Katharina Volcmer |
Katharina Volckmer, la escritora alemana que sueña ser Hitler
Oriol RodríguezBarcelona. Martes, 5 de octubre de 2021
"Sé que quizás no es el mejor momento para sacar el tema, doctor Seligman, pero ahora me acaba de venir a la mente una vez que soñé que era Hitler". La historia está llena de sentencias lapidarias que abren novelas, y después está la frase, esta, que ha utilizado la escritora alemana Katharina Volckmer para marcar los primeros compases de La cita, su debut en el mundo de la literatura.
Publicada en catalán por La campana con traducción de Imma Falcó (en castellano ha visto la luz a través de Anagrama), La cita es un texto irreverente y provocador, pero (quizás por eso) extraordinariamente necesario. Un espejo al que enfrentarnos sin filtros a nuestros defectos, como individuos y como sociedad..
Un monólogo a chorro sobre nuestra identidad, como personas y como colectivo. Una confesión, como los pensamientos que revelamos a nuestro psicoanalista: el texto escenifica a la misma Katharina Volckmer, jugando en los límites de la ficción y la realidad, descubriendo la yo más íntima a su psicólogo, el omnipresentmente silencioso doctor Seligman; sobre nazismo, sexualidad, y todos dos cosas juntas a través de sus pensamientos sobre la medida de la polla (perdón señor Apple) de Hitler.
Katharina Volckmer en su visita en Barcelona. Foto: Sergi Alcàzar
Escribir vomitando
Vinculada al mundo editorial, Katharina Volckmer siempre ha escrito, pero sostiene una vez y otra que nada era lo suficiente bueno para ser publicado. "Hasta que di vida a La cita, y el texto cayó en manos de mi editor francés... Es un libro que escribí muy rápidamente, en poco más de dos meses. Tengo un trabajo en una editorial, y me ponía a escribir a la hora de la comida. Ha sido muy fácil de escribir, en realidad, porque ha sido como vomitarlo, me salía casi como de forma automática.
La cita es un libro... especial. O como dice su autora, poco usual. "Más que especial, mientras escribía me di cuenta de que La cita era algo muy poco usual", admite Katharina Volckmer. "Pero no sólo la misma novela sino que todo: soy alemana, pero he escrito una primera novela en inglés que ha publicado una editorial francesa".
Para Katharina escribir en una lengua que no es la tuya, te limita, pero también es liberador. Como estás limitada para no tener un control absoluto del idioma, no pierdes horas y horas pensando en cuál será el mejor adjetivo para describir aquello de lo que estás hablando. "Utilizar una segunda lengua te aporta una aproximación diferente del relato. Lo recomiendo a todo el mundo. Llegué a Londres ahora hace 15 años. Y ahora ya no sé... Evidentemente, soy alemana, pero yo ya no sé en qué lengua pienso. Peor todavía, mi pareja es italiano, así que tenemos que sumar un tercer idioma a la ecuación. Mi cerebro es un caos".
Volckmer admite que necesitaba la distancia, los 1000 kilómetros que hay de distancia entre Alemán e Inglaterra, para poder escribir un libro como este. "Quizás también por eso escribo en otro idioma. La lejanía te permite tomar perspectivas diferentes. Y también te sientes más libre para ser crítica. Con todo, quince años después, el Alemán actual es muy diferente de la que dejé atrás. Me parece un país completamente diferente".
Un espejo de prejuicios
La cita es un relato sobre la identidad individual y colectiva, especialmente crítico con el legado intelectual heredado por los alemanes. "Allí la recepción que ha tenido el libro ha sido un poco... tensa", admite. "He recibido buenas críticas, pero también muy malas". En las presentaciones ha pasado un poco lo mismo, o los lectores lo adoran o lo odian. "Hay mucha gente molesta conmigo". De hecho, durante más de un año no hubo ningún editor alemán que se atreviera a publicar el libro. "Me preguntaban que si estaba loca, que cómo me pasaba por la cabeza escribir un texto como este".
Y es que las heridas del nazismo en Alemania todavía no han cicatrizado. "Es un hecho interesante. La mía es, probablemente, la última generación vinculada con la Segunda Guerra Mundial a través de nuestros abuelos. Mi abuela tiene 91 años, ella vivió todo aquello. Los que vienen después ya no tienen ningún vínculo directo con el nazismo, pero es un problema que todavía no hemos solucionado". Para Katharina este es una problemática que siempre ha estado presente a su sociedad, pero que ahora ha vuelto a irrumpir con fuerza. "Desde la reunificación de Alemania, más de 200 personas han muerto víctimas del neonazismo. 200 personas son muchas víctimas".
La literatura y la cultura pueden ser una herramienta útil para combatir estas lacras. "La literatura puede ser un espejo de nuestros prejuicios. Muy a menudo los tenemos arraigados en nuestro yo más interior, pero no somos conscientes hasta que los vemos en tinta imprimida sobre papel".
La consulta del doctor Seligman
La cita es una novela, pero no lo es del todo. Es un largo monólogo. Un juego, irreverente y descarado, en que Katharina Volckmer flirtea a lo largo de las páginas con los límites de la realidad y la ficción confesándose al Doctor Seligman, el doctor de la cita. "Es mi personaje favorito", suelta entre, nuevamente, la modestia y la ironía. "Mucha gente cree que es un psicólogo, y puede serlo, pero en ningún momento lo concreto. Es un doctor judío, que no habla nunca, pero que tiene una presencia constante".
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