Gillian Flynn, hija bastarda de Jerry Seinfeld y Patricia Highsmith
Por: Juan Carlos Galindo | 16 de marzo de 2013
Cuesta mucho encontrarse con un libro que responde en calidad e intensidad a los elogios, desmedidos o no, que suelen aparecer en las contraportadas con motivo de su publicación y con los que las editoriales se esfuerzan por competir con las mejores armas en este complicado universo. En el caso de Perdida, que Mondadori publica el próximo 21 de marzo, el reto era complicado. Kate Atkinson: “La trama lo tiene todo. No tengo la menor duda de que en un año estaré diciendo “esta fue mi novela favorita de 2012”. Brillante”. Tana French: “Uno de los mejores libros que he leído jamás”.
Escojo estos dos testimonios porque son de mujeres escriben novela negra de éxito. Es decir, competencia directa de Gilliam Flynn (Kansas City, 1971), la autora que con Perdidase ha convertido, con razón, en un fenómeno editorial en EE UU, donde ha vendido ya más de dos millones de ejemplares y ha sido aclamada por la crítica.
Que nadie se acelere. Aquellos que crean que el elogio es desmedido son libres de hacerlo. Después de leer la novela y de hablar con la autora y con Rodrigo Fresán, director de la colección Roja y Negra en la que se publica y a quien ‘robo’ la definición del titular, aquí están las razones por las que creo que el libro es sobresaliente.
Sin desvelar nada de un argumento lleno de giros y trepidante, Perdida (traducida con ritmo y estilo por Óscar Palmer) es la historia de una pareja, Amy y Nick, que lo tiene todo y cuya vida transcurre entre el triunfo profesional y la comodidad económica hasta que la situación empieza a deteriorarse. La pérdida del trabajo, el posterior traslado de Nueva York al pequeño pueblo de Misouri donde nació el protagonista y la desaparición de Amy en el quinto aniversario de su matrimonio desencadenan una trama tan bien ensamblada que roza lo imposible. “La historia es extrema. Era mi intención desde el principio llevar la historia tan lejos como pudiese y mostrar a gente extraordinaria de manera creíble” me cuenta la propia Flynn en conversación telefónica desde su casa en Chicago.
A Flynn le gustan los personajes femeninos poderosos. Ya los usó en Sharp Objects y Dark Places (sus dos primeras novelas, no publicadas en España) pero aquí hay un giro más: la protagonista no tiene una infancia marcada por la violencia y ha vivido una vida en la que no le ha faltado nada.
En una historia de personajes extremos, Amy destaca sobre los demás. Dulce y atractiva, inteligentísima, ruin y déspota, violenta y despiadada si hace falta, la mujer de Nick es la antagonista de las mujeres víctimas que tanto proliferan en la novela negra. “Muchos autores se sienten cómodos escribiendo de la violencia masculina, que es un tema muy común en la literatura hasta el punto de que mucha gente considera normal las historias de agresiones, psicópatas y demás. Quería luchar contra la idea de que las mujeres son inherentemente buenas , maternales y todas esas otras asunciones que se hacen sobre las mujeres”, nos cuenta.
Nick también juega un papel esencial en una novela en la que el cambio de perspectiva lleva al lector a pensar en una cosa y después en otra completamente distinta sin que la narración chirríe. Con un dominio de los géneros, Flynn consigue mezclar el trhiller con los diarios íntimos, la acción con la comedia romántica, oscura y siniestra pero comedia y romántica al fin y al cabo. Su dominio del lenguaje más ligero del periodismo y su fuerza visual, no en vano se declara fan de Alfred Hitchcock desde pequeña, crean una prosa con un estilo inquietante y original. El humor, sin el que la historia naufragaría, completa un panorama que atrapa desde el principio.
El escritor argentino Rodrigo Fresán, gran lector, mejor conversador y director de la colección Roja y Negra en la que Mondadori publica Perdida (en España se publicará también en catalán en RBA- La Magrana) me atendió amablemente por teléfono. Resumo parte de sus enseñanzas: “Si cambias los rostros, es una intriga decimonónica. Una historia femenina, ácida, al estilo de Dorothy Parker y con lo mejor y lo más turbulento de Patricia Highsmith”. Lean, juzguen y disfruten.
EL PAÍS
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