Ignacio Martínez de Pisón |
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El peso del pasado: 'Fin de temporada' de Ignacio Martínez de Pisón
El escritor aragonés demuestra de nuevo la maestría de contar en una historia familiar sobre una madre y un hijo, y la memoria difusa del padre
EVA COSCULLUELA
1 de octubre de 2020
Escribe Joan Didion al principio de ‘El año del pensamiento mágico’ que "la vida cambia deprisa. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba". Es justo eso, ese instante en el que se acaba la vida tal como era, el que inspira a Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) para empezar esta novela que parte de un hecho real: a finales de los setenta, una pareja muy joven se enfrenta a un embarazo no deseado y deciden viajar a una clínica clandestina nada más pasar la frontera con Portugal donde le practicarán un aborto, pero de camino tienen un accidente y el chico pierde la vida.
En ese momento, ella decide que no abortará y tendrá a ese hijo, lo único que le queda de su amor perdido. A partir de este suceso, Martínez de Pisón fabula qué podría haber sido de las vidas de esta mujer y de su hijo: ya en la ficción, la joven, que sabe que será juzgada severamente si se queda en su pequeña ciudad, decide marcharse y tras recorrer varios lugares –Bilbao, Logroño, Gijón, Torrelavega, Jaca…– se establece con su hijo en un ‘camping’ de la Costa Dorada. La novela se inicia en 1990, trece años después del accidente, cuando Rosa acaba de cumplir los treinta e Iván, su hijo, es un chaval de trece años.
Novela de personajes
‘Fin de temporada’ es una novela de personajes: los de esta novela son gente como nosotros, alguien a quien podríamos conocer o en quien nos podríamos reconocer. Es esto, precisamente, uno de los puntos fuertes de la obra del autor zaragozano: una construcción impecable de personajes complejos que resultan perfectamente creíbles, con sus luces y sus sombras, que salen adelante a pesar de que la vida no se lo pone fácil; personajes normales que en mano de Martínez de Pisón se convierten en extraordinarios. Rosa es una mujer que vive atravesada por la pérdida: la de su novio en el accidente; la de su vida, tal como era, pues decide abandonar su ciudad y a su familia para tener a su hijo lejos; la de su hijo, que crece y desea tener una vida independiente, como cualquier joven…
Iván es un chico que vive atravesado por el descubrimiento de las circunstancias que rodearon su nacimiento, un secreto que su madre había guardado para protegerlo. Porque el amor, parece decirnos esta novela, es como el agua: es necesario en su medida justa, pero puede ahogar si es excesivo. Y Mabel, la socia de Rosa en el ‘camping’ –un personaje que aporta algo de luz a la soledad en la que viven madre e hijo–, es una mujer a quien la vida ha tratado fatal y que busca su sitio, un lugar donde echar raíces e intentar ser feliz.
"En esta novela, el autor alcanza una plenitud narrativa que lo consagra –más de lo que ya lo estaba– como uno de los mejores escritores contemporáneos en nuestra lengua"
La vida de Rosa e Iván transcurre en un ‘camping’, un lugar que, por definición, tiene cierto aire de provisionalidad, donde las estancias van a ser pasajeras; un lugar que resulta totalmente alejado de la idea de hogar. Pocos entornos pueden trasmitir mejor la sensación de tristeza que un ‘camping’ fuera de temporada, sin la vida que le dan sus ocupantes una vez que ha acabado el verano. El ‘camping’ que sirve como escenario de esta historia se convierte en un personaje más, que muestra una desolación aún mayor al estar rodeado de tres centrales nucleares: Ascó y Vandellós I y II, una de ellas en pleno desmantelamiento en el momento en que transcurre esta historia.
Secretos que duelen
"No eres el mismo si sabes unas cosas que si no las sabes. Saber nos hace diferentes, nos convierte en otras personas", piensa Iván en un momento de la novela. Y este hecho de conocer, irreversible, indaga en esa necesidad atávica que tenemos de saber y de buscar el origen que vertebra esta historia.
No estamos completos si no sabemos quiénes somos en realidad, de dónde venimos y a qué pertenecemos, y eso es lo que hace que Iván emprenda un viaje vital en el que perpetuará muchos de los errores que cometió antes su madre y que en ella tanto le disgustan.
Leer a Ignacio Martínez de Pisón es volver a casa. En ‘Fin de temporada’, el autor vuelve a las relaciones familiares, los poderosos lazos de la sangre, los secretos escondidos y la fuerza de un pasado que siempre vuelve, aunque se crea enterrado. Y lo hace de esa forma que sabe hacer tan bien, ahondando en los mismos temas de siempre para construir una novela completamente nueva, reconocible como suya pero diferente a la vez, que envuelve y que hace que el lector sufra con cada revés que viven los personajes, y que deja con ganas de saber qué fue de ellos después.
Con ‘Fin de temporada’, Ignacio Martínez de Pisón vuelve a ofrecernos una ficción redonda en la que todo encaja y cada detalle está pensado y cuidado; en la que todo, hasta lo más nimio, tiene un porqué. En esta novela, el autor alcanza una plenitud narrativa que lo consagra –más de lo que ya lo estaba– como uno de los mejores escritores contemporáneos en nuestra lengua.
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