jueves, 4 de abril de 2024

John Barth / La ópera flotante / La razón del título

 


John Barth

La razón del título


¿Por qué La ópera flotante? Podría explicarme hasta el Día del Juicio y aún quedarme corto. Pienso que comprender una cosa totalmente, por más nimia, requiere la comprensión de todas las demás cosas del mundo. Por esa razón a veces me sorprendo de las cosas más simples. Y por eso también no me importa pasarme toda una vida preparándome para empezar mi Investigación. Pues, La ópera flotante, es parte del nombre de un barco de espectáculos que solía viajar por los ríos de Virginia y Maryland: La original e incomparable ópera flotante de Adam: Jacob R. Adam, propietario y capitán; admisión 20, 35 y 50 céntimos. La ópera flotante estaba amarrada en Long Wharf el día que cambié de opinión, en 1937, y parte de este libro se desarrolla a bordo del barco. Esa es razón suficiente para usarlo como título. Pero hay una razón aún mejor. Siempre me pareció una buena idea construir un barco de espectaculos con nada mas que una gran cubierta y hacer que allí se interpretase sin cesar una obra de teatro. El barco no estaría amarrado, sino que flotaría arriba y abajo del río y el público se sentaría en ambas márgenes. Podrían ver cualquier parte de la obra que se interpretase cuando el barco pasase flotando, luego tendrían que esperar a que volviera con la marea para repescar otra parte si todavía estuvieran allí sentados. Para rellenar los vacíos, tendrían que usar la imaginación, o preguntarle a vecinos más atentos, u oír las palabras que se dicen y pasan de una posta a otra del río. La mayor parte del tiempo, no comprenderían nada de lo que sucede, o pensarían que lo saben cuando en reali dad no es así. Muchas veces podrían ver a nuestros amigos, los actores, pero ne oírlos; ellos pasan flotando; nosotros les prestamos nuestra atención y debemos depender de los rumores o perderles de vista por completo; regresan flotando y nosotros renovamos nuestra amistad —para ponernos al día— o nos demos cuenta de que nosotros y ellos ya no nos comprendemos más. Y estoy seguro de que así será como funcionará este libro. Es una ópera flotante, amigo, cargada de curiosidades, melodrama, espectáculo, instrucción y entretenimiento, pero flota al azar en la corriente de mi prosa vagabunda. Aparecerá ante tu vista, desaparecerá, espíala de nuevo; y puede requerir los mejores esfuerzos de tu atención e imaginación —además de cierta paciencia, si eres una persona corriente— para seguir el argumento a medida que aparece y desaparece de tu vista.


John Barth

La ópera flotante

Península, Barcelona, 1991, pp. 10-11



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