Tomas Tranströmer
Izmir a las tres
Traducción de Francisco Javier Uriz
Justo enfrente, en la calle casi vacía,
dos mendigos: uno sin piernas
es llevado en las espaldas del otro.
dos mendigos: uno sin piernas
es llevado en las espaldas del otro.
Estuvieron allí -como en un camino de medianoche un animal
queda cegado mirando fijamente a los faros del coche-
un instante y siguieron su camino;
queda cegado mirando fijamente a los faros del coche-
un instante y siguieron su camino;
se movían como muchachos en un patio de colegio,
rápidos sobre la calle mientras las miríadas de relojes
del calor del mediodía sonaban en el espacio.
rápidos sobre la calle mientras las miríadas de relojes
del calor del mediodía sonaban en el espacio.
El azul pasó resbalando por la rada, brillando.
El negro se agachó y encogió, observando, desde las piedras.
El blanco creció hasta ser tormenta en los ojos.
El negro se agachó y encogió, observando, desde las piedras.
El blanco creció hasta ser tormenta en los ojos.
Cuando las tres de la tarde fueron pisoteadas bajo cascos
y la oscuridad palpitaba en la pared de la luz,
la ciudad se arrastraba a las puertas del mar
y la oscuridad palpitaba en la pared de la luz,
la ciudad se arrastraba a las puertas del mar
y relucía en el prismático del buitre.
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