domingo, 15 de octubre de 2017

Julián Herbert / Destreza pasajera



Julián Herbert 
Destreza pasajera

3

Hacíamos el amor en colonias oscuras
la espalda contra el muro de un depósito de agua
tres mil cinco mil litros y a veces nos tocábamos
pensando en Jessica
Lange Kim Basinger Belén Ríos
nuestros sueños no daban para mucho
un poco de beisbol
la canción que pedimos y nunca programaron
el soplo de rencor esparcido a medianoche
cuando el himno nacional abría la puerta del insomnio



Todo en el 86 no sé con quién
tú no sé dónde
cuál era la sal de la espalda que irritaba tus ojos

Yo estaba sujeto a una muchacha
tal vez la gracia de su nombre
tal vez su nariz o un primoroso par de aretes
tal vez solamente un vestido a rayas verdes y amarillas
tal vez solamente la buena voluntad
con que el vestido resbalaba por su cuerpo
lamiendo las paredes
diáfano como el agua firme como el asbesto
su cuerpo de muchacha fluyendo a borbotones

Ahora dime si no somos afortunados
si nos es sabia la matemática la historia la geografía
la distribución de la riqueza
tú y yo nos topamos demasiado tarde
pero llegamos con los huesos sanos
con el amor pulido a fuerza de preguntas y jaleos

Y cuando crece el temporal tras la ventana
qué puedo hacer
sino abrazarme a tu cadera
dejar en ti el tatuaje de la memoria a borbollones
primero en esta cama cubierta de migajas
pero luego de pie
otra vez sostenido por el tumulto de agua
que como depósito
corre detrás del muro.


4

entre las ocho y la nueve de la noche
sin dinero casi siempre con los ojos hirvientes
con los ojos puestos en la próxima infección
Adrián sin un centavo
Julián cenando gratis en casa de su novia
Álvaro comía de matar puercos
con un punzón los mataba con un tiro perfecto de punzón
sólo Gonzalo podía pagar una hamburguesa
nada mejor que una hamburguesa en este barrio
polvo en cada banqueta quinceañeras borrachas
novias de nuestros golpes de nuestro buen salvaje espíritu
amas de casa de la casa abandonada
donde fundamos la caricia violenta
el aguardiente con refresco de toronja
cada boca un amargo rezumar
jugando a la avalancha sin rocanrol sin cumbia
sin amistades largas ni inscripciones en los muros
temblando a veces pensando
en Lola en Magda pensando
así nomás en Dios
diantre de ocio
tomábamos la calle con las visiones místicas
de un mundo sin ositos de peluche
buscábamos un baile
locos los ojos la mirada de cemento y sueño
en la casa abandonada todas las casas eran
la casa abandonada
eran las ocho

las nueve de la noche
puñetazos a veces cinturones pedradas
unos pocos ardían nadamás porque sí
por no caer de su hamaca en el cielo
de los que han odiado mucho y sin saberlo
sin un centavo plenos en la ceguera todos
yo era feliz con ellos en las calles

mientras tú allá lejos
encendías la fogata de una huelga escolar.

6

Todo lo que me queda son fotografías
y nombres de muchachos, como si el tiempo
fuera una vieja revista. Los miro
tan alegres, tan campantes.

Pero no están ahí.
Compañeros de viaje
caminando en las calles,
masticando
tortas de carne fría:
puro fantasma erguido
entre el polvo de la colonia
Occidental.

Y también ese yo,
cuerpo tendido a dos pasos
de una locomotora,
un cigarro en la oreja,
la camisa del uniforme...
Nombres que dictan números
telefónicos y números de tormenta.
Uno muerto y otro divorciado, alguien que
se volvió Testigo de Jehová,
Álvaro que escribe desde Tampa,
Adrián que es
obrero montador.

Y al final este yo tan remilgoso,
tan ausente de mí.

Nombres que recuerdan
propaganda priísta
y tiendas malas de ropas y de caldos.

Como si en las imágenes muriera el heroísmo.
Como si el dueño de las fotos recortara las sombras.









Julián Herbert (Acapulco, 1971) es autor de los libros de poemas El nombre de esta casa(1999), La resistencia (2003 y 2015), Kubla Khan (2005), Pastilla camaleón (2009), Álbum Iscariote (2013) y la antología bilingüe español/alemán Jesus Liebt Dich Nicht / Cristo no te ama (2014); de las novelas Un mundo infiel (2004 y 2016) y Canción de tumba (2011); del libro de cuentos Cocaína (manual de usuario) (2006); del volumen de ensayos Caníbal. Apuntes sobre poesía mexicana reciente (2010); de la colección de artículos El borracho que se cree invisible (2014); y de la crónica histórica La casa del dolor ajeno (2015). Es coautor, junto a León Plascencia Ñol, de la colección de relatos Tratado sobre la infidelidad (2010 y 2015) y, junto a Luis Jorge Boone, del díptico narrativo El polvo que levantan las botas de los muertos(2013). Ha realizado cuatro compilaciones: El decir y el vértigo. Panorama de la poesía hispanoamericana reciente (1965-1979) (2005); Anuario de poesía mexicana 2007 y Escribir poesía en México 1 y 2 (2010 y 2012), en colaboración con Santiago Matías y Javier de la Mora. Es vocalista de la banda de rock Los Tigres de Borges. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen (2003), la Presea Manuel Acuña (2004), el Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola (2006), el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez (2008; compartido con León Plascencia Ñol), el Premio Jaén de Novela (2011) y el Premio Iberoamericano Elena Poniatowska (2012). Algunos de sus libros están traducidos al inglés, francés, alemán, italiano y portugués. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. 


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