Salinger y otros nueve famosos desconocidos
Salinger, Elena Ferrante, Thomas Pynchon y otros famosos que hubieran preferido que no los conociéramos
La escritora italiana Elena Ferrante ha vendido millones de libros, pero nadie sabe cuál es su verdadero nombre ni qué pinta tiene. No es la única
09/11/2015 - 08:25 CET
Hay un buen puñado de escritores, artistas y directores de cine que rehúyen la fama y prefieren la tranquilidad y la comodidad de su casa a todo ese lío de las entrevistas, las fiestas y las entregas de premios. Algunos simplemente son reservados, mientras que otros trabajan desde el anonimato con el objetivo de que nos centremos en su obra y no en su vida.
Como en el caso de la escritora Elena Ferrante, que acaba de publicar en EspañaLa niña perdida, la cuarta y última novela de su tetralogía ambientada en la Nápoles de los años 50. La paradoja es que las elucubraciones acerca de su verdadera identidad sustituyen a los posibles cotilleos acerca de su vida privada.
Hablamos de Ferrante y de otros nueve personajes públicos que han intentado ser lo menos públicos que han podido por elección personal, dejando aparte los casos en los que esta reclusión se ha debido a otras causas como a la fobia social.
1. Elena Ferrante y la renuncia a la autopromoción
Sabemos que su nombre es un pseudónimo, pero nada más: ni su rostro, ni su edad, ni siquiera si es un hombre o una mujer. Según recogía El Confidencial, la Universidad La Sapienza de Roma cotejó su escritura con la del resto de escritores italianos mediante un algoritmo (así descubrieron la novela que J. J. Rowling firmó con pseudónimo). Se llegó a la conclusión de que Ferrante escribe de forma muy parecida a Domenico Starnone y a su mujer, Anita Raja, quien además editó el primer libro de Ferrante. Ambos lo han negado. Pero esto pone de manifiesto las ganas que tenemos todos de saber quién se esconde detrás de esa firma.
Ferrante apenas ha concedido entrevistas. Ha contestado por correo electrónico a las preguntas de Il Corriere de la Sera, afirmando que no se arrepiente de su anonimato. En The Paris Review explicó que estaba en contra de la “autopromoción impuesta de modo obsesivo por los medios”. El anonimato también le sirve para que no confundamos a la autora con la narradora. Pero claro, este anonimato también acaba siendo una herramienta publicitaria y este misterio también contribuye a la idea que nos formamos sobre la autora.
2. J. D. Salinger: “Hay una paz maravillosa en no publicar”
De Salinger hay pocas fotos y en una se nota claramente que no le gusta salir en ellas. Publicó una novela y tres libros de relatos entre 1951 y 1963. Ya cuando salió El guardián entre el centeno comenzó a rehuir la vida pública y en 1980 dejó de conceder entrevistas.
En 2014, 10 años después de su muerte, se publicaron tres cuentos suyos escritos en los años 40, los únicos que los editores pudieron rescatar sin incurrir en la ira de sus herederos. Hay más, que se publicaron en los años 70 de forma ilegal en dos volúmenes. Cuando se editaron, Salinger explicó a The New York Times que “hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Esta publicación es una invasión horrible de mi privacidad. Me gusta escribir. Amo escribir. Pero escribo solo para mí y para mi propio placer”. No siempre hacen falta lectores. Sobre todo si uno de ellos es el asesino de John Lennon y asegura que tu libro le cambió la vida.
3. Thomas Pynchon: “No está mal, seguid probando”
Pynchon es otro autor del que no se sabe casi nada, aunque sigue escribiendo sus novelones intrigantes, personalísimos y, no nos engañemos, difíciles de seguir. Sólo se conocen un par de fotos suyas. También sabemos que se casó con su agente, Melanie Jackson, que su hijo nació en 1991 y que vive en Nueva York. Apareció en Los Simpson en 2004. Su personaje aparecía junto a una señal de neón que decía “La casa de Thomas Pynchon, entren” y una bolsa de cartón en la cabeza. Comentó el guión cuando se lo enviaron (“lo siento chicos, Homer es mi modelo y no pienso hablar mal de él”) y puso su propia voz.
Poco más. Hay rumores, claro: se sugirió que era el propio Salinger, a lo que Pynchon contestó mediante una carta al Soho Weekly News que decía “no está mal, seguid probando”. También se apunta que escribe más libros con pseudónimo, como Cow Country, firmado por Adrian Jones Pearson y publicada en 2015.
En New Republic, Alex Sephard siguió el rastro de Pearson, que negaba ser Pynchon -cosa que haría si fuera Pynchon, claro-. Pearson, que también escribe con pseudónimo, asegura que quiere que nos fijemos en su obra, no en su biografía. Sephard escribe que esto es irónico: “Cow Country está recibiendo una enorme cantidad de atención porque podría haber sido escrito por otro autor huidizo”. Es decir, estamos hablando de un libro escrito con pseudónimo por alguien de quien se sospecha que es otro escritor que escribe con pseudónimo, y lo que nos interesa es saber por qué escriben con pseudónimo.
Por cierto, el documental sobre Pynchon, A Journey Into the Mind of [P] cuenta con la música de The Residents, el grupo que se tapa la cara con enormes globos oculares a modo de casco y cuya identidad también se mantiene anónima.
4. John Swartzwelder, el autor de 59 episodios de Los Simpson
Hablando de Los Simpson y de ermitaños modernos, hay que citar a John Swartzwelder. Nacido en 1950, es el autor de más guiones de la serie, 59, incluyendo clásicos como Bart el general; Rasca, Pica y Marge; A Bart le regalan un elefante, y Homie, el payaso.
Swartzwelder no suele aparecer en público e incluso corre el rumor entre los fans de que en realidad no existe y era un pseudónimo que usaban los guionistas cuando no querían firmar sus episodios o cuando habían escrito el episodio entre varios. El resto del equipo nunca le convenció para que participara en los comentarios de los DVD de la serie, más allá de un par de llamadas telefónicas.En una de ellas, la conversación termina sugiriendo que “es una pena que yo no sea realmente John Swartzwelder” y en la otra simplemente dice que está cocinando un filete. Eso sí, hay cameos de sus caricaturas (sin voz) en bastantes capítulos.
Desde 2004, se dedica a escribir (y a autopublicar) sus novelas humorísticas protagonizadas por Frank Burly, un tipo grandote, torpe y no muy avispado. En ellas parodia la literatura de género. No sólo la detectivesca: hay viajes en el tiempo, invasiones alienígenas y superhéroes. Sobre estos libros, el guionista y productor de Los Simpson, Matt Selman, escribió en Time que Swatzwelder “es una de las mentes cómicas más grandes de todos los tiempos”.
5. Harper Lee: 55 años sin publicar
En 1960 publicó Matar un ruiseñor, que ganó el premio Pulitzer. No publicó otro libro en 55 años y practicamente no concede entrevistas. En 2007 le propusieron dar un discurso en la Academia de Honor de Alabama y respondióque “es mejor mantenerse en silencio que decir tonterías”.
En 2015, cuando Lee tenía ya 88 años, vio la luz Ve y pon un centinela, que salió a la venta en 70 países. Se trata de una continuación a su primera novela, aunque al parecer la escribió antes. Estas más de cinco décadas de silencio alimentaron toda clase de rumores, incluyendo que Truman Capote, su amigo de la infancia, era el verdadero autor del libro. Al parecer, en un mundo en el que la norma establecida es ser extrovertido, es necesario dar (o buscar) explicaciones cuando alguien prefiere quedarse en silencio y no necesita llamar la atención.
6. Greta Garbo: "No"
Dejemos ya a los escritores, aunque eso suponga no hablar de Emily Dickinson, Emily Brönte y Cormac McCarthy, quien a pesar de su fama de huraño concedióuna entrevista nada menos que a Oprah Winfrey para hablar de La carretera y de signos de puntuación.
La actriz Greta Garbo, nacida en Estocolmo, no concedía entrevistas, no firmaba autógrafos, no acudía a los estrenos ni a las entregas de premios. Ni siquiera las tres veces que fue candidata al Oscar ni cuando le concedieron el honorífico en 1955. Cuando alguien le preguntaba por la calle si ella era Garbo, simplemente contestaba: “No” y se llevaba el índice a los labios, pidiendo silencio.
Era una persona muy dulce con sus amigos, escribe L.A. Times, pero necesitaba silencio y tranquilidad. “Me siento capaz de expresarme solo a través de mis papeles, no con palabras, y este es el motivo por el que intento evitar hablar con la prensa”, recogía el New York Times en su obituario de 1990.
7. ¿Quién es Banksy?
Banksy es un pintor, artista callejero, activista y candidato al Oscar por su documental Exit Through the Gift Shop. Se desconoce su identidad, a pesar de que ha llevado a cabo acciones en Nueva York, Viena, San Francisco, París, Barcelona e incluso Gaza.
Sí sabemos que se crió en Bristol, Inglaterra, y que llegó a Londres en 1999, donde comenzó con sus acciones a partir de 2001. Se sospecha que es un tal Robin Gunningham, antiguo alumno de una escuela pública de Bristol que ahora tendría 41 años. Hay unas cuantas fotos de Gunningham, si es que ese es su verdadero nombre, siendo la más popular una tomada en Jamaica, que se publicó en 2008. Recientemente se ha añadido la de otro hombre al que se vio en su reciente sátira de los parques temáticos, Dismaland. Se da un aire, pero en realidad resultó ser el vigilante de un aparcamiento público. Lo que por otro lado sería una tapadera perfecta para Banksy.
Sus fans más acérrimos no quieren saber quién es… Ni que se publique. Y como escribían en Salon, en realidad a todos nos gusta su anonimato: “Es mucho más divertido pensar en un Warhol enmascarado despreciando el arte mainstream y llevando la mística del grafiti anónimo a su inevitable conclusión. Banksy está en todas partes y en ninguna al mismo tiempo”.
El propio Banksy ha declarado que no tiene ningún interés en desvelar su identidad: “Solo intento que mis obras se vean bien, no estoy intentando que se me vea bien a mí”. De nuevo, nos encontramos con una paradoja, ya que de este modo también consigue que se le vea bien a él.
8. Steve Ditko, el objetivista
Igual a alguno no le suena el nombre de este dibujante de cómics. En 1962 y junto a un tal Stan Lee, Ditko creó a un superhéroe algo más conocido: un tal Spider-Man. De hecho y aunque Lee es la cara famosa de los orígenes de este personaje, Ditko fue responsable de gran parte de las tramas (y de la personalidad) de Peter Parker.
El dibujante no concede entrevistas, es de los que quiere que su obra diga todo lo que tiene que decir. Aunque de vez en cuando escribe cartas: en 2012 escribió una a un cliente de la tienda MidtownComics, en la que explicaba que no recordaba quién había diseñado el traje de Spider-Man.
En 1966, Dirko dejó Marvel y comenzó a crear cómics en los que se notaba la influencia de Ayn Rand y el objetivismo, como Mr. A y The Question. El objetivismo es una corriente filosófica que defiende que la realidad existe como algo objetivo, que el hombre la percibe usando la razón y que somos libres, lo que supone que el gobierno no ha de meterse en nuestros asuntos. Su trabajo pasó a defender a los productores frente a los saqueadores, además del capitalismo, el individualismo y, también, la realidad más palpable, cosa que le llevó a negarse a dibujar vampiros, según recoge The New York Times.
9. Bill Watterson dejó la fiesta a tiempo
El periodista dos veces ganador del Pulitzer, Gene Weingarten, fue en 2005 a Chagrin Hills, donde vive Bill Watterson, y se alojó en un hotel. Aunque conocía su dirección, no quiso molestarle, ya que sabía que el creador de Calvin y Hobbes valora mucho su intimidad, así que dejó una nota a sus padres diciéndoles que quería entrevistarle y que estaba dispuesto a esperar “hasta que el infierno se congelara”. El agente de Watterson le llamó al día siguiente y le dijo que Bill no hablaría. Weingarten se rindió. El infierno tardó un día en bajar a temperaturas bajo cero.
Bill Watterson dibujó las tiras de Calvin y Hobbes entre 1985 y 1995, rechazando toda petición de que sus personajes participaran en publicidad o en productos de merchandising (lo que por otra parte llevó a muchísimo producto pirateado). Desde entonces se ha dedicado a pintar y a seguir esquivando entrevistas.
En 2013 dibujó tres tiras para el webcomic Pearls Before Swine. Cosa que no se supo hasta después de que se publicaran. Y después concedió una entrevista aMental Floss, la segunda desde 1995, en la que aseguraba no arrepentirse de su retirada de las tiras cómicas: “Siempre es mejor dejar la fiesta pronto. Si hubiera seguido, aprovechando la popularidad de la tira y repitiéndome durante otros cinco, 10 o 20 años, la gente que ahora echa de menos Calvin y Hobbes estaría deseando mi muerte y maldiciendo a los periódicos por publicar tiras aburridas y antiguas como las mías, en lugar de buscar talento más nuevo y fresco. Y yo estaría de acuerdo con ellos”.
Dejar la fiesta pronto es un clásico de los introvertidos. Watterson ha tenido la suerte de poder hacer lo que le ha dado la gana: trabajar en lo que le gusta, dejarlo en alto y poder obviar todo lo que le resultaba molesto, incluyendo las tazas para tiendas de souvenires y las entrevistas. Ni siquiera es fácil encontrarfotos suyas. “Ah, la vida de un dibujante de tiras para periódicos -ironizó, justamente, en una entrevista concedida en 2010, la primera desde 1989-, cómo echo de menos a las groupies, las drogas y las habitaciones de hotel destrozadas”.
La entrevista de Mental Floss fue citada en The Guardian, Wired y Rolling Stone, entre otros medios. Seguro que Weingarten la leyó.
10. El mayordomo de Stanley Kubrick
De la necesidad de estar solo de Kubrick se cuentan muchas historias, al parecer muy exageradas. De nuevo, se trata de darle sentido al hecho de que alguien no se sienta atraído por los aspectos más ruidosos de la notoriedad. Sí que es cierto que en los años 80 y en los 90, después de haber filmado obras maestras como2001, una odisea del espacio y Atraco perfecto, poca gente sabía qué cara tenía. Corre el rumor de que los fans iban a su casa de Hertfordshire para intentar hablar con él, pero Kubrick se hacía pasar por el mayordomo. Y colaba. Normal: si vives en un sitio llamado Hertfordshire has de tener mayordomo.
Eso sí, a principios de los años 90, un tal Alan Conway viajó por el Reino Unidohaciéndose pasar por Stanley Kubrick para conseguir mesa en restaurantes y hueco en las fiestas de la alta sociedad. Incluso hay película sobre el personaje, protagonizada por John Malkovich.
Acerca de Conway, Andrew Anthony escribió en The Guardian que Kubrick había dejado atrás la fama, pero “la celebridad aborrece el vacío. Si Kubrick no quería existir en público, alguien tenía que inventarlo”. Conway ni se le parecía (decía que se acababa de afeitar), pero “la gente quería creer que uno de los hombres más reservados del planeta había decidido revelarse justamente a ellos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario