Franz Kafka |
Kafka murió hace cien años sin saber que era Kafka
El escritor falleció en un estado de virginidad “kafkiana” irredimible. Y ahora está en todas partes
Manuel Vilas
2 de junio de 2024
El escritor más guapo del mundo, porque Franz Kafka fue el escritor más guapo de la historia, no conoció en vida ni por asomo la existencia del adjetivo “kafkiano”. Kafka murió hace cien años en un estado de virginidad “kafkiana” irredimible: murió sin saber que él era Franz Kafka. Y ahora está en todas partes. Cuando recibes una comunicación de la seguridad social donde tu nombre está mal escrito, allí está Franz. Cuando compras un móvil de mil euros y de repente funciona peor que uno de cien, allí está Franz. Cuando crees haber soñado con dios y te despiertas con un ataque de pánico, allí está Franz. Cuando corres detrás de un autobús que está a punto de partir, y justo cuando llegas el conductor te cierra las puertas en las narices y se ríe de ti, allí está Franz. Cuando quieres hacer el bien y acabas haciendo el mal, allí está Franz. Cuando te divorciaste y pensaste que te ibas a morir de dolor y al año siguiente estabas como nuevo o nueva, allí está Franz. Cuando no entiendes de qué habla la gente que sale en la televisión, allí está Franz. Cuando ves la confusión política actual, cuando oyes los gritos, las banderas, y la estridencia de toda demagogia posible, allí está Franz, porque Franz está en todas partes. En el metro, en las chabolas, en los hoteles de lujo, en la miseria y en la abominación, allí está él. Porque lo vio todo y todo lo escribió.
No olvides que es imposible conocer su obra leyendo tan solo La metamorfosis. Kafka es Kafka porque escribió estas tres novelas póstumas: El castillo, El proceso y América. Kafka medía un metro y ochenta y dos centímetros y pesaba 61 kilos. Era un hilo de carne. Todos los días de la vida de Franz Kafka fueron una prospección de todos los días que íbamos a vivir los hombres y mujeres de este 3 de junio de 2024. Kafka amó a los seres humanos como no los ha amado nadie. Gran humorista hospitalario, como Cervantes, nos estimó en más de lo que valemos. Cuando me vaya a morir, oiré a Franz Kafka diciéndome esto: “Considéreme un sueño”. Todos sus libros son autobiográficos y Kafka tenía menos imaginación que una piedra. Su grandeza está en el realismo. ¿Cómo pudo venir al mundo una literatura como la de Kafka? Todas las literaturas son previsibles, pero no esta. Esta es de una singularidad irreductible. Medía un centímetro menos que Elvis Presley, pues este alcanzó el metro ochenta y tres. Los dos vinieron a liberarnos de toda sumisión social, política y cultural.
Kafka vive en todos los rincones. Todas las contraseñas de tu ordenador, de tus cuentas corrientes bancarias, de todas las aplicaciones que llevas en tu móvil fueron inventadas por Franz Kafka. Vio todas las alienaciones del mundo. Vio a Hitler y a Stalin antes de que fueran Hitler y Stalin. Sin embargo, no se vio a sí mismo siendo Franz Kafka, sino que eligió kafkianamente ser un hombre más, anónimo, vulgar, tan enfermo como enamorado nadie sabe de quién o de qué, que moría de tuberculosis un 3 de junio de 1924. Y aquí nos dejó, solos ante el peligro. Solos ante las inhumanas administraciones de los estados modernos, ante las religiones, ante las supersticiones, ante la culpa, ante el malentendido convertido en la única razón de la existencia, ante lo sobrenatural, y ante el misterio. Un consejo: no te dejes liar por Kafka, agárrate a Hemingway.
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