Werner Herzog |
¿Cuál fue el primer sueño de niño
de Werner Herzog?
Esteban Linés
25 de agosto de 2020
De la misma manera que uno de los personajes más fascinantes de lo que en su día se dio en llamar nuevo cine alemán fue Werner Herzog, uno de los aspectos también más fascinantes de su producción cinematográfica más identificable con ese movimiento es el musical En específico, el grado de interconexión casi sanguínea que consiguió entre imagen y sonido, un aspecto especialmente relevante en su obra de los setenta y ochenta.
El documental ‘El gran éxtasis del escultor Steiner’ lo hizo para recrearse en las hazañas del saltador de esquí Walter Steiner, su capacidad de volar
Y se trata no por casualidad del periodo en que firma sus obras de mayor peso artístico y algunas de ellas de indiscutible calado entre el aficionado más de allá de los modas y gustos, como Aguirre la cólera de Dios, Corazón de cristal, Nosferatu, vampiro de la noche o Fitzcarraldo. Y en todas ellas el genial realizador alemán contó con la fundamental complicidad de otro no menos brillante e impredecible creador como fue el músico y compositor Florian Friecke.
Fundador, ideólogo y alma mater de un grupo musical que se llamaba Popol Vuh –nombre tomado de las leyendas mitológicas mayas–, Friecke era músico, pensador iconoclasta, antisistema filohippy y pionero de una sonoridad que bebía de los sintetizadores, la instrumentación musical étnica.
También fue nombre referencial en la aparición del krautrock , el rock de peculiar identidad sonora alemana, pero también de la música new age, planeadora, asentada en los sintetizadores y con un trasfondo filosófico discutible.Lo que importa es que el encuentro de estos dos personajes fue muy fructífero, y a nivel sonoro de una belleza a menudo sobrecogedora.
Friecke, que llegó a aparecer brevemente en un par de películas de Herzog también actuando, se estrenó con éste en la banda sonora de Aguirre la cólera de Di os. Película que entre otros méritos cuenta con un arranque antológico enmarcado en los Andes por la música in crescendo y subyugante de Popol Vuh. Espectacular e inolvidable.
La presencia de los acordes del grupo alemán, con todo, no se circunscribe a los anteriormente citados largometrajes sino a otros tipos de pieza. Como el documental El gran éxtasis del escultor Steiner (1974), un obra no menos cautivadora sobre el saltador de esquí (y también escultor) suizo Walter Steiner, en donde Herzog se recrea a cámara lenta hasta el infinito en sus saltos a los envolventes sones minimalistas de Friecke.
Preguntado sobre el por qué de esta obra, Herzog nunca ha dudado en responder: “va sobre el éxtasis y volar. Era algo que llevaba dentro de mí porque de niño mi primer sueño fue el de volar, sin limites ni ataduras; volar como un pájaro”.
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