Los 50 mejores libros de 2020
Novela con los oscuros años trumpianos al fondo
Tras el éxito de ‘Departamento de especulaciones’, Jenny Offill regresa con ‘Clima’, libro que retoma el ritmo sincopado, y su mirada curiosa e inquieta
Madrid, 24 de noviembre de 2020
Viajaba hasta la universidad al norte del Estado de Nueva York donde impartía clases cada semana, y en esos largos trayectos en coche, los conductores escuchaban programas de radio en los que se hablaba de delirantes conspiraciones. “Sonaba muy loco, pero era antes de la victoria de Trump, y yo no era consciente aún de lo importante que sería”, explicaba por videoconferencia Jenny Offill (Estados Unidos, 52 años) desde su casa.
La escritora pilló algo que flotaba en el ambiente y como una lluvia fina fue permeando su novela, Clima (Asteroide). “Mientras escribía pensé mucho en cómo el clima es algo físico, porque hay mal tiempo o corrientes; pero también atañe a lo emocional, a lo que se siente estando vivo en un determinado sitio y momento”, reflexiona la autora. Su libro tiene algo de crónica muy humana —y poco histérica—, de los oscuros años trumpianos.
La autora, una de las más originales del panorama literario estadounidense, que alcanzó el éxito con Departamento de especulaciones, comprendió en 2016 que su tercera novela quedaría “congelada como en una gota de ámbar” si no hablaba del vuelco político. “Con la victoria de Trump cambió la manera en que las familias inmigrantes del barrio se relacionaban, y la sensación misma de estar en Nueva York. Tenía que meterlo”. Así que en Clima habla de política desde lo íntimo y lo doméstico; su protagonista mezcla conversaciones escuchadas en la calle, ideas, reflexiones, bromas.
Ni frases ni capítulos, la unidad básica con la que Offill construye sus historias son párrafos nítidamente separados. En ellos encapsula un episodio, un encuentro, la memoria de una conversación, un lugar, un momento fugaz. Juntos funcionan como cuentas engarzadas de un collar: es el coro de ideas, vivencias, intercambios, problemas, y tentaciones que componen una vida. “Quiero plasmar el giro asociativo que te permite en un momento estar reflexionando sobre un tema existencial y al minuto siguiente estar pensando en la cena. Me interesan esos cambios de escala y destilo mucho”.
¿Esa ausencia de jerarquía en los temas es una visión eminentemente femenina? “La idea de que una novela es solo importante o ambiciosa si es larga, eso algo muy masculino. Yo trato de hacer libros tan enciclopédicos como puedo en el menor espacio posible. Y luego está el defender que la esfera doméstica y del cuidado de los otros es tan merecedora de pensamiento filosófico y exploración como todo lo demás”, apunta al tratar de explicar el “proyecto feminista” que acomete con sus libros. “Para la mayoría de mujeres que conozco unas veces lo más importante es recordar comprar papel de plata en la tienda la esquina y, otras, ir a una manifestación o llevar comida a un vecino. Todo tiene la misma importancia por eso lo pongo todo en un mismo plano”.
Amnesia inconsciente y colectiva
Con ritmo sincopado, y una mirada curiosa e inquieta, Clima habla de previsibles catástrofes meteorológicas, a través de una madre de familia, bibliotecaria de un campus en Brooklyn que acaba trabajando en un podcast sobre el cambio climático. La novela salió en Estados Unidos apenas un mes antes del confinamiento por la covid-19, una situación extrema para la que Offill se sintió extrañamente bien preparada gracias a su novela. “No padecí lo que los sociólogos llaman el sesgo de normalidad, que hace que pienses que las cosas verdaderamente no pueden estar tan mal”, comenta. Ventajas de llevar seis años leyendo sobre apocalipsis.
De facciones suaves y tono tranquilo, no hay dramatismo ni agobio en esta autora. Se refiere a la “amnesia inconsciente y colectiva” que la sociedad padece tras los episódicos desastres ecológicos, como en Nueva York el huracán Sandy del que ya nadie habla apenas siete años después. “Quería que mi protagonista fuera alguien normal, puede que un poco mejor educada, pero que vive al día, y tiene que preocuparse de un montón de cosas. Mientras escribía me preguntaba qué se necesita para tener suficiente energía y poder volcarla en el activismo. Imaginé esta escena en la que Lizzie de pronto se da cuenta de lo que está pasando y piensa: ‘Espera, ¿de verdad me tengo que preocupar ahora del mundo entero?”.
Offill dejó la ciudad hace ya un tiempo, así que no hay viajes con emisoras radiofónicas radicales y conspiraciones. Además esas extrañas teorías dejaron de ser marginales. “Ahora hay cientos de miles de personas que creen que el partido demócrata es una cábala satánica de pedófilos”, dice. “A veces pienso en ello como lo que pasó en la Primera Guerra Mundial con la mecanización del combate y el impacto que tuvo en el número de bajas. Porque las teorías conspirativas siempre han tenido su público, pero Internet, te va mostrando contenido más extremo y a mucha gente le ha lavado el cerebro”.
La autora se despide tranquila e incluye una “nota de esperanza obligatoria” como la que su protagonista añade en las respuestas a los oyentes del podcast en la novela. Offill confía en que ahora sí, el clima en EE UU de verdad cambie, y confiesa con media sonrisa que lleva meses leyendo sobre exilio voluntario.
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