'The Witcher' 2T: la serie de fantasía de Netflix se supera a sí misma y sigue enganchando en su segunda temporada
Vuelve la superproducción americana liderada por Henry Cavill con ocho nuevos capítulos de acción, amor, misterio y terroríficos monstruos.
Paula Martínez20 de diciembre de 2021
Después de dos años de parón el brujo Geralt de Rivia está de vuelta. El pasado viernes 17 de septiembre la plataforma de streaming Netflix estrenaba la segunda temporada de The Witcher, la ficción de fantasía basada en los libros del escritor polaco Andrzej Sapkowski, así como en numerosos videojuegos.
La serie, que ya ha confirmado su tercera temporada, se supera a sí misma y convence mucho más esta vez a la crítica, esa que tan dura fue con ella en 2019. Una narrativa lineal, un aumento de presupuesto que corrige los antiguos errores de CGI y más diálogos para el hermético protagonista son algunas de las mejoras resaltadas por expertos y audiencia.
[SPOILERS DE LA TEMPORADA 2 DE 'THE WITCHER']
Una narrativa lineal y coral
Si hubo una cosa que perturbó incluso a los mayores fans de The Witcher en su primera temporada fueron las diversas líneas temporales que, desordenadas cronológicamente (con algunos saltos de 60 años y otros de dos semanas), confundían y hacían muy difícil de seguir las tramas de Geralt (Henry Cavill), Yennefer (Anya Chalotra) y Cirilla (Freya Allan).
Aprendiendo de su pasado, como sus propios personajes, esta segunda temporada une todos los eventos que relata en una misma línea temporal que, sumado al hecho de que Geralt y Ciri comparten el mismo espacio en la mayoría del relato, hace que los enfoques no sean tantos y que los episodios sean mucho más fáciles de seguir.
Sin embargo, The Witcher no nos lo iba a poner tan fácil, pues su historia contiene muchos, muchísimos y diversos personajes, presentes y pasados: humanos, brujos, elfos, magos, monstruos, demonios… Esta vez, la trama descentraliza a Geralt, quien pasa a ser un personaje más en un reparto coral que brilla por cada uno de los individuos que lo componen, pero que deja al brujo sin el título de protagonista (que en todo caso ostentaría Cirilla).
Quizá el personaje de Cavill tiene más líneas de texto y es mostrado más inteligente, como el actor requirió, pero sus momentos de pantalla son escasos comparados con la primera temporada y a momentos parece incluso más inexpresivo que en esta.
Pese a esto, la verdad es que es maravilloso el ver cómo a lo largo de la temporada se van aconteciendo nuevos encuentros y alianzas entre personajes que ya conocíamos, pero que aún no habíamos visto juntos: Yennefer y Cahir (Eamon Farren) – por cierto, increíble arco evolutivo de personaje el del Caballero Negro – o Geralt e Istredd (Royce Pierreson) - y su pequeño y cómico debate entre Yenna o Yen – son algunos de ellos.
La nueva temporada nos lleva además a conocer más a fondo a dos especies del Continente: los brujos y los elfos, los grandes olvidados, repudiados y perseguidos. Es verdad que la trama de los primeros en su fortaleza de Kaer Morhen, donde podemos conocer a su “padre”, Vessemir (Kim Bodnia), y saber más sobre su origen y la amistad que les une, es mucho más entretenida que la de los segundos (que se hace en ocasiones un poco tediosa), quienes, liderados por la maga Francesca (Mecia Simson) y por Filavandrel (Tom Canton), sufren por el estigma de su pueblo y desean recuperar su lugar.
Cirilla, evolución y clave
Como ya explicaba The Witcher desde sus comienzos y nos sigue relatando en estos últimos episodios, la princesa de Cintra alberga dentro de sí un poder capaz de destruir o de salvar todo el mundo conocido desde la Conjunción. Poquita responsabilidad. Esta preciada información, sumada a la de que Cirilla posee la mágica Sangre Vieja o Antigua, se extiende cada vez más por el Continente y de la misma manera incrementan el número de seres que comienzan a perseguir a la joven: nuevos y mutantes monstruos de otros mundos/esferas, el mago pirómano (¿para quién trabajará?), la Hermandad de Magos de Aretusa, el Reino de Redania o el demonio Madre Inmortal que, sumados a la nación de Nilfgaard, se lo ponen complicado a Geralt y a su Niña de la Sorpresa.
Mientras tanto, Ciri, aunque ella misma se machaque y piense que no, demuestra una notable evolución física y mental. Su entrenamiento en Kaer Morhen (con unos brujos que a veces molestan más que ayudan) demuestra su persistencia, valentía, superación y gran personalidad, y el control de su Caos parece más cercano gracias a la ayuda de Yennefer y de Triss (Anna Shaffer).
La princesa se parece a su padre adoptivo y la relación de cariño y total confianza que construyen (es fascinante descubrir a Geralt en esta nueva faceta de protector) es la que hace que salven sus vidas en numerosas ocasiones. Sin embargo, los peligros no dejan de acecharla y, aunque muchas personas quieran protegerla, también se la descubre como un peligro potencial para todo el Continente y aún no sabemos cuál es su verdadero propósito o destino.
El reírse hasta de los propios errores
Los guionistas de The Witcher siempre han sabido cómo colocar gags incluso en los momentos más oscuros o gores que nos ofrece la serie. Además del taciturno protagonista, que posee un sentido del humor único y especial, vuelve, para alegría de muchos y desgracia de otros, Jaskier (Joey Batey). Sus reencuentros con Yennefer y con Geralt son dignos de risotada y sus gestos y expresividad hacen que en muchos momentos no podamos apartar la mirada (y la sonrisa) de él. Por cierto, ojito con el nuevo single del bardo.
El trovador protagoniza además un momento memorable de esta nueva entrega. Cuando uno de los guardias del barco en el que pretende ayudar a escapar a Yennefer y Cahir se mete con una de sus canciones, él la defiende a capa y espada y por sus palabras descubrimos que es la propia serie hablando y riéndose de las críticas que recibió en la primera temporada: “hasta la cuarta estrofa (episodio, claramente) no sabía que había varias líneas temporales, lo del beso mágico fue algo cutre, adiviné lo del dragón en seguida”, vomita y recuerda Jaskier. Mágico.
La serie también mejora en su tecnología CGI y efectos especiales, ya que los monstruos (más espeluznantes en esta temporada, no puede ser de otro modo si son de otras esferas y usan los monolitos derribados por Ciri como portales) se pueden observar más “reales” y ya no parecen insertados en la pantalla directamente desde un videojuego.
Las numerosas escenas de acción siguen siendo protagonizadas por el mismo Cavill, como así el lo solicitó desde un principio a la producción. De hecho, uno de los motivos por los que se atrasó el rodaje (además del positivo en COVID-19 de parte de su equipo) fue una lesión del actor en el tendón de la corva tras una de estas representaciones de lucha.
Superación y amistad hasta el final
Con esta segunda temporada The Witcher vuelve a dejar claros los mensajes que quiere transmitir: la superación, el hacer frente a los miedos por mucho que asusten, el esfuerzo por encontrar la mejor versión de uno mismo y el saber rodearse de buenos amigos que siempre estén a tu lado para apoyarte.
Como en la vida misma, el mundo está cambiando y las cosas ya no son estables. Así se lo resume Geralt a Ciri en una de sus enseñanzas: “el mundo es un lugar peligroso. Ningún sitio es seguro, no puedes huir del mundo, no puedes esconderte de él. Pero puedes encontrar poder y un propósito. Una oportunidad de sobrevivir al horror. Y si pierdes tu propósito… Encuentras uno nuevo”.
Por su parte, Yennefer de Vengerberg la lía un poquito en esta segunda temporada, y es que su desesperación después de perder sus poderes tras la batalla de Sodden es tremenda. Ya sabíamos que la hechicera siente que no es ni vale nada sin su Caos, el único que la afirma y le ha hecho sentirse menos vacía a lo largo de su existencia. El demonio Voleth Mair se aprovecha de esta desesperación y consigue convencerla para que venda a Ciri a cambio de tener sus poderes de vuelta. Error, Yennefer.
Sabíamos que Geralt no perdonaría esto (pese al precioso y breve reencuentro que protagonizan y que detiene el tiempo durante unos segundos), pero tras la redención y sacrificio finales de Yennefer parece que la unión de sus destinos (ya la de verdad) está más próxima. Con situaciones como esta y con la de la lucha y “desposesión” finales de Cirilla, The Witcher vuelve a enseñarnos cómo, aunque cometas errores o sientas que no puedes avanzar con tus cargas del pasado, siempre hay una manera de seguir adelante. Siempre.
El caso es que, después de todas las aventuras y tramas de esta segunda temporada, el trío protagonista está, por primera vez, reunido. Yennefer, Geralt y Cirilla están por fin juntos y no planean separarse. El brujo y la maga quieren proteger a la princesa a toda costa y ayudarla a desarrollar todos los poderes y habilidades que lleva dentro.
La segunda temporada nos sorprende con una última revelación para los que no conocían los libros. La famosa Llama Blanca de Nilfgaard, el emperador Emhyr var Emreis, al que tanta devoción procesan muchos, es nada más y nada menos que Duny, el “difunto” rey de Cintra, padre de Cirilla. Y no tiene pinta de que esté moviendo cielo y tierra buscando a su hija para protagonizar un bonito reencuentro paternofilial. ¿Qué pasará? ¿Qué más misterios habrá?
Y eso es todo. Esta nueva entrega de capítulos se ha hecho muy corta y, paradójicamente, la espera va a volver a ser muy larga. The Witcher ya ha encontrado un lugar propio entre las series de su género y, para los que las siguen comparando: no, no es la nueva Juego de Tronos. The Witcher es diferente, como cada uno de los personajes que la integran. Y, de ahora y de siempre, lo que es diferente… Mola.
CINEMANÍA
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