domingo, 30 de marzo de 2025

Petro / La propaganda, la persecución y las mentiras

 


Andrés Caro
El columnista Andrés Caro. Foto: La Silla Vacía


LA PROPAGANDA, LA PERSECUCIÓN Y LAS MENTIRAS


29 de marzo de 2025


Casi todas las personas que uno pensaría que iban a apoyar sus reformas, sus aventuras en la filosofía política y en la “praxis” han dejado sólo al presidente. 

Eran las personas que estaban listas para apoyar su proyecto (¿cuál proyecto? ¿en qué quedó?). Sus exministros de Relaciones exteriores, de Agricultura, de Hacienda, de Educación y de Comercio hablan mal de él, y de la incompetencia y de la corrupción del gobierno.

Continúan, así, con esa larga tradición de “petristes” que, una vez que conocen al presidente, prefieren sacrificar la lealtad por la verdad y decir lo desconectado de la realidad y lo mal rodeado que está. (Otros lo han acusado de déspota y de estar chantajeado por corruptos y, sin embargo, siguen trabajando para él). 

Pero el presidente perdió no sólo a sus exministros, sino también a figuras importantes del progresismo: a Rodrigo Uprimny, que considera que la consulta popular es “inconveniente”, a María Jimena Duzán, que ya lo está comparando con Uribe (la peor ofensa que, en esos círculos, uno pueda hacer) o a Ricardo Silva, que lo ha acusado de estar jugando ruleta rusa con el país y con su gobierno.  

 Y ahora que todos a quienes la derecha consideraba “mamertos” (con sus mochilas, con su emoción viendo Fragmentos, con su defensa de la JEP y de las obras de teatro que paga la JEP –lectores, pues, de La Silla Vacía y de El olvido que seremos, que hablan de “Pacho” para referirse al padre de Roux y que, más que por Petro, votaron por Francia–) lo han abandonado, al presidente de Colombia le ha tocado mandarse a hacer una opinión pública. 

Y lo ha hecho, claro, a través del sistema de medios públicos y de Rtvc. 

Algunos van a decir que esto ocurría en otros gobiernos. Y es cierto que el presidente se montó en un sistema de medios que ya permitía el abuso de quienes estaban en el poder. Al depender del presidente, el sistema nunca había servido para garantizar la independencia de las comunicaciones públicas y, más bien, servía para difundir información útil para el gobierno de turno. En el gobierno anterior, por ejemplo, el entonces gerente de RTVC, Juan Pablo Bieri, canceló un programa dirigido por Santiago Rivas, que había sido crítico del gobierno de Iván Duque. En ese gobierno, el presidente tuvo un programa de televisión supuestamente sobre el Covid pero que se convirtió en un espacio de propaganda sobre el gobierno: en un “Yo con yo” que rápidamente se volvió irrelevante. 

Pero invirtiendo la fórmula marxista de que la historia ocurre primero como tragedia y luego como farsa, el gobierno actual convirtió la farsa esa en una tragedia: en un abuso sistemático del poder presidencial para mentir, para fabricar y difundir información falsa, para perseguir a la oposición y para censurar. 

Lo viene haciendo desde el principio de su gobierno, publicando periódicos con mentiras, sí, pero sobre todo empoderando a Hollman Morris (acusado de acoso sexual y laboral) y dándole el mandato de convertir el sistema de medios públicos en un aparato de difusión que el año pasado costó 385 mil millones de pesos (algunos calculan que el gobierno ha gastado en propaganda y en bodegasmás de 130 mil millones).

Como denunció La Silla, Rtvc, bajo el control de Morris y con las infaltables denuncias de corrupción, transformó los medios públicos. La opinión política y el contenido informativo aumentaron casi siete veces, y redujeron el contenido cultural, artístico y educativo a casi nada. Y esos contenidos de “información” y de opinión se volvieron desinformación petrista: la “información” se redujo a reproducir lo que dice el presidente o a comentarlo favorablemente. Y, lo que antes era un cubrimiento mayoritariamente neutral del gobierno de turno, se volvió un cubrimiento “favorable” o “muy favorable” de lo que hace o lo que dice el presidente: una propaganda mezclada con homenajes a criminales de guerra como Tirofijo a los que invitan a personas que también están señaladas de haber cometido crímenes de lesa humanidad

Como denunció la Fundación para la Libertad de Prensa, el gobierno no sólo se limita al control y a la censura que ejerce sobre los contenidos de los medios públicos tradicionales y sobre las personas que pueden o no pueden aparecer: Morris ha vetado a Jennifer Pedraza, a Angélica Lozano, a Katherine Miranda, a Juanita Goebertus y a Carolina Sanín. (¿Por qué le tendrá tanto miedo a las mujeres?). También ha tratado de impedir que medios privados critiquen al gobierno, y ha desacreditado y atacado a otros medios de comunicación. 

Por supuesto, la censura contra los medios privadostambién aparece cuando el gobierno disfraza de “alocuciones” los “consejos de ministros” y, con eso, obliga a que los medios privados dejen de pasar sus noticieros, por ejemplo, para transmitir actos de propaganda y de regodeo del presidente: sus “misas negras”, sus ceremonias de mentira, de intimidaciones a los otros poderes y de cortinas de humo

Y a través de Rtvc y de otras entidades públicas, el gobierno ha contratado no sólo a comunicadores famosos, sino también a influenciadores a los que les ha dado espacios en los medios públicos. Estos influenciadores le han servido al gobierno para transmitir sus mensajes en redes sociales, y para insultar y calumniar a la oposicióna periodistas y a medios de comunicación privadosa críticos del gobierno y a víctimas de la violencia

Este es un “ambiente intimidatorio” y de persecución a quienes han criticado al gobierno y a quienes se oponen o se puedan oponer a las ideas o a las propuestas del presidente. Y no se trata únicamente de las acciones de intimidación de entidades como la Superintendencia de Industria y Comercio contra un gremio privado o contra la Registraduría. También ha habido ataques directos del presidente contra periodistas, opositores y críticos. Ha hablado de “muñecas de la mafia”, de “traidores”, de “bestias” o de “mafiosos”. Ha dicho de los senadores que hundieron la reforma laboral que “ya ellos no son seres humanos”. Insinuó que los médicos especialistas son “vampiros que trafican con la muerte” y ha llamado “nazi” a cada vez más gente y por razones cada vez más mezquinas.

 Ahí está la degradación del discurso democrático que ha provocado el presidente de la república, apoyado por ese aparato de propaganda que le montaron con recursos públicos.  

Y la víctima de todo esto no es sólo la oposiciónlos partidos independientes o la democracia liberal, sino también la verdad. Y es que el presidente, que ha mentido sobre sus estudiossobre su rol en la Constituyente de 1991sobre sus llamados a reemplazar la constituciónsobre los logros de su gobierno, sobre la migración de Venezuela, le ha transmitido su mendacidad a todo el gobierno. Y esa se ha vuelto la estrategia principal: mentir, y con “narrativas” y teorías de la conspiración, tapar la realidad. 

Esto es evidente en la crisis de salud que el presidente y sus ministros de salud provocaron con sus omisiones. Ahora que la crisis se volvió “explícita” (ahora, esto es, que ya miles de pacientes se están quedando sin medicamentos, que pacientes y exministros están acusando al gobierno, y que empieza a llegar la catástrofe que el presidente mismo anunció), él se ha dedicado a mentirMintió sobre la foto que publicó para acusar a Audifarma de estar acaparando insulina (la foto era de medicamentos contra el hipotiroidismo). Mintió sobre la cobertura del sistema de salud. Mintió sobre las quejas a las EPS intervenidas por el gobierno. Mintió sobre los dueños de las EPS (dijoque los medios de comunicación, a los que acusó de ser “cómplices de asesinatos”, son de las EPS).

Yo pensaba que el presidente y su gobierno eran materialistas dialécticos y que, por eso, reconocerían que, antes de cambiar las ideas y el discurso, debían cambiar la realidad. 

Pero me equivoqué. Este gobierno, incluso para los defensores que le quedan, lo único que ha hecho es “poner temas” y “usar símbolos” y “hacer reivindicaciones”. 

Lo ha hecho para tapar la realidad de que no hizo, en verdad, nada importante y nada “histórico”. 

Su gran obra (la destrucción del sistema de salud es una demolición y no una obra) fue hacer un aparato de propaganda que va a ponerse a disposición de los candidatos del petrismo pero que también le va a servir al próximo gobierno.

LA SILLA VACÍA 


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