Bob Dylan |
Bob Dylan: "El arte es el movimiento perpetuo de la ilusión"
BIOGRAFÍA
JOSÉ MANUEL COSTA17 JUN 1979
Mañana, (lunes 18 de junio de 1979), aparecerá en España un doble elepé de Bob Dylan grabado en vivo durante sus actuaciones en el Budokan de Tokio. En él se recogen las nuevas versiones que de sus himnos de siempre realizó Dylan el año pasado, componiendo un disco sorprendente en que lo antiguo surge del pasado (que no existe) sin nostalgia. Dylan cierra con él los años setenta y se lanza al juego de los ochenta. Con este motivo ha elaborado el siguiente reportaje
«Renaldo está oprimido. Está oprimido por el mero hecho de haber
nacido. No sabe quién es en realidad.» Rolling Stone, febrero de
1978. Entrevistador: Jonathan Cott.«Permitimos que nuestro pasado exista.
Nuestra credibilidad yace en nuestro pasado, pero, en el fondo de nuestra alma,
ese pasado no existe. El pasado existe en función del futuro, pero ¿tenemos un
futuro? ¿No? Pues bien, en esa misma forma no tenemos pasado.»
Budokan comienza con Mr. Tambourine Man. Era 1965
y un año antes Dylan había sido golpeado por la versión que los Animals
realizaron de The House of the Rising Sun (La casa del sol
naciente), una canción tradicional adaptada por él mismo para
el campestre y politizado espíritu folkie que entonces dominaba
las calles y los lugares de encuentro del Greenwich Village neoyorquino. Y
Dylan aceleró, recuperó parte de sus comienzos de joven conjuntero en Minnesota
y lanzó, en el curso de poco más de un año, tres álbumes tremendos: Bringing
it all bach home (1965), Highway 61 revisited 1965) y Blonde
on blonde (1966).
En estos discos Dylan pudo plasmar por primera vez exactamente
aquella música que llevaba en la cabeza.
Sólo que ahora no es el comienzo de la psicodelia y Mr
Tambourine man es un hombre al que conocemos todos y que ya no
es underground: es
un niño, una canción, un ritmo vivo y nuevo que nació en el oscurantismo de
unos sesenta que habrían de contemplar, muy a su pesar, demasiados cambios. Mr.
Jones entraba en la Balada para un hombrecillo (Balad for a thin
man) y no entiende nada, porque algo está pasado y no sabe qué
es. Ahora, catorce años más tarde, Mr. Jones sí sabe lo que estaba pasando y no
le gusta y ha escrito a un periódico denunciando el uso de drogas alucinógenas
entre la juventud.
Y tratas de ser como tú mismo, y todo el mundo quiere que seas
como ellos, para poder silbar mientras tú trabajas como un negro (Maggie's
farm). Y
al final, un completo desconocido sin dirección: Like a Rolling Stone.
Pero ahora son los setenta.
«Los setenta son un período de reconstrucción tras la sangre de
los sesenta, eso es todo. En los ochenta, todo aquel que quiera hacer algo
habrá de mostrar sus cartas. No será posible retirarse del juego de los
ochenta.»
Los sesenta: guerra fría, cochinos en bahías. la muerte de un
presidente y de un rojo fusilado, los negros se rebelan, el teatro sale a la
calle junto a esos negros que ahora son panteras cuando unos buenos chicos
alquímicos hacen rondas de amor y la universidad estalla en la vieja Europa.
Todo eso y los Beatles, o Hair, o los Brincos, o
Monterrey.
Los setenta y un porro del que ya todos fuman y es Intelectual
porque son nuevos mundos y todo, todo, todo languidece.... hasta que unos
guarros quinceañeros deciden montar su tinglado y algo pasa, pero no sabes qué
es,¿Verdad
Mr. Jones?«El rock and roll acabó con Phil
Spector. Acabó en 1959, ahora es una imitación, podemos olvidarlo.»
Pero él no lo olvida, el artero, cínico, astuto. Y en este
disco, en aquella gira, Dylan bailaba también entre alfileres y hacía varios reggaes
(Don't think twice it's allright o Knockin' on heavens door) o se
ponía en plan country, o duro y contundente (Ballad
of a thin man, por ejemplo). Pero todo ello renovado, como en
un sueño donde las caras pueden cambiar de voces y los rostros de sonrisas:
distintas e iguales.
«Creo en la vida, no en esta vida», o «estoy seguro de mi sueño.
Yo vivo en mis sueños, no vivo en el mundo real».
Dylan siempre ha vivido en su mundo despierto. Cuando el clímax
político preestallido de las revueltas en Estados Unidos (1965), Dylan se
vuelve al odiadorock
and roll, a hacer música comercial y vendida con un grupo
eléctrico. Más tarde, cuando era el rey del surrealismo en canción y en plena
era psicodélica, Dylan saca Nashville Syline (1969), un
álbum country, nada ácido, y en el que incluso canta Johnny Cash. Cuando todo
el mundo anda deprimido (1975), Dylan graba un elepé absolutamente paranoico y
obsesivo:
Blood on the tracks. Cuando lo obsesivo y paranoico ha sido
aceptado, Dylan saca un album con coro de niñas y un gran grupo detrás. Y monta
una gran gira mundial tras el fracaso comercial de su película de cuatro horas Renaldo
y Clara, y en esa gira no canta más que tres canciones de su
nuevo y rutilante álbum. Y ahora acaba de grabar un disco con la colaboración
del guitarrista y el batería de Dire Straits, el más extraño fenómeno del año
pasado.
«Arte es el movimiento perpetuo de la ilusión. El más alto
propósito del arte es inspirar.»
1966. «Entonces tuve un terrorífico accidente de moto... y hasta
un año después de que ocurriera no le daba la importancia que realmente tenía.
Quiero decir que yo había pensado que iba a levantarme y hacer aquello que
hacía antes, muy sencillamente.... pero no pude volver a hacerlo más.» Rolling
Stone, 1968. Jan Wenner.
Pero ha hecho otras cosas. Su mujer pidió el divorcio, alegando
que Dylan se enfurecía y estaba paranoico. El, por su parte, explica que su
cantante favorita es la egipcia (ya fallecida) Om Kalsoum, y su director de
cine, Luis Buñuel. Y sabe lo que dice, ya que remonta los orígenes de su forma
de cantar a los derviches danzantes o a los cantos sufis bien que por
intermedio de Leadbelly, bluesman y maldito. «Hay que ser vulnerable para
permanecer sensible frente a la realidad».
Y todo esto en un mundo de teléfonos sin hilos y cabinas
indestructibles. La gente anda arrebatada y « los americanos están echados a
perder, esperan que el arte sea como un papel pintado, sin esfuerzo, solamente
ha de estar ahí», y Bob Dylan realizó hace ya un año un disco de rock en
vivo, aunque el rock haya muerto. Y recupera
el pasado en sus versiones, aunque el pasado no exista, y su ego le acaricia,
aunque el ego no tenga sentido, y crea en el orden, aunque una vez escribiera:
«Yo acepto el caos, pero no estoy seguro de que él me acepte a mí.» Bob Dylan, Bringing
it all hack home, 1965.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 17
de junio de 1979
No hay comentarios:
Publicar un comentario