Depravados en la nación pirata de los Rolling Stones
Depravados en la nación pirata de los Rolling Stones
La proyección en Madrid de ‘Cocksucker Blues’ recuerda los vicios y las virtudes de la mejor etapa de la banda de Mick Jagger y Keith Richards
CARLOS MARCOS
11 de diciembre de 2020
“Nos habíamos convertido en una nación pirata, viajando a lo grande en nuestro propio avión bajo nuestra propia bandera, con abogados, adláteres, groupies, bufones…”. Hay muchas cosas de las que Keith Richards no se acuerda, pero de esta sí, como relata en su libro de memorias, Vida. Difícil de olvidar lo que ocurrió en aquella gira por Estados Unidos de 1972 que incluía a un médico. Mick Jagger vivía asustado por lo que pasó en Altamont. De la muerte a cuchilladas de Meredith Hunter, de 18 años, se responsabilizó a los Ángeles del Infierno, que estaban contratados como personal de seguridad de aquel desastroso festival de 1969.
Los moteros se la tenían jurada al cantante, que había mirado para otro lado (una actitud muy Jagger) en lugar de defenderlos. Aterrorizado, quería tener a un médico al lado para intervenir rápidamente en caso de atentado. También llevaba un par de guardaespaldas y dos revólveres. El médico, en vista de que no llegaba el temido atentado, hizo un pacto con Richards: barra libre en mi maletín si me dejas que entregue una tarjeta de visita a las chicas que os rondan. Trato hecho.
Así era el ambiente de aquella gira, filmada por Robert Frank para el documental Cocksucker Blues (El blues del chupapollas), que se proyecta hoy sábado 12 en Madrid dentro de la programación de Documenta Madrid. Vista hoy, Cocksucker Blues resulta estéticamente cutre y desagradable por algunas escenas: esa en la que los acompañantes de los Stones forcejean con chicas para desnudarlas. Hay una escena penosa de Richards, quedándose dormido, encorvándose a cámara lenta, seguramente debido a los efectos de alguna droga dura.
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