viernes, 29 de enero de 2021

Persecución / No teman a Joyce Carol Oates

La escritora estadounidense Joyce Carol Oates, en entrevista en 2017 Bilbao.
La escritora estadounidense Joyce Carol Oates, en entrevista en 2017 Bilbao. FERNANDO DOMINGO ALDAMA

No teman a Joyce Carol Oates

'Persecución', novela extrañamente corta en esta autora, la reconfirma de nuevo como maestra de la literatura de la violencia


Berna González Harbour
13 de marzo de 2020

La primera buena noticia es que Joyce Carol Oates ha escrito un libro de 220 páginas y eso, en alguien que va de millar en millar, es de agradecer para sus incondicionales.
Pero eso es solo un factor. Persecución, esta mininovela en términos oatianos recién publicada por Gatopardo, reconfirma de nuevo a la norteamericana como la maestra imbatible de la literatura de la violencia y la abrasión psicológica del suspense bien conducido.
Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) ha desbordado los géneros y se define a sí misma como una autora realista con toques góticos, surrealistas y de humor negro, pero su inclinación temática a los crímenes, a los abusos sexuales, al incesto, al retrato de asesinos y víctimas y a las brumas del thriller psicológico, en suma, la ha puesto especialmente en el lado de esta literatura de la violencia. Por la ansiedad y la tensión que destilan sus textos, por el retrato de la falsa moral, por el lirismo que aplica al horror, por la perturbación literaria del sueño americano y por la presencia habitual de asesinos, trastornados o villanos en sus obras, Oates suele ser la pintora de una América feroz. Lo hizo en Blonde, al decorar la vida y muerte de Marilyn Monroe de todos los sueños, necedades, estallidos de ilusiones y desilusiones que acompañaron a la gran artista en su contexto. Lo hizo en Un libro de mártires americanos, donde puso el espejo en el que se miran a cara de perro las dos Américas de hoy. Lo hizo en Mamá, en Infiel, en La hija del sepulturero, en Qué fue de los Mulvaney o en cualquiera de las decenas de obras que ha ido produciendo a un ritmo insultante para el resto de los mortales.
Y ha vuelto a hacerlo en esta Persecución, la historia de una joven traumatizada en su niñez cuyas pesadillas inconexas apenas esbozan la tragedia que sufrió y que se le oculta a ella tanto como al lector. Oates excava –como siempre- poco a poco. Fija el foco en la chica para a partir de ahí cambiar el lugar, el tiempo y el dueño de la mirada de ese zoom que a veces aleja y a veces acerca su objetivo, que a veces se torna borroso y a veces nítido, que a veces aclara y a veces emborrona, en un juego narrativo en el que Oates es la diosa. El lector puede avanzar así en saltos o paseos pequeños, adelante y atrás, merodeando siempre en torno a esa chica frágil cuyo rastro a veces cree perder, pero sin soltarla nunca. Ella es la maestra de esa técnica.
Los recuerdos de Abby, la protagonista, son borrosos, pero ese mismo foco lo va a manejar a ratos su marido, a ratos su padre, a ratos su madre, hasta que entre todos compongan la foto completa. Y es así como quien se cree vagabunda, abandonada y quien recuerda esqueletos nos va a llevar a un infierno pesaroso, pero mucho más complejo, que solo nosotros y ella debemos descubrir.
Repite Oates el argumento de un soldado regresado de Irak –que trató ampliamente en Carthage- y esta es una pega lógica en quien suele escribir dos libros al año, pero altamente evitable.
Más allá del factor repetición, queda en Persecución el sabor de boca de quien rumia la felicidad y no puede alcanzarla por los lastres misteriosos que la encadenan al pasado, la dificultad de dejarse llevar por el placer, la convicción de no merecer el amor, de estar maldita, de quedarse atrapada en las brumas confusas del pasado, en el delirio, la descomposición de la distancia entre realidad y recuerdo y la difícil construcción de la verdad para avanzar. Y todo esto, no es poco.
Por ello, a los que disuaden las mil páginas que suele disparar por novela, no teman esta vez a Carol Oates. En dosis pequeñas funciona también.

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Autora: Joyce Carol Oates.
Traducción: Patricia Antón.
Editorial: Gatopardo, 2020.
Formato: tapa blanda (220 páginas, 19,90 euros).

EL PAÍS

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