Amor y muerte en Blade Runner
La película más importante de la ciencia ficción
1 de diciembre de 2017Y una de las más importantes de la historia del cine me atrevería a decir. Blade Runner está inspirada, en parte, en la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, pero es una obra realmente diferente y muy independiente. Ridley Scott, su director, venía de otro gran clásico de la ciencia ficción, Alien, el octavo pasajero donde combinaba la ciencia ficción con el terror. En Blade Runner nos ofrece una película de cine negro ambientada en un futuro distópico y ciberpunk, con una gran profundidad en sus planteamientos y muchísimos mensajes filosóficos.
De hecho, se puede afirmar que junto con la novela Neuromante de William Gibson, Blade Runner fijó los parámetros del ciberpunk.
Una película compleja
En Internet abunda el material explicando todas las penurias y conflictos que arrastró la producción de Blade Runner: los actores no se soportaban, el director no soportaba a algunos actores y tenía graves enfrentamientos con los productores que, a su vez, no comprendían la película. Este clima enrarecido sin duda se reflejó en el resultado final, creando una atmosfera dura, brusca y oscura. Fue un fracaso en taquilla, pero pronto se convirtió en una película de culto.
La historia es de sobra conocida: Los blade runner son un cuerpo de mercenarios contratados por la policía para “retirar” a los replicantes, androides orgánicos, que escapan de las colonias siderales y huyen a la Tierra. Rick Deckard es un blade runner retirado, reclutado ahora casi por la fuerza para eliminar a cuatro peligrosos Nexus 6, el modelo más avanzado de replicante. En la investigación se encontrará con Rachel, una Nexus 6 que se cree humana.
Los Angeles noviembre, 2019
Blade Runner transcurre en una megalópolis inmensa y súper masificada. Si lo pensamos bien, se trata de un tipo de ciudad que ya es realidad hoy en día: millones de personas de las culturas más diversas, mezcladas, pero siempre frías e individualistas. Así tenemos una mezcla de Hare Krisnas, ciclistas, policías, un bazar árabe, avestruces y muchos chinos y japoneses junto a distinguidas señoritas sacadas de la Alemania nazi de los años 30. La interlingua hablada por Gaff, el policía que supervisa a Deckard, es la condensación de ese ambiente cosmopolita.
El mundo de Blade Runner es oscuro y lluvioso. Siempre es de noche, pero una noche cerrada y fría. Sólo tras el encuentro entre Roy, el líder de los replicantes fugitivos, y Tyrell, su creador, veremos las estrellas y únicamente en dos momentos se intuye la luz del sol: El atardecer a través de los ventanales de la Tyrell corporation y el amanecer en la azotea del Bradbury building. En la versión original, también la escena final (final feliz) transcurre de día, y fuera de la ciudad, aunque sería uno de los descartes en el montaje del director, estrenado muchos años después.
Varias versiones de Blade Runner
Como ya sabrán, la versión de la productora tenía ese final feliz y, entre otros detalles, Deckard se convertía en el narrador de la historia con una voz en off que ha dividido siempre a los aficionados de Blade Runner. Unos lo han defendido, argumentando que daba más profundidad emocional a Deckard y que, además, marcaba aún más el tono de cine negro de la película.
Deckard ¿replicante?
Ridley Scott ha manifestado por activa y por pasiva que Deckard era un replicante especializado en "retirar" a otros replicantes. Su montaje definitivo así lo manifiesta de una manera muy explícita con la figura del unicornio en sus sueños y en el origami de Gaff. Y también otros detalles, como la profusión de fotografías antiguas sobre su piano.
Harrison Ford, el actor que encarna a Deckard, sin embargo, siempre se ha negado a esa posibilidad. Supongo que cambiaría de idea con la secuela, donde incluso se llega a jugar con la idea de que él fue creado precisamente para enamorarse de Rachel.
En cualquier caso, la abundancia de distintos montajes, es otro de los elementos que ha dotado a la película de una mitología propia que la posterioridad siempre agradece.
Los replicantes
¿Qué es un ser humano? Éste es sin duda el nudo gordiano de la película.
Los replicantes sufren, sienten, padecen… Es verdad que no pasan el test de empatía Voight-Kampff, pero el caso de Rachel, que tiene recuerdos, provoca que Deckard tenga que realizarle más de 100 preguntas antes de salir de toda duda. De hecho, en el libro -y, por tanto, reconozco que en un universo muy diferente al de la película-, la propia policía admite que, en comparación con los Nexus 6, podría haber humanos que tampoco pasaran el test.
Son los replicantes realmente los atormentados. Los que inspiran compasión y empatía en la película. Todos entendemos la rabia y la frustración de Roy. Roy ama a Pris, llora ante la muerte de sus hermanos y odia ante la arrogancia paternal del creador, del nuevo Dios, Tyrell. Hasta tienen alma, algo supuestamente exclusivo de los humanos. La paloma liberada de las manos de Roy tiene, precisamente, ese simbolismo.
Los humanos
Frente a los replicantes, la masa humana es minúscula, fría, arrogante, individualista, entregada al hedonismo. Así nos transmite una ciudad abarrotada o el bar de Taffy. O es una figura endiosada como Tyrell, soberbio ante su poder y su conocimiento.
La comparación con la Alemania nazi no es una casualidad. La monstruosa sede de la Tyrell corporation rememora la arquitectura fascista. Los tocados y vestimentas femeninas nos remontan a esa época. O que al fabricar a Roy, la Tyrell corporation creara a un superhomnre, un nuevo hombre, por supuesto ario, perfecto, siguiendo las lunáticas visiones nazis de superioridad y jerarquía.
Sólo J. F. Sebastian se salva de este desolador cuadro humano. Y su enfermedad y envejecimiento prematuro son la clave para comprender su comportamiento más humano. Tiene miedo a la muerte, y ese miedo trae consigo la compasión. Además se siente atraído por Pris, pero sabe que ese sentimiento sólo puede ser platónico.
Los hombres y mujeres reales de Blade Runner, quitando a Sebastian, no aman, son meros figurantes que navegan sin rumbo por las calles de Los Ángeles. Ninguno puede ser protagonista.
El amor y el miedo a la muerte
Éstos son los dos sentimientos que, según Ridley Scott, nos hacen humanos. Sin ellos, nos deshumanizamos, nos convertimos en hedonistas desalmados. En cambio, los replicantes aman y tienen miedo a morir.
Roy, como ya dijimos, ama a sus hermanos y, especialmente a Pris, de la que está enamorado. Zhora, pese a su constitución y corpulencia, tiene miedo y huye, y le disparan por la espalda. La asesinan como solo los cobardes matan. León busca fotografías que le confieran recuerdos y sin esas fotos, sufre y también sufre por la muerte de Zhora e intenta vengarse. Y Pris se aprovecha de la compasión de Sebastian, otra actitud, por desgracia tan humana. Pero es muy valiente, ella no sabe pelear –es un modelo de placer-, pero se enfrenta con decisión a Deckard.
Los replicantes son los humanos
Todos ellos tienen miedo a la muerte y por eso buscan a Tyrell, al Dios creador. Todo el encuentro entre Tyrell y Roy, esa “luz que brilla con el doble de intensidad” y, por tanto “dura la mitad de tiempo”, bien podría ser el encuentro entre Dios y Lucifer, el ángel favorito, el lucero del alba, que se rebela contra su padre y creador. Pero que no puede derrotarle.
Y que decir de Rachel, que se cree humana. Cuando descubre la verdad parece hundirse, pero saca fuerzas de flaqueza y se enfrenta a la verdad. Y es entonces cuando se enamora, cuando comprende que como es una replicante, sólo le queda vivir.
Los replicantes son los humanos. Por eso son los verdaderos protagonistas.
Por su parte, Deckard era también frio e individualista. Un cruel cobarde que asesina por la espalda y no se cuestiona su trabajo. Pero entonces se enamora de Rachel. Y por eso es un replicante. Y por eso es, al final de la película, humano.
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