Martin Amis |
Maldito Amis
Me parece una autoridad. Lo que sabe este hombre, qué envidia me da
Marcos Ordoñez
7 de octubre de 2015
Leo una entrevista con Martin Amis en el Jot Down del domingo. Muy buena entrevista. Hacia el final, estas líneas me pegan un macetazo: “La edad diluye a los escritores. El peor de todos los destinos trágicos es perder la habilidad de impartir vida a tus creaciones (tus creaciones, en otras palabras, ya nacen muertas)”. Tremendo párrafo. Un poco ególatra, si me permiten. ¿El peor de todos los destinos trágicos? Se me ocurren tres infinitamente peores: la pérdida de un ser querido, un cáncer sin remisión, la borradura del alzhéimer. Espero que Amis no entienda "destino" en el sentido helénico de predeterminación. También me fastidia un poco lo de "tus creaciones". Muy pomposo me suena eso. Muy teatral. En Francia lo vi escrito por vez primera. Allí no dicen (o muy poco) "spectacle", dicen "création". En el programa del festival de Avignon de cada año hay más "créations" que en la isla del doctor Moreau. Pues eso: que en vez de "tus creaciones" preferiría "tu mirada", lo que haces a la hora de escribir con tu mirada, con tu imaginación, con tu memoria.
Entonces, si le pongo tantas pegas, ¿por qué estoy dándole vueltas y más vueltas a ese párrafo? Porque si lo dice Martin Amis yo me lo pienso dos veces. O más: me parece una autoridad, siempre me lo ha parecido. Lo que sabe este hombre, qué aplomo, qué envidia me da. Saul Bellow, islam, antisemitismo, la unificación alemana, ateísmo y creencia, Hitler y Stalin. Le preguntan por Hillary Clinton y comienza: "Bueno, Hillary no ha dicho nada en seis meses". ¡Lo sabe! ¡Tiene una respuesta! ¡Y además le llama Hillary, por el nombre de pila! Los escritores ingleses son la monda. Y menuda quinta: Martin Amis, Julian Barnes, Christopher Hitchens. Me acoquinan, me impresionan desde hace años. Para no hablar del casón que Amis tiene, según cuenta el entrevistador, en Cobble Hill, Brooklyn: "Tres plantas: el estudio en el sótano, la vida en la planta baja, la biblioteca y la intimidad en el primer piso". ¡Así quisiera yo mi vida y mi cabeza!
Al grano: que cuando leo esa primera frase siento un escalofrío de sentencia inapelable: la edad diluye a los escritores. Amis se salva porque es inglés y porque su cerebro es como su casa. Yo soy de aquí, mi coco parece una chamarilería, y pronto cumpliré 59, y decir 59 es decir casi 60. ¿Cuánto me queda antes de diluirme? No, no estoy de broma. Un miedo nuevo, pienso. ¿Nuevo? Vamos, chico, lo tienes desde los veinte. Antes, incluso. Este doble miedo: cuánto me queda y cuándo se secará esto. Entre tanto, sigamos un rato. Ya me enteraré. O ya me lo dirán. Maldito Amis.
Al grano: que cuando leo esa primera frase siento un escalofrío de sentencia inapelable: la edad diluye a los escritores. Amis se salva porque es inglés y porque su cerebro es como su casa. Yo soy de aquí, mi coco parece una chamarilería, y pronto cumpliré 59, y decir 59 es decir casi 60. ¿Cuánto me queda antes de diluirme? No, no estoy de broma. Un miedo nuevo, pienso. ¿Nuevo? Vamos, chico, lo tienes desde los veinte. Antes, incluso. Este doble miedo: cuánto me queda y cuándo se secará esto. Entre tanto, sigamos un rato. Ya me enteraré. O ya me lo dirán. Maldito Amis.
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