Triunfo Arciniegas
LA LUNA Y LA GARDENIA
VIDEO 1
Fragmento
Dormida, dice algo en otro idioma, se da vuelta. Enciendo un cigarro. Salgo al balcón, desnudo. Sólo nos vestimos para salir a comer. Traemos cosas, pan y vino, algunas frutas, para ahorrar salidas.
Estoy frente al jardín. Frente a un solar. Una selva en miniatura. Las plantas crecen a su antojo. O como si alguien las halara de los cabellos hacia el cielo. La luna les da ese toque mágico tan apreciado por los poetas. Al otro lado, después de un corredor, después de unas escaleras, después de una puerta de madera muy antigua, muy pesada, está la plaza de piedra que aún huele a sangre. En un solo día, hace siglo y medio, fusilaron a treinta hombres.
Es como una luna de miel. No es de miel la luna que me baña en el balcón. Nos odiamos. Nos hurgamos sin lástima, nos recorremos con la lengua untada de un rencor áspero que nos corta la respiración. La exaspero, la hiero, la descontrolo. Me golpea en el pecho y llora. Le hablo de mujeres, muchísimas mujeres, de sus perversiones, uso y abuso de la colección de frases de amor que conservo en la cabeza. La dejo llorar y luego la acaricio con fastidio y la consuelo. Todo es mentira, mi amor, sólo te amo a ti. La penetro una y otra vez. "Hazme lo que quieras", dice. Vuelve a dormir.
¿Con quién se divierte mientras duerme?
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