Frank Miller en Barcelona durante el Salón del Cómic. Carles Ribas |
El dibujante y guionista es la estrella del Salón Internacional del Cómic de Barcelona
JACINTO ANTÓN
Barcelona 5 MAY 2016
Hace su aparición Frank Miller y has de restregarte los ojos: parece un archivillano de cómic después de haber sido vapuleado a conciencia por un superhéroe. Es sabido que Miller, leyenda viva en el mundo de las viñetas, el hombre que devolvió toda su dignidad y su oscuridad a Batman, ha arrostrado una seria enfermedad -de la que no habla-, pero nada te prepara para encontrártelo cara a cara. Camina con dificultad, con el cuerpo torcido y su figura toda y su rostro muestran una devastación que parece incompatible con su edad (nacido en 1957, en Olney, Maryland, EE UU, cumplió en enero 59 años). Se parece extraordinariamente a Freddy Krueger, semejanza a la que contribuye el sombrero de ala ancha con que se toca y que le confiere un aire además de viejo profeta enajenado. Luce una barba desmadejada, como de chivo, y viste americana sobre una camiseta con un dibujo suyo de Batman bastante grotesco. Mira con ojos inquisitivos y cuando posa su mirada sobre ti es difícil contener un escalofrío. Frank Miller, el creador de Sin City, de 300, de Ronin, de Elektra, es la estrella del 34 º Salón Internacional del Cómic de Barcelona, que ha abierto sus puertas este mediodía y en el que firmará ejemplares de sus álbumes (en la caseta de ECC Ediciones, que edita en España sus nuevas aventuras de Batman: Caballero Oscuro III: la raza superior).
Sorprendentemente, pese a ese aspecto que echa para atrás y su fama de hombre polémico y visceral –por no hablar de sus cómics-, Miller se muestra muy amable. Estará hecho un Ecce homo, pero hace gala de una brillante inteligencia y contesta con humor e ironía. Una de las cosas más sorprendentes es que no se considera para nada una persona atormentada.
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Cuando le digo que somos del mismo año me mira torciendo aún más el gesto pero esboza una sonrisa. Ambos, le señalo, conocimos de jóvenes al viejo Batman, un tipo fondón, de poco lustre, vestido con unas mallas lilas que le quedaban fatal, un perdedor y un héroe de segundones y fracasados. ¿Cómo se ha convertido ese individuo en el Caballero Oscuro, en icono de la atormentada modernidad? “Era un héroe del folclore, y esos héroes, que cada generación tiene, envejecen mal. Cuando lo conocí era como bien dices viejo y gordo, y estaba cansado, su show televisivo era muy estúpido. Sus cómics no se vendían bien. ¿Quién quería entonces a Batman? Batman tenía que cambiar. Me preguntaron de DC Cómics si podía salvar a Batman. Y yo dije que sí”. Vaya, el hombre que salvó a Batman, he ahí un título. Y ¿cuál fue la receta? “Lo hice más viejo y mucho más enfadado”. Miller se contempla las manos de las que nació el nuevo hombre murciélago convertido en airado Caballero Oscuro. “Yo vivía en Nueva York entonces. Solo tenía que mirar alrededor y ahí estaban todas las razones para que Batman se volviera así. Era 1985. Había criminales por todas partes. Y en 1986 acabé El regreso del caballero Oscuro. Batman salió de la jubilación y se puso a hacer lo que mejor se le da: propinar palizas a los malos”.
Ahora Frank Miller sonríe abiertamente y hasta ríe. La risa parece salirle de la boca en un bocadillo, como en las viñetas. Una risa seca. ¿Es Batman Frank Miller como era Flaubert Madame Bovary? Al artista le encanta la comparación. “¿Batman c’est moi? Batman es mis sueños, mis historias son mis sueños. Cada personaje que creo o dibujo es parte de mí. Pero ni siquiera tengo coche, no puedo dar saltos por las azoteas y tú podrías darme una paliza”. Lo dice con una sonrisa que me hace pensar que el Joker también parecía un espantajo y nunca desearías encontrártelo en un callejón oscuro. En fin, Frank Milller está actualmente lejos de la musculación de Batman pero ¿no hay una identificación existencial? “Bueno, estoy enfadado.
Y Batman está siempre de mala leche”.
Y Batman está siempre de mala leche”.
¿Qué es un héroe? Si hay alguien que lo sepa ese debe ser Miller. “Un héroe es un hombre o una mujer que hace lo correcto. Si existen héroes es porque el mundo los necesita. El mundo no está bien, y los necesita. Necesitamos a alguien superior, más valiente, para ayudarnos. No hace falta que vuele”. Pero sus héroes, y en general la mayoría desde que el hombre es hombre, desde Edipo al Capitán América y Lobezno, son gente atormentada, ¿no? “La motivación de Batman viene de su dolor. Encuentra consuelo e incluso una suerte de felicidad en darle sentido a un mundo demente, enloquecido”.
Elektra, los espartanos de 300… Diríase que lo griego le va. “Me interesa mucho la cultura griega. Y me obsesionan los mitos y héroes desde muy joven. Los griegos entendieron muy bien la idea de héroe, que imaginaban como hijos de dios y humano, y a ellos les debemos mucho. Los superhéroes son la mitología estadounidense. Simplemente tomamos un héroe clásico y lo vestimos con un traje ajustado y le damos poderes”. Se podría decir mucho de la hibris de los superhéroes. Los ojos de Frank Miller brillan con un destello de complicidad. “Sí, la hibris, la falla fatal, la fisura, el deseo de transgredir los límites, el orgullo que es castigado, existe en los superhéroes, y en las personas normales. En cualquier personaje, héroe o villano, hay esa falla. Si Superman fuera un hombre más débil sería un dictador. Y si Batman no fuera en el fondo un hombre bondadoso sería
un criminal”. No sé por qué me da que ha leído usted a Joseph Campbell.
Vuelve a sonreír. “Ajá, El héroe de las mil caras”.
un criminal”. No sé por qué me da que ha leído usted a Joseph Campbell.
Vuelve a sonreír. “Ajá, El héroe de las mil caras”.
Hablemos de Daredevil, al que de jóvenes conocíamos aquí como Dan Defensor, qué héroe más raro, un minusválido, un ciego. “Ah, Daredevil es un personaje maravilloso. Tuve mucha suerte porque tampoco vendía ni le gustaba a nadie y me encargaron también que lo redimiera. Lo dibujé porque nadie quería hacerlo. Y porque por eso me dejaron hacerle lo que yo quise. Fui muy afortunado porque gustó”. Todos sus personajes parecen moverse en un espectro de relatividad moral. “No creo. Creo que mi obra es en realidad muy moral. El bien contra el mal, esa es la base. Pero no es muy sencillo. Si lo fuera mi trabajo sería más fácil”.
Se le ha criticado desplegar mucha violencia y sordidez en sus historias y dibujos, ¿es Frank Miller el Tarantino del cómic? “Trabajamos juntos en Sin City y los dos damos bastante miedo”, responde el artista. Hay otras semejanzas, añade: “Tenemos ambos un extraño sentido del humor y a los dos nos gustan las mujeres japonesas que asustan. A los dos nos gusta dar miedo a la gente pero siempre con ese sentido del humor raro”.
¿Cómo creador de Elektra, qué piensa de las superheroínas, a las que el salón dedica una exposición, y de la mujer en el cómic en general? “Bueno, Elektra no es una superheroína, es una villana muy atractiva. Las mujeres han hecho y están haciendo
una gran aportación al cómic. Pero hacen falta muchas más:
superheroínas, dibujantes, guionistas y lectoras”
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