Siri Hustvedt. Foto: Spencer Ostrander
Siri Hustvedt
"Sigo siendo insaciablemente curiosa a los 64 años"
En la difusa frontera entre invención y realidad, entre memoria e imaginación, se sitúa la escritora norteamericana en su nueva novela, Recuerdos del futuro (Seix Barral). Una historia en dos épocas y plagada de guiños autobiográficos que narra la llegada de Minnesota a Nueva York en 1978 de la joven S.H., cuya vida y recuerdos 40 años después sirven a la narradora para volcar todos los grandes temas de su escritura.
ANDRÉS SEOANE | 03/05/2019 |
“La imaginación y la ficción constituyen más de las tres cuartas partes de nuestra vida real” sostiene, citando a Simone Weil, la escritora norteamericana Siri Hustvedt (Minnesota, 1955). Sobre esta opinión, vehicula la compleja arquitectura de su nueva novela, Recuerdos del futuro (Seix Barral), una sucesión de tres historias superpuestas donde afloran los temas clásicos de la autora de Todo cuanto amé (2003) o El mundo deslumbrante (2014): la crítica a las estructuras de poder y al patriarcado, la fusión de realidad y ficción, la falta de fiabilidad de la memoria y la importancia de contar historias.
Para explorar estas cuestiones a un tiempo contemporáneas y atemporales, la escritora entreteje tres historias: el viejo diario de la protagonista S.H., una joven criada en un pequeño pueblo de Minnesota que se muda al Upper West Side de Manhattan a fines de la década de 1970 (como la propia Hustvedt), fragmentos de su primera novela, una historia de misterio en la que trata de encontrar y dar forma al héroe, y los comentarios y reflexiones que hace S.H. 40 años después, observando con una mirada irónica y divertida los huecos y divergencias entre sus registros y sus recuerdos.
Pero sería un error suponer que Hustvedt, con una extensa producción de aclamados ensayos, escribiría algo tan sencillo como unas memorias.“Estoy jugando con mi propia autobiografía y el género de memorias en general. No estoy exponiendo los detalles de mi propia vida”, aclara. “De hecho, hay una serie de reveladoras diferencias con mi biografía. Por ejemplo, mi padre no era médico y no estoy casada con un físico llamado Walter Feld”.
La imaginación y la memoria están vinculadas. Escribir ficción es como recordar lo que nunca sucedió"
Pregunta. Esta historia conecta con su primera novela, Los ojos vendados (1992), ¿en qué se parecen y diferencian?
Respuesta. Sí, revisito la geografía de mi primera novela y mi primer apartamento en la ciudad. Yo, la Iris de Los ojos vendados y S.H. viven en el mismo lugar, el 2B del 309 de la West 109th Street. Ambas son versiones ficticias de mí, y comparten características, sin embargo, los dos libros son muy diferentes como reflejo de mi evolución. La nueva novela tiene una estructura mucho más compleja, más comedia, y una perspectiva doble, no única, con una narradora joven y otra vieja.
P. Intercala en el libro pasado y presente y explora la fiabilidad de la memoria. ¿Qué hay de real en los recuerdos? ¿Cuál es su papel en el presente?
R. La memoria siempre tiene lugar en el presente, es la evocación en el ahora de un evento pasado. No hay memoria original almacenada en el cerebro que pueda extraerse y examinarse, pues nuestros recuerdos son propensos a lo que en neurociencia se llama reconsolidación. Los recuerdos se consolidan, se conservan, pero cada vez que los recuperamos se alteran y se conservan nuevamente. Todo esto afectado por la emoción. Los recuerdos que no tienen valor emocional se olvidan, por lo que aunque no podamos darles validez documental, podemos estar seguros de que las emociones que se les atribuyen son importantes. La precisión de una memoria puede ser menos importante que su función como guía sobre cómo vivir nuestras vidas.
P. ¿Y el papel de la imaginación, de la capacidad de contar historias?
R. Creo que la imaginación y la memoria no son facultades distintas, sino que están vinculadas. Nuestros recuerdos están llenos de ficción y la escritura está siempre conectada con el recuerdo, incluso cuando los eventos descritos están completamente inventados. Escribir ficción es como recordar lo que nunca sucedió. Esta novela en particular es, de hecho, una obra en la que memoria e imaginación comienzan a superponerse hasta que al final no hay separación alguna entre lo real y lo imaginario.
Me cuesta mucho ver cómo se distingue lo que ahora se llama autoficción de muchas novelas. Estoy más interesada en la pura invención ficticia"
P. ¿A qué responde el auge de la autoficción de los últimos años? ¿Por qué se prima sobre la ficción pura?
R. Recuerdos del futuro no es una obra de autoficción. La forma, inventada por el francés Serge Doubrovsky a finales de los 70, es, según tengo entendido, esencialmente una memoria que es libre de emplear las técnicas de la novela, pero la definición parece haberse extendido últimamente para significar una mezcla de autobiografía y ficción, que me cuesta mucho ver cómo se distingue de muchas novelas. Pero estoy mucho más interesada en la invención ficticia que, sin embargo, vehicula verdades emocionales.
P. Su novela ha sido descrita como comedia filosófica al estilo del Tristam Shandy de Sterne. ¿Cómo entiende el humor?
R. Me reí y disfruté mucho mientras escribía. Es un libro en el que la anciana mira hacia atrás a su joven yo con una distancia que siempre brinda oportunidades para el humor y la ironía. Analizar esa versión anterior de sí misma le permite tanto reírse como compadecer a la persona que una vez fue. Pero el humor también es felizmente subversivo, una forma de burlarse de los caminos del mundo, especialmente en esta novela, de los absurdos del patriarcado, como hacía Sterne en aquel libro.
Dibujo de Siri Hustvedt presente en Recuerdos del futuro
P. Sus novelas siempre destacan por su cuidado lenguaje y musicalidad, ¿cómo encuentra el ritmo de su escritura?
R. Gran parte de una novela radica para mí en el ritmo, un tipo de música que descubro al principio del proceso de escritura y que luego impulsa el libro. Estos ritmos son parte de la profunda realidad de cada persona. Somos criaturas rítmicas que respiran, cuyos corazones palpitan, que duermen y se despiertan. Estamos obligados al día y la noche, sensibles a los ritmos que nos rodean. Como criaturas que hablan, nuestras palabras no están separadas de estos hecho, sino que forman parte de ellos. Aún más, los ritmos de un texto crean significados en el oyente no siempre fáciles de explicar, pero cruciales para la experiencia de lectura.
Más allá de la literatura, que abrazó a los 13 años durante un viaje a Islandia en el que le impactó David Copperfield, de Dickens, otra memoria disfrazada de ficción, Hustvedt ha escrito varios libros de ensayos donde mezcla intereses tan dispares como el psicoanálisis, el artes, la filosofía o la neurociencia. Hacia esta última se ha volcado mucho desde los 90. “Fui profesora de escritura voluntaria para pacientes psiquiátricos durante cuatro años. Ahora enseño psiquiatría en una escuela de medicina y publico en revistas sobre psicoanálisis, psiquiatría o trastornos neurológicos. Ha sido un viaje largo y muy interesante”.
La literatura es un elemento clave para llegar a un acuerdo urgente con la misoginia en curso en la cultura"
A punto de publicar un nuevo volumen de ensayos, El arte y la ciencia de ser una mujer difícil, la escritora defiende y plasma en sus obras, incluida esta última novela, la necesaria relación entre ciencias y humanidades, por qué deben interactuar todas estas ramas del saber y la experiencia humanas. “Desde que era joven me han interesado las grandes preguntas filosóficas que comparten niños y metafísicos: ¿Qué es un ser humano? ¿Qué significa pensar? ¿Por qué los seres humanos se representan a sí mismos? ¿Qué es esa vocecita en nuestras cabezas?”, explica. “Sigo siendo insaciablemente curiosa a los 64 años. Estoy orgullosa de ello y espero vivir para leer, pensar y escribir más. Estas disciplinas, junto con otras como la historia o la sociología, están unidas porque aportan una visión de lo que significa ser humano. La razón por la que rara vez se reúnen es que vivimos en una cultura de hiperespecialización. Cada disciplina es demasiado a menudo una isla propia, un gran error”.
P. Otro eje de esta novela, también constante en su obra, es el feminismo, ¿qué importancia tuvo y tiene en su literatura?
R. A lo largo de los años, para mí es cada vez más obvio que el sexo de una persona, su feminidad o masculinidad, está sujeto a una disciplina a veces brutal, incluso al odio. La mujer ambiciosa que sale de la norma es castigada como agresiva, como lo es el hombre que adopta las cualidades estereotipadas de lo femenino: modestia, compasión, vulnerabilidad. Descubrí también que si bien se celebra a un hombre por su autoridad intelectual, a menudo se reprime a una mujer. ¿Por qué? Debido a que la mujer poderosa y consumada es una amenaza para el orden de las cosas, una amenaza para nuestro deseo irracional y, a menudo, inconsciente, de que todas las mujeres actúen como madres buenas, amables y gentiles. Nadie se enfrenta a un peor castigo que la mala madre egoísta. La filosofía occidental ha suprimido activamente el hecho innegable de que cada uno de nosotros nace del cuerpo de una mujer y depende totalmente de ella o de otra persona para sobrevivir. Creo que llegar a un acuerdo con la misoginia en curso en la cultura y cómo interactúa con cuestiones de clase y color es urgente. Y la literatura puede ser un elemento clave, ya que no existe fuera de la filosofía o de la historia de las ideas.
EE. UU. es una cultura ferozmente antiintelectual. el populismo no llegó con Trump, está en el alma americana"
P. ¿Qué ha significado el #MeToo? ¿Tiene esperanza de lograr una igualdad real?
R. Tengo poco interés en la agitprop o en las crudas ideas reductoras que a menudo circulan en la cultura popular, pero eso no significa que no esté a favor de la ola de cambio que el #MeToo representa: el fin del silencio que rodea a las agresiones sexuales. La protesta ruidosa es importante. Así es, después de todo, cómo las mujeres obtuvieron el voto. Y las formas más pequeñas pero constantes de condescendencia y subestimación patriarcal también son perjudiciales para las personas. A mi avanzada edad, me he propuesto expresar estos prejuicios en cada oportunidad. Nunca me quedo callada. Incorporar estas innumerables crueldades e insultos en mi literatura como comedia o tragedia es simplemente parte de lo que significa para mí ser escritora.
P. Su obra han tenido gran eco en Europa, ¿ha sido mejor tratada aquí que en su país?
R. Es indudable que los países europeos tienen largas historias literarias y respeto por sus héroes literarios. ¿Dónde estaría la novela sin Cervantes? Lo hizo todo antes de que la historia del género hubiera comenzado. Estados Unidos es una cultura joven y mercantil. Tenemos grandes escritores, pero rara vez encuentras una placa en una casa o una calle que lleve el nombre de una personalidad literaria. Ni Emily Dickinson Place ni Nathaniel Hawthorne Street. También es una cultura ferozmente antiintelectual, a pesar del hecho de que nuestra república fue fundada por intelectuales. El populismo no llegó con Trump. Se encuentra profundamente arraigado en el alma americana. Sin embargo, tengo fans apasionados en mi propio país. Y, siempre he sabido esto: cada lector inventa el libro por sí mismo. A veces surge el amor y a veces no, pero siempre hay una colaboración entre texto y lector.
P. En pocos días visita España de nuevo, ¿qué opina de nuestras escritoras?
R. Mi primera lectura española, antes incluso que el Quijote fue la autobiografía de Santa Teresa de Ávila, una obra asombrosa a la que he vuelto una y otra vez. Estoy bastante limitada por la escasa cantidad de traducciones en inglés, pero admiré en su día el espíritu salvaje de Las virtudes peligrosas, de Ana Maria Moix. Me parecieron maravillosas las historias de Mercè Rodoreda y Nada, de Carmen Laforet, profundamente absorbente e inteligente. Por otro lado, nunca he leído a Amalia Domingo Soler, pero la he encontrado en mis lecturas debido a su feminismo, que supo imbricar con la política y la ciencia.
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