sábado, 22 de julio de 2023

Liv Ullmann / "El cine de Bergman llegaba al fondo de uno mismo"


Bergman y Ullmann, durante el rodaje de 'La vergüenza' (1968). SCANPIX


Liv Ullmann: "El cine de Bergman llegaba al fondo de uno mismo"


La actriz noruega recuerda al que fue su amante y director con motivo del centenario del realizador de 'Sonata de otoño'.






Conxa Rodríguez

Londres, 23 de enero de 2018


La actriz y directora noruega Liv Ullmann, a sus 79 años, goza de un sentido del humor, simpatía y espontaneidad que contrastan con los personajes torturados psicológicamente y traumatizados que la hicieron conocida de la mano del director sueco Ingmar Bergman. Este año se cumple el centenario y con este motivo la actriz ha participado este pasado fin de semana en la Filmoteca de Londres en un homenaje al que fue su maestro y amante durante, al menos, cinco años, de 1965 a 1970. La hija de ambos, Linn, nació en 1966.

Aunque el director y la actriz dejaron de ser pareja en 1970, sus vidas quedaron entrelazas para siempre por el vínculo de la amistad y el trabajo, desde Persona (1966) hasta Zarabanda (2003), el último filme del cineasta en el que cuenta la historia de una ex esposa que acude a ver a su ex marido en una fase de la vejez que palpa la muerte. Liv, aunque nunca fue, oficialmente, esposa de Ingmar, le hizo una visita el día antes de morir a la isla de Faro donde él se recluyó los últimos años de su vida. "Para aquella visita hice una cosa que sólo he hecho una vez en mi vida: alquilar una avioneta privada. Allí estaba él, con las enfermeras que lo cuidaban. Murió al día siguiente", añade.

A preguntas de EL MUNDO, diferencia las cualidades que caracterizaron a Bergman haciéndolo un director y guionista único. "Era un maestro y un genio para contar historias, hacía películas que se entendían, sin necesidad de que fuesen verbalizadas ni que fuesen intelectuales ni nada de eso. Llegaban al fondo más profundo de uno mismo, sus películas eran como pasar un rato con tu mejor y más cercano amigo; él sabía cómo contar una historia de la forma que nadie lo había hecho hasta entonces", explica la actriz.

A la vida de Liv Ullmann no le faltan episodios susceptibles de guiones cinematográficos. Nacida en Tokyo en 1938, donde su padre trabajaba de ingeniero, la familia se trasladó a Toronto (Canadá) a raíz de la Segunda Guerra Mundial. En 1944 su padre murió en accidente y su abuelo en el campo de concentración de Dachau. Su madre, viuda, y dos niñas huérfanas regresaron a Noruega. Liv tenía siete años cuando llegó al que iba a ser su país. Su lengua ya era el noruego. Estudió en Londres Arte Dramático y regresó a Noruega donde hizo su primer papel con El diario de Anna Frank. "Me resultó fácil representar esa vida claustrofóbica; por entonces tenía 17 años, pero mentía y decía que tenía 19 para conseguir papeles".

Se casó en 1960, a los 21 años, con el psiquiatra Hans Jacob Stang cuando ella se hacía nombre como actriz. El encuentro con Ingmar Bergman llevó al matrimonio al divorcio por el adulterio de ambos, una experiencia (la de la esposa fiel que se enamora de otro hombre y los entresijos entre parejas) que se repite en sus películas. "Conocí a Ingmar a través de Bibi Andersson, mi amiga del alma. Íbamos un día por la calle y topamos con él, me lo presentó y hablamos de trabajar juntos, pero para el primer proyecto me puso largas y canceló una cita diciendo que estaba enfermo, que es lo que decía cada vez que no quería hacer algo. Después hicimos Persona. Yo tenía 25 años y me enamoré de él", recuerda la actriz alternando una nota de tristeza y otra de alegría en cada uno de sus comentarios. El director era 20 años mayor que ella.

Sacar al ámbito público la vulnerabilidad de los sentimientos, las inseguridades personales, la incertidumbre emocional, los traumas o el efecto de los vínculos familiares y amistosos, lo que ella llama "los demonios" que cada persona lleva dentro, es lo que catapultó a Ingmar y Liv como la pareja del cine psicológico y/o melancólico y angustiado. Sobre este calificativo de cine psicológico dice que "es más complicado de lo que parece porque hacer las películas con Ingmar era una alegría aunque la historia fuese una historia triste. Lo más triste de todo en el mundo del cine es que no se hagan las películas como se deberían hacer".

En 1985 Liv se casó con el constructor norteamericano Donald Saunders, de quien se divorció en 1995 y continuó conviviendo con él formalmente hasta 2007. El año pasado aparecieron juntos en el Festival de Cine de Cannes. Con Saunders vive en Boston (EEUU), si no reside en Oslo donde habita también su hija, la escritora Linn Bergman, y sus dos nietos. En 1973 protagonizó con gran éxito Gritos y susurros y Secretos de un matrimonio o Escenas de la vida conyugal bajo la dirección de Ingmar Bergman, película que trata de cómo un matrimonio se enfrenta a sus infidelidades.

Sobre esto recuerda que "después de hacer la película supe que la madre de Ingmar había sido infiel a su padre, hallé unas cartas en las que lo confesaba porque los remordimientos la angustiaban". Una coincidencia -o consecuencia", la del adulterio de la madre de Ingmar, con la historia de Fanny y Alexander.

A Secretos de un matrimonio le siguió La abdicación de una reina, dirigida por Anthony Harvey, que pasó sin pena ni gloria. Cuenta la historia de Cristina, reina de Suecia (Liv Ullman), trasladada al Vaticano donde se enamora de un cardenal.

Con Ingrid Bergman e Ingmar de director protagonizó Sonata de otoño. "En el rodaje se pelearon porque Ingrid no estaba de acuerdo con algo del guion. Salieron del plató a gritos pero acabó ganando ella. Con Ingrid era muy fácil entenderse".

EL MUNDO


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