sábado, 14 de septiembre de 2013

Samantha Geimer / La niña de Polanski

Samantha Geimer, 1977

Samanta Geimer

La niña de Polanski narra su versión


Samantha Geimer emerge de las sombras con una autobiografía casi cuatro décadas después de haber sido abusada sexualmente por el director





El director Roman Polanski durante el juicio por abuso sexual que se siguió en 1977.
Un primer plano de una rubia adolescente con flequillo ilustra la portada de The Girl. A life in the shadow of Roman Polanski (La chica. Una vida a la sombra de Roman Polanski), la biografía de Samantha Geimer que llegó ayer a los estantes de las librerías de EE UU. Se trata de una de las fotos que el director de cine tomó de la autora en vísperas de sus 14 años, en dos sesiones, para un reportaje que supuestamente sería publicado por la edición francesa de Vogue. En el segundo encuentro, en marzo de 1977, además de fotos, hubo champán y drogas y la tarde acabó en una violación, según la policía de Los Ángeles, los padres de Geimer y el juzgado.
Lo ocurrido aquel día en la casa del barrio de Mullholland, propiedad de Jack Nicholson (el actor estaba en un viaje de esquí fuera de la ciudad) levantó una tormenta que casi cuatro décadas después está lejos de aplacarse. Hubo una demanda y las partes llegaron a un acuerdo —el cargo final que el director admitía era sexo con una menor—, pero el juez dio marcha atrás en el último momento.
La fuga de Polanski de EE UJU en 1978 y la polémica que le acecha desde entonces, con voces que lo defienden y jueces que lo persiguen, ha acallado casi totalmente la voz de la joven ultrajada que se encuentra en el centro de esta truculenta historia. “Soy más que la niña víctima de un ataque sexual, la etiqueta que me adjudicaron los medios. También me encasillaron mis compañeros de instituto, empujados por sus padres a mantenerse alejados de esa chica. Ahora cuento mi historia sin ira, pero con un propósito; compartir una realidad que relatada en detalle me permitirá reclamar mi identidad”, declaró Geimer hace un año a través de un comunicado de la editorial Atria, cuando se hizo público el anuncio de la preparación de sus memorias.


Portada del libro de Samantha Geimer, ilustrada con una imagen que hizo de ella Polanski en 1977.
Con la ayuda de su abogado, Lawrence Silver —el mismo que le ayudó en la demanda de 1988 contra Polanski, que acabó en un acuerdo en 1993 por el que Geimer recibió medio millón de dólares (380.000 euros)— y la escritora Judith Newman, la protagonista de una de las más truculentas historias del Hollywood de los setenta desglosa en 265 páginas su versión de lo acontecido aquel marzo de 1977 y las décadas siguientes y, de paso, salda algunas cuentas. No, ella no era una vagabunda, ni una trepa, ni la ambición de su madre era desmedida. Y sí, aquel Hollywood y aquella época fueron un momento en el que la sexualidad adolescente aparecía como un filón y las normas parecían ser más laxas, con Jodie Foster como protagonista de Taxi Driver y Brooke Shields encarnando a la protagonista de Pretty Baby.
A sus 50 años, esposa y madre que reparte su tiempo entre Nevada y Hawai, Geimer cuenta que la tarde de su último y abusivo encuentro con Polanski, tras mantener relaciones sexuales, el director la llevó de vuelta a casa de sus padres y les mostró las fotos que le había tomado. Su madre, una aspirante a actriz, y su padrastro, colaborador de la revista Marijuana Monthly, consideraron que aquellas imágenes no eran buenas, ¿toples para una revista de moda?
El juicio, con sórdidos interrogatorios y la prensa filtrando cada detalle, con equipos jurídicos analizando su ropa interior en busca de pruebas, y la posterior fuga de Polanski, dieron paso al consumo de drogas, episodios de promiscuidad y una dolorosa adolescencia para Geimer. “Honestamente, la publicidad que rodeó el caso fue tan traumática que lo que él me hizo palidece en comparación”, escribió en 2003 en Los Angeles Times con motivo de la nominación de Polanski como mejor director por El Pianista. El artículo se titulaba Juzgen la película, no al hombre y ahora Geimer parece reclamar que se juzgue a la mujer que ha sabido perdonar, no a la víctima adolescente.


Roman Polanski habla sobre la persecución que sufrió


El cineasta rompe su silencio en 'Vanity Fair' para confesar la pesadilla que vivió durante 32 años y contrapone su propio infierno frente al de su víctima, que estos días publica su biografía





Roman Polanski, en el festival de Venecia. / CORDON
Del crimen sexual cometido por Roman Polanski contra una menor se sigue hablando y escribiendo más de 30 años después. Este final de verano coinciden en el tiempo la versión en boca del propio Polanski de cómo ha vivido la persecución ejercida por la justicia norteamericana tras su huida de EE UU en 1978, la biografía de Samantha Geimer -la hoy mujer madura que contaba 13 años cuando Polanksi consumó su violación en una velada llena de drogas y alcohol- y un nuevo documental sobre la vida y la persona que es el director polaco-francés de mano de la directora Marina Zenovich –cuyo anterior reportaje fue el que llevó a la ley de EE UU a reabrir el caso-.
En una entrevista que se publica en el número de octubre de la revista Vanity Fair, el director de la Semilla del Diablo y ganador de un Oscar por El Pianista, asegura que se sintió más perseguido después de su detención en 2009 en Suiza a petición de las autoridades estadounidenses que cuando fue condenado por el crimen cometido contra Geimer. “Todo eso no sucedió entonces”, explica el cineasta, 80 años. “Esto fue más parecido a lo que ocurrió durante el asesinato de Sharon”, relata Polanski al colaborador de Vanity Fair, James Fox, en referencia a los rumores que se vertieron sobre que el director estaba involucrado en el asesinato en 1969 de su esposa, la actriz Sharon Tate (embarazada de ocho meses), y varios amigos de la pareja a manos de la secta formada por la familia Manson.
Polanski fue detenido en 2009 en Suiza cuando se dirigía al festival de Cine de Zurich. Ironías de la vida, el director llevaba viajando con total libertad por ese país 40 años, mantenía una cuenta abierta en un banco suizo, tenía un coche registrado a su nombre en esa nación y poseía una casa en la estación de esquí de Gstaad, donde finalmente pasó siete meses de arresto domiciliario tras pasar dos en una cárcel de Suiza. Finalmente, Polanski quedaba en libertad en julio de 2012 después de que la justicia suiza rechazara la demanda de extradición norteamericana por “defectos de forma”.
Preguntado por el periodista sobre si posee el alma de un fugitivo –Polanski huyó a Francia desde EEUU en 1978 tras cumplir con la condena de 42 días de cárcel que le impuso un juez de California y cuando sospechó que éste pretendía de encerrarlo de nuevo con una sentencia de 50 años de prisión-, el cineasta responde con cierto sarcasmo asegurando que escapó del gueto de Cracovia (Polonia) y de la Polonia comunista. “He huido de la persecución”, afirma. “A lo mejor tampoco me tenía que haber ido del gueto…”, responde.
“Me he movido con libertad durante 32 años”, resalta el director, que está involucrado en su nueva película, D, un largometraje sobre el caso Dreyfuss, el escándalo por un error judicial rodeado de antisemitismo que conmocionó a finales del siglo XIX y principios del XX a la sociedad francesa. “Absolutamente, no”, responde a la idea de que ha vivido como un prófugo. En 2009, según explica Vanity Fair, los abogados de Polanski anunciaron que filmaría una nueva cinta en Alemania (país con acuerdo de extradición con EE UU); en 2001 filmó en ese país El Pianista; mantuvo casa en España durante 20 años; ha sido juez en el festival de Cine de Venecia y vivido un año trabajando en Túnez...
La detención en 1977 de Polanski fue uno de los grandes escándalos de la época que sacudió EE UU y expuso una época permisiva de Hollywood con los menores, la fama y el sexo. El director fue acusado de emborrachar y drogar a la adolescente Samantha Geimer durante una sesión de fotos en la mansión –concretamente en la bañera- del actor Jack Nicholson en Los Ángeles –mientras Nicholson pasaba unos días practicando el esquí-. En una primera instancia, Polanski fue acusado de sodomía, violación con uso de drogas y asalto a un menor, entre otros cargos. El artista solo aceptó ser culpable de haber mantenido relaciones sexuales con una menor.
“Fue una violación”, asegura Geimer, 50 años, esposa y madre, en su biografía. “Fue una violación no solo porque yo era una menor sino porque no consentí a la relación sexual”. Geimer cuenta en su libro que siempre ha tenido dudas al usar la palabra violación porque en su cabeza ese acto implica un determinado grado de violencia que ella nunca sufrió a manos del cineasta.




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