Alberto Salcedo Ramos: fotografía de Julieta Solincee
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“La crónica
es el rostro humano de la noticia”
Por Froilán Escobar
Alberto Salcedo Ramos es uno de los cronistas latinoamericanos con capacidad de contagio. Nació en Barranquilla, Colombia, en 1963. Y ya se ha ganado un lugar entre los más reconocidos. El secreto, según nos dice, está en “saber mirar”, en la investigación previa y en la búsqueda de nuevos ángulos. En sus trabajos no hay palabras mágicas, pero él puede hacer que la gastada realidad nos asombre. Puede hacer, incluso, que descubramos, debajo de los repetidos sucesos que llenan a diario las páginas de los periódicos, aquellos que parece que no suceden porque, como no es conveniente para algunos que se conozcan, permanecen tapados, no se publican, hasta que alguien como él los pone al descubierto. Alberto Salcedo Ramos es uno de los culpables de que haya cada vez más gente mirando el mundo de otra manera. O de que miremos a la gente de todos los días con otros ojos. Ese es sin duda un indicador de que estamos contagiados. Y él es, repito, uno de los culpables. Y lo peor: no se retracta. Sigue cometiendo crónicas que nos invitan a leer, que nos ponen, en plato grande, la realidad sobre la mesa. Su último libro, La eterna parranda, que acaba de publicar la editorial Aguilar, es buena muestra de esa forma suya de aderezar colombianamente sus historias.
Alberto Salcedo Ramos: “Una investigación sólida y una buena narración. El cronista es producto de su mirada y de su voz. Saber mirar es saber pararse a la hora de enfocar la realidad, buscarle ángulos nuevos. La voz es la capacidad de nombrar lo que se investiga. Si tienes paciencia para mirar vas a encontrar muchas revelaciones de valor, y si además miras con inteligencia vas a ver lo que los demás no ven. La voz es el estilo”.
P: Cuáles tus temas preferidos de la realidad social de tu país: los visibles, los que aparecen en las páginas de sucesos todos los días, o los invisibles, aquellos que por alguna razón política, religiosa, o de otra índole, no se dan a conocer y parece que no ocurren.
A.S.R.: “Puedo trabajar ambas opciones. Quizá prefiero los temas menos visibles, porque así me aparto un poco de la agenda que impone la gran prensa. A mí el tema que hoy hace ruido me empieza a interesar más adelante, cuando ya no genera histeria mediática”.
P: ¿Cómo te consideras como cronista? ¿En qué te pareces y en qué diferencias de los otros cronistas latinoamericanos?
A.S.R.: “Creo que todos tenemos nuestros propios rasgos como cronistas y prefiero que sea la crítica la que se encargue de hacer esas comparaciones”.
P: ¿En Colombia, qué importancia tiene la crónica para los periódicos nacionales, qué tipo de espacio le conceden, cuál es la percepción de los lectores?
A.S.R.: “En Colombia los periódicos todavía se atreven a publicar crónicas, sobre todo los de provincia. La gran prensa de la capital lo hace cada vez menos. Yo no tengo sobre la crónica una visión mesiánica. Es un género importante para darle al lector elementos de contexto que le permitan comprender y recordar. Pero se necesitan otros géneros como el reportaje de denuncia, el perfil y la columna de opinión. Los géneros no se excluyen sino que se complementan. Lo malo, para mí, es quedarse en la noticia, que aunque es la materia prima del periodismo se envejece muy pronto”.
P: ¿Cómo conjugas verdad con subjetividad? ¿El lenguaje de la evidencia con el lenguaje de la sugerencia? ¿De qué modo concilias ese “ser fiel a lo que pasó”, cuando el lenguaje mismo con sus elementos valorativos supone que asumimos un punto de vista, una manera nuestra de ver y valorar?
A.S.R.: “No establezco una relación antagónica entre verdad y subjetividad sino entre verdad y mentira. Todos los novios que le dicen a la novia que es la mujer más bella del mundo son subjetivos, pero todos dicen la verdad. Ahora: si el novio no le dice a la novia que es la mujer más bella sino que la ama, y resulta que no la ama, ya no está siendo subjetivo sino mentiroso. La subjetividad te da ciertas licencias en cuanto a la visión personal, pero ninguna de esas licencias pasa por alterar los datos verificables de la realidad”.
P: El imaginario humano está hecho de historias. Ahí está sin duda la más grande de las antologías de la crónica de todos los tiempos. No obstante, las antologías que se hacen, juegan un papel de divulgación y reconocimiento a los periodistas que más se destacan en este quehacer. ¿Qué significación tuvo para ti aparecer en la antología Crónicas latinoamericanas: periodismo al límite, publicada por la Universidad San Judas Tadeo en el 2008? ¿Tiene algo que la diferencie de las otras antologías que se han hecho?
A.S.R.: “Me puse muy contento y me sentí orgulloso. Es un libro importante, que contiene crónicas que pudiéramos llamar clásicas. A mí me gusta mucho que en este libro se propicia la valoración de Pedro Lemebel, un gran cronista. El libro es pionero en este sentido”.
P: Los modernistas cubrieron la noticia mediante la crónica en profundidad a finales del siglo XIX, ahora algunos medios de comunicación se proponen hacerlo de nuevo. ¿Cómo concibes tú ese abordaje de la crónica que permite mostrar los acontecimientos sociales en el momento en que se producen?
A.S.R.: “He dicho varias veces que la crónica no es un género para impacientes ni para simples notarios de los que solo llevan el sello que dice: ‘doy fe’. Se necesita una interacción más larga entre el reportero y sus personajes. No descarto que algunos hechos de valor periodístico deban cubrirse de afán y puedan convertirse en crónicas de un día para otro. Pero no es lo que suele suceder porque la crónica demanda más tiempo y más esfuerzo”.
P: ¿Cuáles son las ventajas para el lector de que la crónica, en lugar de destacar el hecho en sí, le dé preeminencia a los seres humanos que la protagonizan?
A.S.R.: “La crónica es el rostro humano de la noticia. En la noticia de primera página se nos informa escuetamente que hubo una inundación en un pueblo de veinte mil habitantes. La crónica te cuenta cómo fue el suceso, y te lo cuenta a través de un personaje, o de varios. Cuando el cronista aparece la inundación ya no es una simple cifra sino una vivencia que afecta a seres concretos y tangibles”.
P: En Costa Rica, nuestra universidad imparte un curso sobre la crónica en profundidad y da a conocer lo que se ha hecho y se hace en Latinoamérica y el mundo desde hace 15 años. ¿Qué importancia le concedes a la enseñanza de la crónica en las universidades y en los talleres que se imparten en los periódicos para la formación de nuevos cronistas?
A.S.R.: “Es formidable seguir promoviendo la crónica como un género que contribuye a que el periodismo, además de ser información, sea memoria”.
P: Las novelas sin ficción al estilo Operación masacre de Rodolfo Walsh, o La pasión según Trelew de Tomás Eloy Martínez, hoy son textos imprescindibles del periodismo latinoamericano. En Costa Rica, un trabajo similar de investigación y entrevistas, fue realizado por dos periodistas, Jose Alberto Gatgens y Otto Vargas. Ellos son los autores de La hora del compadre, que narra la historia de la muerte de Parmenio Medina a mano de sicarios. ¿Cuál es tu valoración de esta obra?
A.S.R.: “Leí ese libro hace como un par de años. Me impresionó mucho su tono tan vivo. Puede leerse como novela y como documento, en efecto”.
P: Sin duda el premio de la Fundación de Nuevo Periodismo en Colombia ha sido el gran impulsor para que la crónica y los periodistas que las escriben ganen espacios tanto en periódicos y revistas como en el interés de los lectores. ¿Cuáles son, a tu entender, las posibilidades de la crónica como discurso narrativo, que puede hacerla más atractiva para el lector que los otros discursos periodísticos? ¿Qué posibles cambios podría sufrir para adaptarse a los nuevos lenguajes digitales.
A.S.R.: “Gilbert Chesterton señaló una vez que el periodismo consiste en decir ´Lord Jones ha muerto’ a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo. El reto de la crónica es ocuparse de Lord Jones cuando todavía puede contar su historia. La crónica es un género periodístico que le da valor al periódico de ayer, que vale tan poco cuando simplemente contiene noticias”.
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