No solo contra Petro
En la segunda vuelta, la decisión de voto surge de una confrontación comparativa.
María Isabel Rueda
9 de julio de 2018
Anuncio que en segunda vuelta votaré por Iván Duque. Es un voto diferente al de primera vuelta, en la que uno vota por el que más le gusta y por quien juzga como el más apto; mientras que en la segunda la decisión surge de una confrontación comparativa.
Con ello no quiero decir que solamente voy a votar por Iván Duque para que no gane Petro. No. Voto por Duque por sus atributos como símbolo de su generación, y porque es la mejor oferta que hoy ella puede hacerle al país. Es una figura fresca, incontaminada, versátil en el mundo contemporáneo, con una visión de porvenir exenta de los lastres del pretérito nacional en el cual prácticamente no fue protagonista. Admiro su vocación al equilibrio y la temperanza. Me gusta su lealtad a las instituciones, que lo convierte en la síntesis feliz de lo que somos o de lo que aspiramos a ser como comunidad.
Ahora: si necesariamente tenemos que contrastarlo con su rival, como figura pública en el marco del inmediato futuro nacional que ambos auspician, Duque es el antídoto contra el desorden como forma de vida propia de todos los populismos, cuyos malsanos efectos ya experimentó Bogotá a fondo. Una de cuyas consecuencias es, ni más ni menos, que tenga ganadas las elecciones en una ciudad que vivió en carne propia su ineptitud administrativa. El populismo se alimenta mejor con las palabras de las falsas promesas que con la eficacia. Bogotá cayó en sus garras.
El 27 de mayo se inició el siglo XXI de la política colombiana. El hundimiento de las estructuras envejecidas y agotadas y el decaimiento de figuras heredadas del siglo anterior, sugieren la creación de un ambiente social con gente nueva y de ahí es de donde surge con mayor fuerza la necesidad de un líder como Iván Duque.
Dicho lo anterior, un grupo de simpatizantes de Petro ha tratado de presentar a Duque como el coco que se va a tirar la paz. A mí las propuestas de Duque para ajustar el proceso no solo no me asustan, sino que me gustan. Propone enderezar lo que quedó pésimamente negociado. Uno, separar hacia el futuro, sin efectos retroactivos, el narcotráfico como delito conexo del político. Si Colombia continúa dejándose sembrar coca impunemente bajo el único requisito de alzarse en armas contra el Estado, dará paso a un narco-Estado en el que casi nos convertimos en la peor época de Pablo Escobar.
La segunda enmienda de Duque sería resolver la incompatibilidad de que un hombre condenado por un delito de lesa humanidad y por consiguiente merecedor de una sanción de varios años por parte de la JEP, con restricción efectiva de su libertad, pueda continuar acudiendo al Congreso como si nada. Eso no es original de Iván Duque. Lo dijo la Corte Constitucional, en su sentencia C- 674 de 2017: “Corresponderá a la JEP determinar la compatibilidad con la participación política de las sanciones que ella imponga. (…) Una adecuada reparación a las víctimas dependerá de una implementación efectiva de las restricciones de libertades (…) y de si la compatibilidad con actividades políticas no frustra el fin de la sanción”.
A De la Calle, mientras pasa la totuma, le parece que esto es una traición a los acuerdos. Incluso nos amenazó desde una columna en este mismo diario con que si tratan de enderezar las conversaciones con el Eln nos exponemos a que su violencia repique en las ciudades (por si acaso, doctor Humberto, a los ‘elenos’ no se les había ocurrido semejante barbaridad). Me gusta Iván Duque porque no es hombre al que acorralen este tipo de chantajes.
Tampoco me asusta el ascendiente de Uribe sobre Duque. No soy fanática del expresidente. Y es obvio que la figura de Uribe no va a desaparecer de la vida de Duque como presidente, pero es más factible que su influencia sea más la de un consejero que la de un cogobernante. Y eso se manifestó con mucha claridad durante la campaña y especialmente en los debates, en los que Duque pareció muy capaz de abordar los temas con la ecuanimidad que no constituye propiamente una de las virtudes del expresidente.
De manera que yo por Iván Duque voto sin miedo, a diferencia del otro candidato, por el que habrá miles que estarán votando con miedo.
Entre tanto… ¿Cómo le pagará Iván Márquez su deuda a Jesús Santrich, luego de que su sobrino, Marlon Marín Marín, fue pieza clave para el negocio de coca que hoy lo tiene a las puertas de la extradición?
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