Desde luego que estaba drogada, y tanto que no recuperé el conocimiento hasta la mañana siguiente. Me horroricé al descubrir que había sido deshonrada, y durante algunos días estuve inconsolable, e imploraba como una niña que me mataran o me enviaran de vuelta con mi tía.
Mayhew: London Labour and the London Poor
Aun desde tan lejos, puedo saborear el dolor,
amargo y desgarrante, que él te hizo tragar.
La marca esporádica del sol, el incesante
ajetreo de ruedas de la calle de afuera
donde el Londres nupcial se inclina ante el otro lado
y la luz, alta y vasta e irrefutable,
impide que la herida cicatrice, y consigue
que despierte la vergüenza. Durante el lento día,
tu mente está abierta como un cajón de cuchillos.
Suburbios, años te han enterrado. No osaría
consolarte aunque pudiera. ¿Qué puede decirse
salvo que el sufrimiento es exacto, y que cuando
el deseo se hace cargo, las palabras se extravían?
Pues no podría importarte menos
el que en esa cama fueras menos engañada
que él, al atropellarse por la asfixiante escalera
e irrumpir en el ático desolado de la consumación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario