‘Big Little Lies’, mujeres supervivientes
Nicole Kidman apunta al Emmy sin miramientos al dar forma a la historia más potente y mejor retratada de todas las narradas en la serie
NATALIA MARCOS
4 ABR 2017 - 11:52 COT
Big Little Lies es muchas cosas. Y algunas que parecía ser, en realidad no lo es. Sin duda, es una serie de mujeres. Mujeres que luchan contra muchas cosas, prejuicios, expectativas, tentaciones, el pasado, agresiones..., a pesar de pertenecer a un estatus social en el que parecería que lo tienen todo solucionado. Sus enormes casas con paredes de cristal a pie de playa ocultan más de lo que se supone.
Aunque la miniserie (cuyo último capítulo está disponible en HBO España desde el lunes) parte de la investigación de un crimen del que no se desvelan los hechos, la víctima y el culpable hasta el final, el asesinato solo es una mera excusa para contar otras cosas. De hecho, una vez que se ha llegado al final, queda patente que la investigación era lo de menos, e incluso chirría tanto interrogatorio y comentarios de supuestos testigos.
Porque aquí lo importante son ellas. Los personajes y las actrices. Y, por encima de todas, una Nicole Kidman que apunta al Emmy sin miramientos al dar forma a la historia más potente y mejor retratada de todas las narradas. Big Little Lies parecía que nos estaba contando la forja de un crimen pero al final lo que realmente nos estaba mostrando es el retrato desencarnado de una mujer víctima de violencia machista. Su historia termina teniendo tanta fuerza que empapa toda la serie y se convierte en el verdadero tema de Big Little Lies. Por encima del resto de subtramas sobrevuela la suya. Ella es la que encoge el corazón del espectador. Sin entrar en mucho detalle, el final da sentido a todo eso. Incluso aunque sea un final con cabos sueltos.
Big Little Lies reclama la posición de las mujeres en la sociedad, en la vida y, de paso, en las series. Porque no solo Nicole Kidman vuelve al olimpo por obra y gracia de HBO. También Reese Whiterspoon, una de las protagonistas y productora de esta historia, brilla en su papel. Y Shailene Woodley. Incluso la mala de la historia, Laura Dern. O el malo, Alexander Skarsgård, que es un hombre pero sin el miedo que da, la historia de Celeste/Kidman no sería la misma.
La serie basada en la novela de Liane Moriarty, adaptada por David E. Kelley y dirigida en su totalidad por Jean-Marc Vallée tiene personalidad. Tiene su propio ritmo, calmado pero sin pausa. Tiene una banda sonora cuidada, una imagen mimada, una narración absorbente. Puede costar entrar en su mundo, es lógico. Esa sensación de voyeurismo, entrando en las casas ajenas, atrae y repele al mismo tiempo. Pero una vez dentro y una vez que se entiende qué nos quieren contar, se puede contemplar como una gran serie. Dolorosa y necesaria en algunos aspectos. Y con una historia, la de la Celeste de Kidman, tan potente y poderosa que borra todo lo demás.
EL PAÍS
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