Naima Keissis |
Antonio Porchia
VOCES II
Han dejado de engañarte, no de quererte.
Y te parece que han dejado de quererte.
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Tenemos un mundo para cada uno, pero no tenemos un mundo para todos.
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Durmiendo sueño lo que despierto sueño.
Y mi soñar es continuo.
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A veces hallo tan grande a la miseria que temo necesitar de ella.
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Y si llegaras a hombre, ¿ a qué más podrías llegar ?
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Nada no es solamente nada. Es también nuestra cárcel.
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He llegado a un paso de todo.
Y aquí me quedo, lejos de todo, un paso.
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El dolor no nos sigue: camina adelante.
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En plena luz no somos ni una sombra.
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Mueren cien años en un instante, lo mismo que un instante en un instante.
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La confesión de uno humilla a todos.
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Sí, me apartaré.
Prefiero lamentarme de tu ausencia que de ti.
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Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.
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He visto que lo posible es el mundo de las miserias.
Por ello casi no me ocupo más de lo posible.
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Y si respiras en el hombre, en el pequeñísimo hombre, todo,
¿cómo no te ahogas?
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Ha sido correcto conmigo todo el universo, menos el hombre, mi semejante.
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Te llevaré flores donde ellos saben que estás y donde yo sé que estás; en ambos lugares distintos.
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Sin un porqué, todo parece desequilibrado; y con un porqué,
todo parece un porqué.
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Todos pueden matarme, pero no todos pueden herirme.
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Me has dicho tanto, tanto de sus cosas, que ya no queda nada de tus cosas.
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Háblame de otras almas, no de tu alma, y así me hablarás de tu alma.
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No subas a los cielos por tan poco, que es muy triste bajar de los cielos por tan poco.
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La distancia que me aleja de todo, ya es toda la eternidad.
Y aún no me he separado nada, de nada.
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Y su dolor llegó a ser infinito, de tanto no alcanzar para nada su dolor.
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Estar en compañía no es estar con alguien, sino estar en alguien.
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Lo que somos es para algo que no somos.
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Los que se levantan para levantarse y no para levantar,
no comprendo por qué se levantan.
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La verdad, que debiera ser lo eterno, siempre,
es siempre lo recién nacido o lo recién muerto.
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La estrella y el insecto. Nada más.
Para la estrella el insecto y para el insecto la estrella.
Y nadie quiere ser el insecto. ¡Qué extraordinario!
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Sabes tanto de mí y no me comprendes. Saber no es comprender.
Podríamos saberlo todo y no comprender nada.
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El sueño que no se alimenta de sueño desaparece.
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Todo es nada, pero después. Después de haberlo sufrido todo.
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Cuando tú y la verdad me hablan, no escucho a la verdad. Te escucho a ti.
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No podrá esperarte más. Porque has llegado.
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Y si no pudiera alejarme de mí, no podría acercarme a nadie, a nada. Ni a mí.
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Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto.
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Quieren que me haga diferente. Y sin ellos hacerse diferentes y sin nada hacerse diferente.
¿Y de qué me haría diferente?
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Ser alguien es ser alguien solo. Ser alguien es soledad.
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Siempre busco alguna luz y siempre en la noche y no alumbrado por ninguna luz.
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Su todo se ha rodeado de nada. Soledad total con una puerta inútil y una ventana inútil.
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Lo que dicen las palabras no dura. Duran las palabras.
Porque las palabras son siempre las mismas
y lo que dicen no es nunca lo mismo.
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Y si el amor es el amor perdido, ¿cómo encontrar el amor?
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No comprendo cómo el hombre puede ser el hombre.
Porque el hombre es lo que hay en él
y lo que hay en él no es el hombre.
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Pequeño es aquel que para mostrarse esconde.
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Creen que moverse es vivir. Y se mueven, no para vivir.
Se mueven para creer que viven.
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Los sí y los no son eternidades que duran momentos.
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El no ser feliz es lo único que pagan todos, y es lo único
que podría obtenerse por nada.
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Hay olvidos que son quien olvida.
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No parece ser una necesidad del hombre, el hombre mismo.
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Fuera de mi estrecha celda, no hallo holgura.
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Cuando comienzan a vernos como esto, como aquello,
comienzan a no vernos.
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Toda persona anónima es perfecta.
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Cuanto más me alejo de todo, más temo a todo, y más me alejo de todo.
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Quien recoge su soledad, para quedarse solo con ella, nunca termina de recogerla.
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Uno es uno con otros; solo no es nadie.
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La razón, cuando alguna vez ha sido mía, me ha hecho daño.
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Un alma santa no nace de un paraíso; nace de un infierno.
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Yo preguntaría a esos mundos qué grano de arena los mueve a rodar.
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La vida es tan poco, que todo está bien en ella.
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Me iré de ti, pero tú no te vayas de mí.
Porque me iré de ti como me voy de todo,
sin que nada se vaya de mí.
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Lo que es igual para todos no interesa a nadie.
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A quienes no tienen más posibles es justo que se les perdonen algunos imposibles.
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Si el hombre tuviese alas, bajaría más.
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A veces es tan largo el morir que me siento ser inmortal.
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El viaje: un partir de mí, un infinito de distancias infinitas y un arribar a mí.
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Lo que hice o no hice, creo que pasó. Y lo que haré o no haré creo que también pasó.
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Cuando no sea más nada, ¿no seré más nada?
¡Cómo quisiera no ser más nada cuando no sea más nada!
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