Juana Acosta con un vestido de terciopelo con lentejuelas Giorgio Armani. ESTÉVEZ & BELLOSO |
JUANA ACOSTA: "HAY MUCHO TABÚ ALREDEDOR DEL SEXO"
Juana Acosta posa en exclusiva para ICON con chaqueta de esmoquin Dsquared2 y culotte de satén Eres. ESTÉVEZ & BELLOSO |
Está feo decirlo, pero Juana Acosta se encuentra en su mejor momento. Y esta vez no se trata de un tópico. Ni siquiera de autobombo, ya que, prácticamente, la ascensión imparable de esta actriz colombiana, que cumplirá 40 años el próximo 28 de noviembre, empezó después de posar por primera vez para ICON, en nuestro número 11. Ella, que sabe más de sus cosas, sitúa el despegue un poco antes, con su participación en Crematorio, donde por primera vez hacía “de española”. “Me dieron el premio de la Unión de Actores y para mí eso significó que en España mis compañeros me decían: ‘Ya eres una más”. Seguro que tiene razón.
El caso es que no para. El viernes 30 de septiembre estrenó Vientos de La Habana, de Félix Viscarret, y el 28 de octubre Netflix lanzará Siete años, de Roger Gual. “Al principio no me pareció tan bueno que se estrenaran dos películas tan seguidas. Pensé que podía ser un poco sobredosis, pero son dos personajes muy diferentes. Eso me relaja”, explica. Juana tiene además otro motivo de celebración, justo un día antes de esta entrevista se anunció que Anna, otra película que ha protagonizado, ha sido seleccionada por Colombia como candidata en la categoría de mejor película latinoamericana en los próximos premios Goya. “Es una película hermosa, por lo menos así tendrá la posibilidad de ser vista aqu”, señala. "Me parece una vergüenza que el Gobierno no baje el IVA cultural. Es una venganza y ya basta de venganzas"
Pero vamos por orden: en Vientos de La Habana da vida a Karina, una pelirroja misteriosa y no exenta de peligros que vuelven loco a Jorge Perugorría. “El personaje tiene un poco de femme fatale. Es una mujer un poco escurridiza, misteriosa, de esas que no se dejan leer del todo, que guardan cosas”, explica como si estuviera hablando de una amiga a la que de verdad admira.
En Siete años, primera producción española para Netflix, es una ejecutiva sin demasiados escrúpulos enfrentada con sus tres socios (Alex Brendemühl, Paco León y Juan Pablo Raba) por ver cuál de ellos se come el marrón de ir a la cárcel por una evasión de capitales de la que todos son igual de responsables. “He intentado que, a pesar de estar rodeada de hombres, mi personaje fuera uno más, que mirase de frente a los demás”. Lo consigue. Entre otras cosas, porque parece estar especializándose en papeles de mujeres con mucho carácter. “Sí que últimamente me están dando varios papeles de este tipo. Será que algo intuyen los directores en mí”, bromea.
La actriz colombiana viste zapatos y vestido de seda con tul y encaje,
todo, Gucci. Medias Wolford.ESTÉVEZ & BELLOSO
Fuerte, de carácter y, como ella dice, “muy focalizada”, lo que le ha ayudado a llegar donde está ahora. “Soy muy perseverante y muy determinada. Cuando algo quiero voy, lo persigo y me lo peleo. Tengo la sensación de habérmelo currado mucho”, asegura dejando escapar la emoción. Lo ha tenido siempre tan claro que, cuando vino a España a estudiar interpretación con Juan Carlos Corazza, rechazó papeles sorprendentes, como uno fijo en Al salir de clase. Dice que fue porque no quería abandonar su preparación, pero había otro motivo. En aquella época, Juana ya había participado en diversas series y culebrones en su país y allí se había convertido en una celebridad.
No quería repetir la experiencia. “Me asustó mucho la fama. Era muy joven y de repente pasé de ser una estudiante de Bellas Artes anónima a ser conocida por una serie de televisión en prime time. Todo el país me conocía. Y en Colombia el fenómeno de la televisión es mucho más heavy que aquí. Cuando llegó la oportunidad de Al salir de clase, me dije que no quería volver a pasar por lo mismo, no quería alcanzar la fama así de rápido, sino construir una carrera, quería de verdad convertirme en actriz”.
Otro motivo de zozobra en los inicios de su conquista española fue la carga sexual de algunas de aquellas primeras propuestas. “Nunca he sido una actriz especialmente pudorosa, pero sí que al principio tuve el problema de no estar a gusto o de sentirme un poco incómoda en alguna situación. Yo creo que la misma experiencia te va enseñando. Vas aprendiendo a poner ciertos límites a los directores”.
Sin embargo, en su papel de Karina en Vientos de La Habana parece que no ha habido ninguna línea roja. “Hay escenas sexuales fuertes entre los dos personajes y cuando vi la película me relajé mucho porque está hecho muy bonito. No hay nada gratuito, corresponde con la historia de los dos. Tampoco es que me vaya desnudando en cualquier película, ni muchísimo menos, pero cuando realmente está justificado me entrego a la historia y a mi personaje, y me entrego a lo que haya que contar en cada momento. El sexo es algo más en la vida como comer o como dormir, pero hay mucho tabú alrededor”.
Hablando de tabúes, hoy es obligado tratar con ella el tema del acuerdo firmado en Colombia por las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos, que debe ser refrendado en un plebiscito popular [la entrevista se hizo antes de conocerse el resultado, que fue negativo al acuerdo de paz]. “Es un momento histórico. Estoy absolutamente a favor del proceso de paz, pero la población está muy polarizada, está dividida, y hoy por hoy no sé qué va a pasar”. Juana vive este acontecimiento con el pulso de quien lo ha sufrido en su propia familia.
Perdió a su padre por la violencia del país y su hermano estuvo secuestrado. “Nunca he querido contar mi historia personal en Colombia, pero es algo que salió a flote en una entrevista en El hormiguero y, aunque no voy a usarlo como bandera, creo que en este momento sí es importante poner mi granito de arena”.
En asuntos de política española, sin embargo, prefiere no meterse demasiado. “De vez en cuando he dado algún punto de vista cuando he pensado que vale la pena, pero no sé, es complicado. Cada persona tiene su elección y es verdad que somos figuras públicas y que se nos escucha y tengo obviamente mis posturas, pero prefiero guardármelas para mí”, asegura. Reflexiona un segundo y se arranca como la mujer temperamental que es. “De lo que sí puedo hablar es de que me parece una vergüenza que el Gobierno no baje el IVA cultural. Es una venganza y ya basta de venganzas. Que paren con la guerra, por favor, de una vez por todas. Que están castigando al país, a las futuras generaciones, es muy grave”. Por favor, no hagan enfadar a esta mujer. Y menos ahora, que vive su mejor momento.
EL PAÍS
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