Jenny Offill |
JENNY OFFILL
“Nunca sabes si va a caer
una tormenta
o regresará la calma”
La escritora neoyorkina mezcla en ‘Clima’ optimismo y mordacidad para reflexionar sobre las preocupaciones de su protagonista, Lizzie, en un Brooklyn multicultural
“El trabajo va muy bien, pero todo indica que vamos directos al fin del mundo”. Es con este estoicismo que Lizzie se enfrenta cada día al mundo en el barrio de Flatbush, Brooklyn. Trabajo, familia y amigos, un microcosmos intimista tras el que Jenny Offill ha tejido Clima (Libros del Asteroide, Àmsterdam en catalán) un relato que va de lo más pequeño a lo más grande, tratando de explicar cómo podemos afrontar miedos como las consecuencias del cambio climático desde una vida cotidiana que, en demasiadas ocasiones, nos engulle con sus urgencias. Narrada a través de ideas espontáneas, aforismos y pinceladas del día a día, Offill, profesora de escritura en las universidades de Syracuse y Queens, defiende la virtud de lo breve.
Lizzie piensa constantemente en asuntos trascendentales como la muerte o cómo lograr que su hijo sobreviva a un futuro cataclismo. ¿Es posible vivir así y no perder la cabeza?
Creo que al principio sí se vuelve loca, porque son muchas cosas que asimilar, pero a medida que el libro avanza se da cuenta de que hay partes que puede asumir, acciones que puede llevar a cabo, deshaciéndose de su inmovilismo.
El cambio climático acaba por convertirse en una de sus grandes preocupaciones.
Muchas personas que han estudiado el problema, científicos y también psicólogos, creían que la gente no actuaba por no estar informada, pero ahora saben que no es así. No se trata de tener información, sino de estar asustado por ver cómo cambiará su vida. Es un gran problema que está superando a la gente, paralizándolos, porque se tiene la sensación de que se trata de una cuestión técnica, científica, que exige hacer muchas cosas. Creo que la gente encuentra más fácil mirar hacia otro lado.
CAMBIO CLIMÁTICO
“Muchas personas que han estudiado el problema creían que la gente no actuaba por no estar informada, pero ahora saben que no es así”
Sus personajes toman decisiones basándose en motivos a veces absurdos, poniéndose en manos de Google o de gurús.
Lizzie piensa que muchas de las cosas que suceden son absurdas. Por ejemplo, es una locura colonizar otro planeta como solución al cambio climático, o que la gente rica planee mudarse lejos del mar para salvarse. Y ella es algo cínica cuando observa en estas ideas de supervivencia de los ricos.
El remedio, tanto para la muerte como para sobrevivir a las catástrofes, es el amor a los demás.
Sí, esta es una de las cosas que ella descubre al final, que puede ser más feliz disfrutando de las cosas buenas que tiene en la vida. Está conectado con la vertiente más política de la novela, cuando explica cómo en las operaciones de rescate, la gente que está perdida muchas veces ignora a los rescatadores porque están demasiado confundidos y no les ven. Durante las elecciones del 2016 (las que dieron la victoria a Donald Trump), ella piensa que podemos rescatarnos los unos a los otros, trabajar juntos en lugar de estar cada uno encerrado en su propia celda de miedo. Se puede hacer una acción colectiva. Valorando estas pequeñas cosas, y no actuando como si uno mismo sea lo único importante, es como se puede encontrar soluciones a estos grandes problemas existenciales.
La protagonista muestra su preocupación por los refugiados de Grecia.
Cuando escribí Clima vi muchas noticias sobre los refugiados, principalmente de Siria pero también de otros lugares. Observar lo que sucede en las islas griegas, unos territorios tan pequeños que han hecho un esfuerzo tan grande durante tanto tiempo para acoger a los refugiados que venían en barco, me llevó a relacionarlo con la idea de hospitalidad, de no enviar de vuelta a los extranjeros. Por otra parte, esto sucedió mientras escribía el libro, hace un tiempo. Desde entonces, incluso los lugares que en principio eran más proclives a acoger refugiados se han vuelto más reticentes.
AYUDA MUTUA
“Lizzie piensa que podemos rescatarnos los unos a los otros, trabajar juntos en lugar de estar cada uno encerrado en su propia celda de miedo”
También en EE.UU. hay problemas con los inmigrantes
En mi país tenemos un presidente de extrema derecha que está expulsando a todos los que puede. Esto es muy duro para mí como estadounidense, porque una de las cosas que más valoro de mi país es que todo el mundo puede venir aquí fácilmente. Tengo buenos amigos que son inmigrantes, y que llegaron como refugiados con la idea de que debían abandonar su país para siempre, pero podían vivir en EE.UU.
La historia se explica a partir de fragmentos que se acumulan para construir el relato.
He buscado un estilo que se parezca a la forma en que pensamos, en que yo pienso. En muchas novelas hay demasiada explicación, se narra paso a paso cómo suceden los hechos. En las novelas europeas no es tan corriente, pero he leído muchos títulos donde la información se puede inferir, y lo que he intentado es comprimir la historia para lograr un punto de vista más cercano. Lizzie no necesita explicar toda la historia para que se entienda.
El ambiente importa más que la acción
El título del libro es Clima, y quería darle una sensación de que todo está dando vueltas en el ambiente, como si el clima fuese algo emocional, nunca sabes cuándo te va a caer una tormenta o va a regresar la calma. A veces las situaciones son como una ola que impacta con fuerza contra tí, y esa era la idea del título: tal como existe un clima físico, hay otro emocional.
EL CLIMA COMO METÁFORA
“Quería darle una sensación de que todo está dando vueltas en el ambiente, como si el clima fuese algo emocional”
En ocasiones da la sensación de que deja usted huecos para que los rellene el lector.
Cuando los novelistas pensamos en una gran novela, pensamos en que sea muy larga, enciclopédica. Parte de mi empeño como novelista es ver cuánto puedo comprimir el relato en un espacio pequeño. Cuántas emociones, cuántas historias, pensamientos, o referencias a la historia, la ciencia o lo que sea pueden caber allí dentro. Mi esperanza es que desde la superficie, sin que el lector se de cuenta, el protagonista aporte el suficiente ‘momentum’ emocional para que puedas sentirlo.
Es una novela corta, pero le ha llevado mucho tiempo escribirla
Cuando escribes una novela a base de fragmentos, debes ser muy cuidadosa para que no parezcan aleatorios. Una de las cosas que hacía para ver si funcionaban era dejar pasar el tiempo y releer los fragmentos para ver si se entendían. El otro motivo por el que elegí esta estructura es porque quería mostrar una visión diferente sobre el cambio climático. Hay muchos libros que hablan sobre este tema y que nos sitúan en un espacio apocalíptico o postapocalíptico. Por el contrario, yo he querido mostrar que el cambio climático está sucediendo en tu vida cotidiana, en mitad de las pequeñas y grandes crisis que debes afrontar. Al mismo tiempo eres consciente de esta gran cosa, quería ver cómo era moverte en mitad de tus problemas cotidianos, y tu preocupación a nivel global. Por eso he preferido moverme en el trasfondo, y ocasionalmente incidir.
LA VANGUARDIA
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