Antonio Muñoz Molina
Mis 12 libros imprescindibles
El escritor Antonio Muñoz Molina elige sus doce libros imprescindibles, entre los que se encuentran clásicos como Don Quijote y Moby Dick hasta obras más contemporáneas como Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick.
- Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes: “Dos novelas muy distintas entre sí, escritas con más de 10 años de distancia, y las dos cómicas y experimentales, la primera atropellada, la segunda mucho más construida, las dos inagotables.”
- En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust: “Junto a Don Quijote, creo que es la obra que he leído más veces, y que espero seguir leyendo unas cuantas más a lo largo de mi vida. Tiene algo que me gusta en todas las grandes novelas, su desorden enciclopédico: desde el amor y los celos a la ciencia y la música, no hay asunto del que no trate este libro en sus siete volúmenes.”
- Al faro, de Virginia Woolf: “Esta es una de las novelas mejor construidas y mejor escritas que existen. Su manejo del tiempo es de una sutileza insuperable. Su sección central sucede durante varios años en una casa en la que no hay nadie. Un prodigio.”
- Moby Dick, de Herman Melville: “Esta novela es una bomba que le estalló a su autor en el segundo o en el tercer capítulo. Empieza como una historia de aventuras en el mar y se convierte en una fantasmagoría. Tiene algo de locura bíblica que se aprecia mejor leyéndola en voz alta.”
Demasiada felicidad, de Alice Munro: “El título de este libro de relatos es el del último de ellos, una novela corta más bien, en la que Munro consigue un prodigio: comprimir un novelón ruso en cincuenta páginas. Un viaje en tren a finales del siglo XIX que se convierte en el viaje de la vida a la muerte.”
- Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós: “La otra novela suprema en español, además de Don Quijote; las vidas privadas y las relaciones de clase y de dominación sexual entremezcladas con el devenir de la historia política. Como en Don Quijote, hay humor y hay amargura.”
- Los papeles privados del Club Pickwick, de Charles Dickens: “La risa cervantina trasladada a Inglaterra. El despliegue glorioso, a los veintitantos años, del talento de Dickens. Una fiesta.”
- Noches insomnes, de Elizabeth Hardwick: “Es una novela y es una confesión y una divagación bellísima sobre los recuerdos y la vocación por la literatura, un juego de fragmentos, de flashes.”
- Lo que me queda por vivir, de Elvira Lindo: “Una novela escrita a tumba abierta sobre el aprendizaje de vivir en una intemperie sentimental absoluta, sobre la maternidad y la orfandad y la búsqueda del lugar que a uno le corresponde en el mundo.”
- La montaña mágica, de Thomas Mann: “La lectura de la novela acaba equivaliendo a los años de aprendizaje y retiro de los que trata. Sumergirse en ella y pasar al menos un mes dentro es como retirarse a un sanatorio en los Alpes a aprender sobre la vida, el deseo, la enfermedad, la muerte.”
- La educación sentimental, de Gustave Flaubert: “Una novela que discurre plana como un río, contando el tránsito de una vida de la ilusión al desengaño y de un país de la esperanza revolucionaria a la resignación y el tedio. Una de las novelas más agudas políticamente que conozco. Habla de un personaje tan corrupto que estaría dispuesto a pagar por venderse.”
- La vida breve, de Juan Carlos Onetti: “Un hombre cualquiera, en Buenos Aires, una noche, descubre las posibilidades alucinantes de su imaginación, que son las de la capacidad de fabular a partir de la experiencia inmediata. Es una novela que sucede como en un sueño.”
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