'Juego de tronos': el final explicado
GONZALO CORDERO
20 de mayo de 2019
La serie más grande de todos los tiempos se resume en un discurso de un minuto.Se acabó. Juego de tronos ya no es la serie más importante de nuestro presente, sino historia de la televisión. Más bien, una historia contada en televisión. Historia, y no poder, no traición, no ambición, no lealtad, no amor, es la palabra clave para entender el significado de lo que hemos visto con devoción durante ocho años. ¿Qué nos quiso contar siempre George R.R. Martin, primero directamente y después, con mayor o menor fidelidad, a través de David Benioff y D.B. Weiss?
Todo está explicado en el monólogo de Tyrion Lannister con el que arranca la ultra-mega-polémica segunda parte del capítulo final, cuando se reúne con las personas más poderosas de Poniente dos semanas después de haber incitado a Jon Snow a acabar con la vida de Daenerys Targaryen. Antes del simpático alegato de Sam en favor de la democracia (con botella de agua incluida a modo de gazaponpara pasar el trago), Sir Davos pregunta a Tyrion quién debe ser el nuevo rey, y esto es lo que responde:
"No he hecho otra cosa más que pensar estas dos semanas en nuestra sangrienta historia, en todos los errores cometidos. ¿Qué une al pueblo? ¿Las huestes? ¿El oro? ¿Las banderas? Las historias. No hay nada más poderoso en el mundo que una buena historia. Nadie puede detenerla. Ningún enemigo puede vencerla. ¿Y quién tiene mejor historia que Bran el Tullido? El chico que cayó de una alta torre y sobrevivió. Supo que no volvería a andar, así que aprendió a volar. Cruzó más allá del Muro. Un lisiado. Y se convirtió en el Cuervo de Tres Ojos. Es nuestra memoria, el custodio de todas nuestras historias: las guerras, bodas, nacimientos, masacres, hambrunas... Nuestros triunfos y nuestras derrotas. Nuestro pasado. Quién mejor para conducirnos al futuro".
Probablemente en ese momento tu nivel de indignación por los derroteros que estaba tomando el capítulo final no te dejó ver que ahí ya estaba todo. Lo importante no es que Bran Stark sea el rey; el mensaje más potente que se reservaba toda la serie viene a decir que quien escribe la historia es quien tiene el poder. Quien cuenta la historia, que casi siempre es quien gana las guerras, aunque no parece el caso, es quien empuña la espada más poderosa, es quien ocupa el trono aunque esté fundido por el fuego de un dragón (abrimos ya la petición para que Drogon gane un Emmy).
Esta idea fuerza se subraya dos veces más: primero cuando Brienne de Tarth añade los últimos capítulos de la vida de su amado Jaime Lannister y después con el ultra-mega-polémico epílogo en el que Tyrion reúne al nuevo consejo real, con el modo humor ya de nuevo desatado. Samwell Tarly pone sobre la mesa 'La historia' en forma de libro físico que, como no, lleva por título Canción de fuego y hielo, que es como se llama el universo literario creado por el mencionado George R.R. Martin (si tú también has pensado que Sam es el Carlitos Alcántara de Poniente,estás en nuestro equipo).
Esta idea fuerza se subraya dos veces más: primero cuando Brienne de Tarth añade los últimos capítulos de la vida de su amado Jaime Lannister y después con el ultra-mega-polémico epílogo en el que Tyrion reúne al nuevo consejo real, con el modo humor ya de nuevo desatado. Samwell Tarly pone sobre la mesa 'La historia' en forma de libro físico que, como no, lleva por título Canción de fuego y hielo, que es como se llama el universo literario creado por el mencionado George R.R. Martin (si tú también has pensado que Sam es el Carlitos Alcántara de Poniente,estás en nuestro equipo).
¿Es un final satisfactorio? Digamos que hace más justicia a ese universo literario que mencionábamos, al metadiscurso si nos ponemos finos, que a los personajes y sus tramas concretas. Lo que busca este giro final es alejar el foco del supuesto triunfo de los Stark (a nivel estadístico han arrasado), de los poderes de Bran (vale, su elección como rey da una bajona total), de la locura genocida de Daenerys, de la integridad de Jon cerrando su círculo de nuevo en la Guardia de la Noche, de las mil caras de Arya y su menos justificada conversión en la Cristóbal Colón de Poniente, de la ambición de Sansa coronada como otras tantas reinas pelirrojas, de la inteligencia de Tyrion que sigue moviendo los hilos para que el mundo funcione con una suerte de despotismo ilustrado para elegir gobernantes... y plantear al espectador una idea que está por encima de todo eso: las historias son poder.
Es un canto a la importancia de las historias y también un aviso: fíjate bien en quiénes están relatando día a día la realidad del mundo y en cómo lo están haciendo, porque ahí radica el verdadero poder.
Desde esta perspectiva, el capítulo final contenía dos desenlaces diferentes. El global, que ya hemos analizado, y el concreto, que llega a su clímax cuando Jon atraviesa con su espada a Daenerys mientras la está besando (segunda novia que mata, quizá debería hacérselo mirar). Este trance necesita poca explicación porque es una maravillosa tragedia de manual, muy griega, muy shakesperiana: Daenerys culmina su conversión en emperatriz expansionista señalada por el destino (hola Hitler, hola Thanos...) que cree que el fin justifica los medios y Jon antepone su sentido de la justicia, del bien común, a sus sentimientos y lealtades ("El amor es la muerte del deber", en palabras de Aemon Targaryen). Y es el dragón Drogon, hijo y primo respectivamente, quien remata esa parte: no desata su ira contra el asesino de su madre sino contra el origen de todos los males de su familia: el maldito trono de hierro.
Seguro que millones de espectadores querrán quedarse con esta impactante e imborrable imagen como el verdadero final de Juego de tronos y tratarán de borrar de sus mentes la segunda mitad del capítulo, porque es verdad que no mima en absoluto los fascinantes arcos argumentales de los protagonistas y lo juega todo al significado global. Quizá a la larga eso deje un poso interesante, pero quien se revuelva contra lo que ha visto también hará bien. Porque es verdad que quien cuenta el relato es quien manda, pero cada uno de nosotros también tenemos el poder de digerirlo y transformarlo a nuestro antojo... Pero esa ya es otra historia.
Epílogo: esta era nuestra previsión antes de ver el capítulo final... No hemos tocado ni una coma y se puede decir que hemos acertado cuatro y medio de cinco, ¿no?
Después de ocho años escribiendo sobre Juego de tronos, que se dice pronto, hemos tenido una visión: sabemos qué va a pasar en el último capítulo de la serie.Te lo puedes creer o no, pero es una predicción certera y con sentido, no como las de Bran Stark. Está basada en el conocimiento de los resortes de la serie, en el arco argumental de los protagonistas, en un poquito de esto y otro poquito de aquello de las mil teorías que hemos leído en Internet y en una regla que se pasan por el forro la mayoría de ellas: solo quedan 80 minutos de Juego de tronos, y en una hora y veinte no hay tiempo material para desarrollar tramas que no estén ya sólidamente apuntaladas.
Como un vidente que te echa las cartas en el momento clave de tu vida, vamos a leer el futuro de los principales protagonistas y a sacar conclusiones.
¿Qué va a pasar con Daenerys?
Por mucho que millones de fans se tiren de los pelos, el giro radical y genocida de Daenerys estaba trabajado casi desde la primera temporada. Y si hay alguien culpable de que no haya sido cien por cien creíble es más la actriz o los directores que los guionistas. En cualquier caso, creemos firmemente que, en algún momento del final, se va a romper el paralelismo con El Rey Loco, su padre. Nuestra predicción es que, según nos acerquemos a los últimos minutos, la madre de los dragones va a ser consciente de la barbarie que ha cometido y va a expiar ese gran pecado con su propia muerte. Y Jon Snow será la piedra angular de ese giro. Presagiamos un final con muchísimo sufrimiento interior y con ese brillo final de arrepentimiento y de bondad. En nuestra bola de cristal vemos esta escena, echadle imaginación para visualizarla: Daenerys condena a muerte a Jon Snow por traición, pero cuando pronuncia su último "Dracarys", Drogon no le hace caso… O si lo hace, Jon no arderá como buen Targaryen… Ese sería el punto de inflexión para romperla por dentro.
¿Qué va a pasar con Jon Snow?
Hace ya muchos capítulos que Jon ha perdido la iniciativa de las tramas, que se mueve a bandazos en función de las acciones de otros personajes. Sea o no sea tu favorito, el capítulo final es el momento señalado para que dé un puñetazo sobre la mesa y se convierta en dueño de su destino y del de Poniente. La palabra clave de su arco es aceptación: le toca asumir su doble sangre de lobo y de dragón. Eso le llevaría a enfrentarse a muerte a Daenerys con todo el dolor de su corazón. ¿Acabará Jon en el Trono de Hierro (en el caso de que no lo fundiera el fuego de Drogon)? Parece incoherente, pero creemos que no. Lo vemos más convertido en una especie de protector de Poniente, de Guardia de la Noche 2.0… O incluso podría llegar a ser esa figura en modo de leyenda: es decir, que fallezca junto a Daenerys a lo Romeo y Julieta y que su recuerdo sirva como ejemplo de virtud y heroicidad para todos los que vendrán.
¿Qué va a pasar con Tyrion?
El meollo de su conflicto tiene que pasar por el desengaño: Tyrion deberá aceptar que se ha equivocado al elegir sus lealtades, que por mucho que sus intenciones fueran buenas, ha sido una pieza fundamental para cometer un genocidio y matar a sus hermanos. Creemos que pagará una fuerte penitencia en el capítulo final, lo vemos rondando incluso el suicidio… pero al final entenderá que nadie mejor que él conoce por qué los reyes y poderosos cometen tantos errores, y que por eso está en la posición ideal para ser él quien gobierne, más como un 'presidente' que como un rey. Bienvenidos a la república de Poniente. Esa sería su forma de romper la rueda.
Se insiste en mil y un foros que el giro final será que Tyrion es en realidad otro Targaryen pero, como apuntábamos al principio, eso supondría desnaturalizar todo su crecimiento personal con un golpe de efecto injustificado y apresurado.
¿Qué va a pasar con Sansa?
Lady Winterfell es la que sale más borrosa en nuestras visiones de futuro. Por un lado, su evolución apunta a que ha aprendido todas las lecciones necesarias para convertirse en una gran estadista y aspirante a gobernar; por otro, ha mostrado algunos rasgos a lo Cersei Lannister con un exceso de ambición que puede salirle caro. Pero vamos a ser fieles a lo que siempre hemos pensado/deseado: Sansa hará buena la alianza de la cripta y regirá los Siete Reinos junto a Tyrion, más como pareja profesional que sentimental, porque juntos forman el tándem perfecto.
¿Qué va a pasar con Arya?
Su arco es heavy y enrevesado, pero sospechamos que esconde algo más sencillo: algo así como el paso de niña a mujer tras una adolescencia traumática. Siempre hemos pensado que Arya morirá salvando al mundo, que sacrificará su vida por frenar a Daenerys… Pero en nuestro interior crece y crece otra idea complementaria: sí, acometerá esa última misión que le encomendó el simbólico caballo blanco de devolver algo de equilibrio natural a un mundo deshumanizado, y eso la llevaría a enfrentarse a Daenerys, pero creemos que sobrevivirá a ese trance y que se borrará del mapa en plan Melisandre, en plan Mujer Sin Rostro, o como una mujer anónima que merece a vivir en paz y armonía… ¿Y que se reunirá en secreto con Gendry? Ay, ojalá.
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