Leitor Rio de Janeiro, 2013 Foto de Triunfo Arciniegas |
El alquiler de una oficina en Río
es tres veces más caro que en Nueva York
La ciudad brasileña es tercera más cara del mundo después de Hong Kong y Tokio
Javier Arias
Rio de Janeiro, 10 de abril de 2013
El precio por alquilar o comprar un piso en Río de Janeiro se ha disparado de forma tan alarmante en los últimos años que se empieza a temer una burbuja inmobiliaria. El alquiler de un piso para oficinas o uso comercial en la capital carioca es 153% más caro que en Nueva York. São Paulo, la ciudad más poblada de Brasil, es un 77%. Solamente Hong Kong (un 366% más costosa que la ciudad estadounidense) y Tokio (un 196%) son más caras que Río de Janeiro.
Las cifras son del Deutsche Bank y han comenzado a preocupar a las autoridades brasileñas, pues Río de Janeiro se prepara para la Copa del Mundo de fútbol que se celebrará el año próximo y además para los Juegos Olímpicos que recibirá en 2016, lo que probablemente incrementará los ya de por sí astronómicos alquileres.
En los últimos cuatro años, en Brasil los precios de los pisos se han disparado hasta un 300%. Entre las causas, la apertura del crédito, que llega a financiar hasta 500.000 reales (cerca de 250.000 dólares) con intereses que en Europa serían estratosféricos, pero que aquí se consideran. Por ejemplo, los créditos públicos, destinados a la población con menos recursos económicos, tienen una tasa de un 8%, la establecida por el Banco Central de Brasil. En Estados Unidos, la tasa es de un 3,3%.
La ascendente clase media brasileña (que aumentó en 35 millones de personas en los últimos 10 años) ha aumentado la demanda por tener una casa propia y eso ha contribuido a disparar los precios. El déficit de pisos se calcula en ocho millones en todo el país. El Gobierno había prometido la construcción de cuatro millones de pisos populares. Solamente consiguió terminar algunos cientos de miles, algunos tan precarios que tuvieron que destruirse.
Algunos economistas, como Arminio Fraga que fue ministro de Hacienda, recuerdan que los pisos que sobre todo en ciudades como Río o São Paulo que hoy están con cifras casi irreales para este país, son comprados con dinero contante por artistas, futbolistas o grandes empresarios sin el peligro de las hipotecas.
El padre y el mar Copacabana, Rio de Janeiro, 2013 Foto de Triunfo Arciniegas |
A los ricos brasileños ya les duele también el bolsillo
Se habla siempre de los millones de pobres que en Brasil han dado un salto a la clase media, aunque se trate de una clase media baja, la clase C. Se calcula que han sido unos 30 millones esos privilegiados. Y quedan otros 16 millones en espera.
¿Y los ricos? De ellos se habla poco. Me refiero a la clase alta A. Al parecer han sido dos millones los que se han empinado a esta esta clase para quienes el dinero no supone un problema.
Y sin embargo, como ha analizado estos días el diario O Globo, también a los ricos empieza a dolerles el bolsillo.
Ello, debido a que la inflación que se ha disparado en el país, y que siempre se ha dicho que golpeaba sobretodo a los pobres -lo que es cierto- , esta vez también está arañando a los ricos que se han visto obligados a cambiar muchos de sus viejos hábitos de gastos.
La inflación oficial es de un 6,7%, pero todos saben que la real es mucho más. Los tomates, por ejemplo han subido un 103%. Lo mismo las cebollas, hortalizas varias y frutas.
El otro día, un marido golpeó gravemente a su mujer embarazada porque en el mercado no había comprado tomates, que han desaparecido de la mesa de la clase media baja.
Hasta The Economist llegó a hacer una broma al decir que en Brasil los tomates estaban “golpeando al gobierno Dilma”.
La de los alimentos es la inflación que afecta más dolorosamente a los pobres que gastan en comer la mitad de sus sueldos bajos.
Lo nuevo, es que, esta vez, la inflación no sólo está afectando a los alimentos, sino a todos los servicios. Por primera vez además, muchos artículos como el vestido y calzado son más caros en este país que, por ejemplo en Nueva York,París, o Venecia. Sin hablar de los pisos. Los ricos están comprándose casas en Miami, a mitad de precio, por ejemplo, que en Rio .
Y es esa clase A, que viaja con frecuencia a los Estados Unidos y Europa la que ya no está comprando sus artículos de lujo aquí. Lo hacen aprovechando los viajes al exterior. Allí se visten ellos y visten a los niños, pues, aseguran que todo es tres veces más barato.
La nueva ley que ha reglamentado el trabajo de las mujeres de hogar, chóferes, jardineros, niñeras etc. está también afectando a esa clase A, ya que es ella la que hasta ahora más usaba esos servicios para no perder tiempo en su trabajo. Y eran baratos.
Ya hay ricos que ahora prefieren prescindir, por ejemplo del chofer.Cuentan que entre lo que ahora tienen que pagarle, más lo que cuestan los aparcamientos, les sale mucho más barato usar sólo taxis.
Las señoras están prescindiendo de los salones de belleza de copetedonde pagaban 50 reales para hacerse la manicura, y lo hacen en un salón normal cerca de casa, donde les cuesta la mitad y además pueden llevar la tinta para teñirse el pelo, algo que en los lugares de lujo les sale por un ojo de la cara.
Los restaurantes de lujo, en Brasil, cuestan el doble y a veces el triple de los de la misma categoría en Nueva York o Madrid. Ello ha hecho que esos santuarios de la gastronomía que se nutrían de la clase A, hayan empezado a perder clientela. Hasta el punto que, por primera vez en su historia gloriosa, se han visto costreñidos a ofrecer un menú del día a cien reales (cuarenta euros) por persona.
Lo está haciendo hasta el D.O.M. de São Paulo, cuyo chef de cocina, Alex Atala, acaba de aparecer entre las 100 mayores personalidades del mundo escogidas por la revista Time.
Muchos ejecutivos afirman que han dejado de viajar en primera clase, que “se ha puesto en las nubes” - nunca mejor dicho - ya que las tarifas aéreas en Brasil han aumentado hasta un 300%.
No que estos ricos hayan renunciado a vivir bien. Están sólo cambiando sus hábitos para “no tirar el dinero”, afirman.
Podría parecer una paradoja, pero es la primera vez que en Brasil, donde era proverbial que los ricos exhibiesen su fausto, ahora están haciendo- en otra escala, claro- lo mismo que las clases más bajas: cambiar los hábitos de consumo, como recorrer las tiendas para ver donde se puede comprar lo mismo, pero más barato.
Si los ciudadanos de la clase C, que ya se podían permitir ir alguna vez a comer a un restaurante medio, hoy lo hacen en uno “a kilo”, más barato, los ricos comen aún en el restaurante de lujo, pero el plato del día.
No que ello sea un consuelo para los menos aventajados de la sociedad. Es, sin embargo algo nuevo en este país, donde por primera vez los ricos se están viendo obligados a cambiar hábitos en busca de una mayor austeridad, acercando, de alguna forma, psicológicamente, las distancias entre pobres y ricos, dicen los sociólogos.
Unos y otros, se están viendo obligados en Brasil, por el dispararse de los precios, a mirarse al bolsillo antes de comprar.
Claro que la distancia del bolsillo de unos y otros sigue aún siendo medida a años luz.
HACE MENOS DE UN AÑO,
ASÍ ESTABAN LAS COSAS
Un estudio en 214 ciudades del mundo midió el costo de vida para expatriados, Tokio, la más cara del mundo.
La capital de Japón, Tokio, es la ciudad más cara del mundo para expatriados, según la última edición de la Encuesta de Costo de Vida de Mercer.
Por otro lado, Osaka se encuentra en la tercera posición al subir tres puestos desde el año pasado, mientras que Moscú sigue en la cuarta y Ginebra, en la quinta. Singapur y Zúrich comparten el sexto puesto.
Por otra parte, Karachi resulta ser la ciudad menos cara del mundo para expatriados, al representar menos de un tercio del costo de Tokio. Mientras que en el Reino Unido, Londres es la ciudad más cara para expatriados.
Ese es el panorama del estudio, que incluye 214 ciudades de cinco continentes y mide el costo comparativo de más de 200 puntos en cada lugar, incluyendo transporte, comida, vestimenta, entretenimiento y bienes del hogar.
También se considera el costo de vivienda, que tiene un rol importante en la determinación del escalafón de las ciudades, porque a menudo representa el gasto más significativo para expatriados.
La encuesta de costo de vida de Mercer es la más exhaustiva del mundo, y está diseñada para ayudar a gobiernos y compañías multinacionales a determinar las asignaciones de compensación para sus empleados expatriados.
Nueva York se toma como ciudad de referencia y todas las demás ciudades son comparadas con ella. Los movimientos monetarios son medidos contra el dólar estadounidense.
"El despliegue de empleados expatriados es un aspecto muy importante en la estrategia de negocios de las compañías multinacionales, incluyendo la estrategia de expansión. Es importante asegurarse de que los salarios reflejen adecuadamente la diferencia del costo de vida en comparación con el país de origen, a fin de atraer y retener el talento donde las compañías lo necesiten", dijo Nathalie Constantin-Métral, representante de Mercer y responsable de realizar el estudio cada año.
"En comparación con Nueva York, la mayoría de las ciudades europeas muestran una reducción del costo de vida. Hay algunas excepciones, donde los precios de acomodación han aumentado o donde los impuestos al valor incrementan el costo de vida", afirmó.
En Latinoamérica, Sao Paulo y Río de Janeiro siguen siendo las ciudades más caras para expatriados y les sigue de cerca Caracas, capital de Venezuela.
Por su parte, Bogotá se define como la quinta ciudad más costosa para expatriados en América Latina al situarse en el puesto 53 del escalafón en el 2012.
Según Melissa Mata, líder de movilidad para expatriados de Mercer, "Bogotá se encuentra en ese puesto al subir diez posiciones (tuvo el puesto 63 en el 2011), principalmente dado por los costos asociados a la acomodación de vivienda de los empleados expatriados que llegan a la ciudad y comparativamente mayores que los de las ciudades vecinas, como Lima, Ciudad de Panamá y Quito, entre otras".
Nueva York, la más cara de EE. UU.
En el estudio de Mercer, Nueva York (puesto 33) sigue siendo la ciudad más cara de los Estados Unidos.
Sin embargo, Los Ángeles (en el puesto 68) y San Francisco (en el 90) se han acercado, luego de subir 9 y 16 escaños, respectivamente.
REDACCIÓN ECONOMÍA Y NEGOCIOS
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