partido de gobierno, el uso de recursos públicos para la campaña de Maduro, quien además fungió como presidente encargado durante este tiempo, fue constante. La ONG Transparencia Internacional, capítulo Venezuela, recibió más de 288 denuncias de uso de recursos públicos para la campaña de Maduro. Uno de los casos más notorios fue el del alcalde la ciudad de Maturín, José Vicente Maicavares, quien recorrió la ciudad a bordo de vehículos de la alcaldía, llamando a votar por Nicolás Maduro.
5. Publicidad prohibida
El comando de campaña de Capriles denunció a lo largo de la campaña que los oficialistas destruían su publicidad en vallas y calles. El día de elecciones se supone que no puede haber promoción de los candidatos, pero en cercanías a varios puestos de votación había vendedores ambulantes de camisetas, música, gorras, entre otros. Los camiones con los jingles de campaña de Nicolás Maduro recorrían las calles. Uno de ellos, decorado con banderas rojas se instaló frente a un puesto de votación en Catia en horas de la tarde y no paraba de promocionar al candidato del oficialismo.
6. Voto asistido
Una de las denuncias que hizo la campaña de la oposición el mismo día de las elecciones, mostrando un video, fue que en varios centros de votación se estaba presentando el fenómeno del “voto asistido”, es decir cuando una persona acompaña a otra a votar, en teoría, porque ésta tiene alguna condición de salud que no le permite hacerlo autónomamente. Pero con esta disculpa, varios electores fueron “obligados” a votar con asistente. En el municipio Mara (Zulia), se reportaron varios de estos casos, en donde los acompañantes eran miembros de los concejos comunales y no familiares. La oposición dice que este fenómeno se presentó en 564 centros de todo el país.
7. Voto vigilado
Además del voto asistido, hubo reportes de testigos de uno de los partidos o de miembros de mesa que se ubicaban cerca al votante y observaban por quienes marcaban el tarjetón. SEMANA presenció como en la mesa número 8 del puesto de votación del colegio Miguel Antonio Cano, en la zona de Catia, en Caracas, uno de los miembros de mesa se paraba a menos de medio metro de los votantes y les iba dirigiendo paso a paso como era la votación. En vez de retirarse para que pudieran votar sin tener ojos encima, el jurado se quedaba y observaba por quién votaban los electores.
8. Intimidaciones y amenazas
A las afueras de varios puestos de votación hubo “puntos rojos” instalados. Allí personas de tendencia chavista amenazaban o intimidaban a algunos votantes, según lo registró una coalición de organizaciones de la sociedad civil que recibieron un total de 184 denuncias de que esto estaba sucediendo. La oposición también denunció que en 286 centros de votación del país tuvieron que retirarse sus testigos.
Varios periodistas reportaron, además, que la Guardia Nacional les negó el acceso a algunos puestos de votación. A una periodista en el estado Zulia que presenció voto asistido y alertó lo que estaba sucediendo la capturaron por varias horas. Luego la dejaron libre. SEMANA pudo entrar a uno de los puestos de votación más chavistas en el barrio 23 de Enero, pero el comandante de la Guardia Nacional en ese centro ordenó a un soldado armado seguir al periodista en su recorrido mientras hacía entrevistas y prohibió tomar cualquier foto.
Hubo incidentes de violencia física reportados también en algunas zonas del país. Afuera de uno de los puestos de votación del barrio Miguel Antonio Rivas, en Petare, zona popular de Caracas, los chavistas se concentraron para celebrar desde horas de la tarde. A pesar de que había ley seca, muchos de ellos consumían alcohol al lado del centro, mientras bailaban al ritmo de música de campaña de Nicolás Maduro y en presencia de uniformados que no tomaban ninguna medida. Una de las jurados de una mesa en ese centro le dijo a SEMANA que afuera habían asesinado a dos personas más temprano.
9. Cierre de mesas flexible
Por ley, todos los puestos de votación deben cerrar a las 6:00 p. m., a menos de que haya electores que todavía estén haciendo fila para votar. En la práctica, sin embargo, varios puestos de votación permanecieron abiertos más tiempo del permitido sin tener filas. Esto en anteriores elecciones ha sido clave porque es lo que ha permitido que el chavismo ponga en marcha su famosa operación ‘remolque’ movilizando a sus simpatizantes a votar a última hora.
10. Auditorías y vigilancia controlada
Al cierre de las mesas de votación, se supone que los ciudadanos pueden presenciar y ser testigos de toda la etapa de auditorías y transmisión de datos de resultados. El diario El Nacional reportó como en varios centros de votación en Caracas no dejaban entrar a los ciudadanos que querían participar del proceso. Mientras esperaban afuera, motorizados armados y vestidos de rojo intimidaban a quienes estaban allí. La Guardia Nacional logró controlar la situación en la escuela Técnica Don Bosco, en Los Cortijos.
Nicolás Maduro
Un mal sucesor
Por Antonio Caballero
OPINIÓNMaduro es un hombre débil, y en el último mes ha revelado además ser incapaz. Y por incapaz y por débil es un hombre peligroso
Antonio Caballero. Foto de León Darío Peláez / Semana
En su cumbre de emergencia de Lima los jefes de Estado de Unasur respaldan al presidente electo de Venezuela Nicolás Maduro. Pero en Caracas los seguidores de Henrique Capriles todavía protestan contra el conteo electoral a la hora en que escribo esto. Bochinche, como decía el precursor Francisco de Miranda que es lo que saben hacer los venezolanos. Aunque a veces, como aquella, hayan pasado del bochinche a la guerra a muerte.
La culpa del desorden es de Hugo Chávez, quien, como todos los déspotas, dejó mal amarrada su sucesión y escogió mal al sucesor, sin sopesar debidamente sus virtudes y sus defectos. Y la principal virtud de Maduro, la lealtad de su jefe a todo trance, se convierte en un defecto cuando ya no vive el jefe que da las órdenes.
La culpa del bochinche es de Maduro: perdió las elecciones.
En realidad poco importa si las ganó por unos pocos votos (menos del 2 por ciento) o las perdió por otro tanto. En las circunstancias de radicalización que vive Venezuela era necesario que las ganara o las perdiera de manera contundente e inobjetable. La revolución bolivariana del socialismo del siglo XXI necesita una cabeza sólida e indiscutida, como era la de su fundador. No la de este señor que grita insultos sin convicción y con esfuerzo, y es aplaudido por sus seguidores sin ganas, por necesidad, a falta de otro jefe.
Durante sus años de vida pública, como diputado y presidente de la Asamblea Nacional y luego como ministro de Relaciones Exteriores, Maduro siempre pareció un tipo serio. Un hombre reposado, tranquilo, más bien callado, incluso tímido. No en balde se llama Nicolás: un nombre plácido, pacífico, como de osito de felpa.
Y es grandote, fuerte, gordo, desmañado en el andar, pero sólido de aspecto y en apariencia firme, aunque pareciera no saber muy bien qué hacer con sus manos, curiosamente pequeñitas para su corpachón de luchador, como si fueran de otra persona. Pero desaparecido Chávez, que lo ungió como su heredero casi in artículo mortis, quedó desconcertado como un caballo súbitamente sin jinete. Violentando un poco la Constitución asumió el cargo de presidente encargado y candidato presidencial a la vez.
Y empezó a dar traspiés. Los llantos desaforados al anunciar la muerte del patrón, al cual muchos consideraban cadáver desde bastantes días antes. Los contradictores anuncios sobre su embalsamamiento. Los discursos lanzados a gritos incoherentes. El increíble cuento milagroso de que, mientras oraba (pues dice orar mucho últimamente), se le apareció el alma del comandante Chávez disfrazada de pajarito chiquitico para darle inspiración, y charlaron los dos un rato a silbido limpio.
Pero Maduro no silba bien: carece de la calidez personal, de la simpatía natural que a Chávez le permitía cantar, bailar, tocar el cuatro sin perder la espontaneidad. Maduro, cuando baila –bailó un par de veces durante la campaña electoral– parece un oso amaestrado. Inspira risa: no transmite alegría.
Y se ve francamente ridículo con su sombrero de paja con pajarito incorporado (embalsamado ese sí). Hasta la chompa patriótica tricolor que heredó del difunto parece quedarle grande, pese a su gran tamaño. Y ni siquiera puede ponerse uniforme militar, porque no es militar. No es nada por sí mismo. Ni siquiera parece, como dice que es, “hijo de Chávez”. Como sucesor de un dirigente carismático es incluso peor que Isabelita Martínez de Perón.
¿Y qué anuncia este improbable líder, elegido sin ganas por la mitad aritmética de los votantes venezolanos? Chavismo sin Chávez. Cosa bastante difícil, pues el chavismo era Chávez: no es buena la comparación que se hace con el fenómeno del peronismo, vacío omnívoro capaz de sobrevivir no solo a Perón, sino a la misma Evita, y de reencarnarse en avatares tan distintos como Menem y los Kirchner.
Y cosa más difícil todavía por cuanto va a tener que ser también un chavismo sin petróleo. Porque las reservas siguen siendo inmensas, pero no solo ha mermado en más de un tercio la producción de Pdvsa, la petrolera estatal, y han aumentado sus gastos al doble, sino que el precio del petróleo está bajando considerablemente: si a Chávez le llegaron a tocar precios de más de 150 dólares por barril, los que vienen para Maduro serán de 100 para abajo.
Malos tiempos se anuncian para Venezuela. Porque dice Maduro que tiene con él al pueblo y al Ejército, pero lo cierto es que no es así. Lo del pueblo se vio en los melancólicos resultados de la votación presidencial, y la lealtad de los militares hacia su persona es bastante dudosa. Y no tiene tampoco el petróleo. Es un hombre débil, y en el último mes ha revelado ser además incapaz. Y por incapaz y por débil es un hombre peligroso.
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