martes, 19 de enero de 2021

Patricia Highsmith / Cinco lecturas perfectas

 



Centenario de Patricia HighsmithBIOGRAFÍA
CINCO LECTURAS PERFECTAS
PARA RECORDAR A LA REINA DEL SUSPENSE

La escritora americana, que hoy habría cumplido cien años, hizo de la novela negra todo un arte

19 de enero de 2021

Nacida en la ciudad texana de Fort Worth en 1921, Patricia Highsmith habría cumplido este martes cien años. La escritora americana hizo de la novela negra todo un arte a través de personajes oscuros, ambigüedad moral y atmósferas opresivas que contribuyeron a su fama.

Como resume Pedro G. Cuartango, «hay algo de inhumano y demoniaco en sus creaciones, que, la vez, evocan la perspicacia visionaria de un Dostoievski en el retrato de las pasiones y las emociones. Realmente nadie conoció a esta mujer solitaria e introvertida, que se refugiaba en una máscara de hostilidad para huir de la gente. Nos quedan sus novelas y Ripley, ese personaje de las mil caras que podría ser el alter ego de la autora.

«Extraños en un tren»

Perversa y cruel, la primera novela de Patricia Highsmith no sólo cautivó a Alfred Hitchcock, que compró los derechos para llevarla al cine sólo una semana después de ser publicada, sino que además inyectó al thriller una ambigüedad moral y una profundidad psicológica poco o nada común en la novela negra de la época. Con los años llegaría el turbio Tom Ripley y la popularidad creciente, pero «Extraños en un tren» sigue siendo la mejor puerta de entrada al universo Highsmith. Aquí está, circulando sobre raíles, la historia de Bruno y Guy, dos desconocidos que coinciden en un tren y deciden asesinar cada uno al enemigo del otro. Un crimen perfecto, sin móvil ni lógica aparente, y una magistral radiografía del bien y el mal y de los rincones más oscuros del ser humano. 

Por David Morán.



«Carol»

La escritora publicaba esta novela bajo pseudónimo. En ella cuenta la relación homosexual entre una casada de clase alta y una joven vendedora de unos grandes almacenes. El título, llevado al cine hace pocos años, acaba felizmente. Se trata de una narración autobiográfica, ya que Highsmith era una lesbiana promiscua que mantuvo relaciones con decenas de mujeres, de las que se enamoraba con la misma facilidad con la que rompía. Nunca tuvo un vínculo estable a lo largo de su vida. 

Por Pedro García Cuartango.

«El talento de Mr. Ripley»

Hay en sus trabajos un tema que aparece y reaparece de forma obsesiva: la fascinación por el mal. O tal vez sería más acertado decir la abolición de las fronteras entre el bien y el mal. Nadie mejor que Tom Ripley, el más popular de sus personajes, representa esa forma de vivir en la que no existen límites morales ni freno alguno al deseo o la ambición.

Highsmith se inspiró en Ripley para escribir cinco novelas, la primera de las cuales es «El talento de Ripley», publicada en 1955 y llevada al cine por René Clement con el título «A pleno sol». La película tuvo un enorme éxito, especialmente por la interpretación de Alain Delon, que acierta a encarnar el turbio y ambiguo arribista sobre el que gira la serie. No sería la primera película sobre la figura de este impactante personaje.

«El talento de Ripley» es una novela clásica de suspense, pero también un thriller psicológico porque más importante que la acción son las motivaciones de sus tres protagonistas, que se sumergen en un banal hedonismo para huir de un mundo en el que no han hallado su sitio. 

Por Pedro García Cuartango.



«Crímenes imaginarios»

Menos conocida que las que componen la serie de Ripley, y mucho menos aún que «Extraños en un tren», «Crímenes imaginarios» posee, sin embargo, todos los ingredientes para podérsela conceptuar una pequeña obra maestra del género.

Como es costumbre en la Highsmith, el mundo limitado en que se mueven sus criaturas de ficción está presente también en este libro. Aunque la acción se desarrolle en tres escenarios diferentes -cercanías de Ipswith, Brihgton y sus alrededores y Londres- el centro radial apenas ocupa media docena de personajes. Precisamente en un momento determinado, Patricia Highsmith se refiere a su protagonista con palabras aplicables a ella misma: «Pensaba que en la vida real la gente estaba más separada que conectada, y que la conexión de tres o más personas en una novela es un artificio del autor, quien elimina al resto del mundo que no aporta nada nuevo».

En la mayoría de las obras de la Highsmith, apenas existen los comparsas, o, en todo caso, se trata de unos comparsas que enseguida adquieren entidad propia y campan por sus respetos, aunque nunca oscurezcan la fuerte personalidad de los protagonistas. En «Crímenes imaginarios», este se llama Sidney Bartleby. Novelista y autor de guiones para la televisión, vive obsesivamente su vocación, hasta el punto de que a veces le gusta idear cosas que no existen más que en su cerebro. Como, por ejemplo, que asesina a su joven esposa, Alicia, la cual, entregada a su pasión por la pintura, decide ausentarse de su hogar por tiempo indefinido sin decir a nadie donde se encuentra. Los padres, pasado un tiempo prudencial, deciden dar parte a la Policía de su desaparición, impulsados por ciertas sospechas, lo que genera situaciones inquietantes. No ya sólo por culpa de Sidney, sino también de la propia Alicia, quien, cuando se entera de que la buscan decide cambiar de personalidad y vivir clandestinamente unos amores recién estrenados

Por Antonino González Morales.


«Suspense»

Se trata de un ensayo en el que la autora desgrana su proceso creativo, pero sin pretender convertirse en un manual de instrucciones, como ella misma advierte: «Muchos escritores principiantes creen que sus colegas ya consagrados deben tener alguna fórmula mágica para alcanzar el éxito. El presente libro conseguirá, sobre todo, que se desvanezca esta idea. No hay ningún secreto para alcanzar el éxito escribiendo, salvo la individualidad o, si se prefiere, la personalidad».

Se trata de la particular visión de Highsmith acerca de cómo ella escribía novelas de misterio. Sin que falte alguna que otra confesión: «El premio de los Mystery Writers of America lo tengo colgado en el cuarto de baño, que es donde cuelgo todos los premios porque allí parecen menos pomposos».

 Por Antonio Fontana.

ABC


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