sábado, 2 de agosto de 2025

Jane Bowles / La fascinante escritora que nació en “el lado equivocado”



Paul y Jane Bowles en Tánger fotografiados por Cecil Beaton CECIL BEATON

Jane Bowles, la fascinante escritora que nació en “el lado equivocado”, cautivó a Carmen Laforet y acabó sus días en una clínica de Málaga (donde está enterrada)


Se cumplen 25 años de la muerte de su marido Paul Bowles, escritor, compositor y una de las últimas figuras del Tánger internacional y cosmopolita.

BIOGRAFÍA DE JANE BOWLES

BIOGRAFÍA DE PAUL BOWLES

Eduardo Bravo
19 de noviembre de 2024

El 18 de noviembre de 1999 fue una jornada extraña para Tánger. Los habitantes de la antigua ciudad internacional se debatían entre celebrar el día la independencia del país o llorar a su vecino más famoso. Esa mañana, los responsables del Hospital Italiano habían confirmado el fallecimiento de Paul Bowles, aquejado desde hacía algunas semanas de graves problemas cardiorrespiratorios. Aunque el escritor había expresado su deseo de ser enterrado entre los perros y gatos del cementerio de animales de Tánger, su cadáver fue finalmente enviado al tanatorio Duque de Tobar, desde donde fue trasladado a España para ser incinerado, habida cuenta de que dicha práctica funeraria no está permitida en el país musulmán.

En el cementerio de Málaga le esperaba la tumba de su esposa Jane, fallecida en la ciudad andaluza en 1973 después de pasar años ingresada en una institución psiquiátrica y que, justamente unos meses antes, había sido remozada gracias al empeño del Ayuntamiento de Málaga y de la Asociación de Amigos del Cementerio de San Miguel, que habían colocado una flamante lápida de granito negro pulido. Sin embargo, tampoco fue ese su destino final. Por decisión de sus herederos, las cenizas del escritor fueron trasladadas a Estados Unidos, país al que Bowles había jurado no regresar jamás. Allí fueron enterradas en el cementerio de Lakemont, en la localidad de Yates County, Nueva York, junto a los restos de su madre y de su padre, una de las personas hacia las que el autor de El cielo protector más rechazo sintió a lo largo de su vida.

Un niño infelizPaul Bowles había nacido en Jamaica, en el neoyorquino barrio de Queens, en el seno de una familia con comodidades suficientes como para satisfacer y potenciar sin problema el ansia de cultura y el talento del joven Paul. No obstante, el complicado carácter de su padre, un hombre refractario a cualquier actividad que resultase lúdica, divertida y sin mayor objetivo que el mero disfrute, lo impidió.A pesar de la inclinación de su hijo por la lectura —habilidad que inició con apenas 3 años—, su talento para la escritura —que desarrollaba ya con con cuatro—, o la música —disciplina de la que llegaría a ser profesional componiendo partituras para películas y espectáculos de Broadway—, el padre de Bowles se opuso a que su hijo desarrollase su carrera profesional en cualquiera de esos campos por, entre otras cosas, considerar que el talento artístico estaba estrechamente vinculado a la homosexualidad

Aunque en un primer momento no le quedó más remedio que plegarse a los deseos paternos, harto de ese ambiente asfixiante, Bowles abandonó la universidad y decidió viajar a París en 1929 a espaldas de su familia. En la capital francesa, entró en contacto con un grupo de intelectuales estadounidenses que residían en la ciudad. Entre ellos se encontraba Gertrude Stein, que fue quien le sugirió que viajase a Tánger, ciudad que Bowles visitaría por primera vez en 1931 en compañía de Aaron Copland, compositor con el que mantenía la relación sentimental más importante de su vida, sin contar la que protagonizó al lado de su esposa Jane Bowles, de soltera Auer.

El extremo equivocado

Jane Auer había nacido el 22 de febrero de 1917 en una familia judía de Nueva York, particularidad que marcaría su personalidad, hasta el punto de llegar a afirmar que su vida había estado siempre en el lado más extremo del lado equivocado por ser, precisamente, judía, pero, además, lesbiana, lisiada y comunista.Educada en un internado suizo al que fue enviada por su familia para que se recuperase de una lesión de rodilla congénita que la acompañaría toda su vida, Jane mostró desde muy joven un gran interés por la literatura y las artes. Esta afición la llevaría a frecuentar los círculos culturales de Nueva York en los que coincidiría con Paul Bowles. Aunque en un primer momento ninguno de los dos mostró demasiado interés por el otro, la pareja acabó casándose en 1938, iniciando así una vida en común que les llevaría por diferentes partes del mundo como Guatemala, México, París y, finalmente Tánger, ciudad a la que Paul regresaría temporalmente en 1947 para escribir una novela y de la que ya nunca más se movería.

Jane Bowles en Tnger con una cabra.
Jane Bowles en Tánger con una cabra.CECIL BEATON

En una época en la que la homosexualidad era delito en muchos países, no era extraño que parejas que sentían deseo por personas de su mismo sexo, aceptasen contraer matrimonio entre sí para acallar los rumores y dar a su vida una pátina de respetabilidad. No era el caso de Paul y Jane Bowles. Su matrimonio no era una ficción o un arreglo, sino una manera diferente de vivir la pareja. Amantes que se profesaban una profunda devoción y una innegable atracción sexual, nunca se ocultaron que deseaban a otras personas, por lo que decidieron que esas relaciones extramatrimoniales también tendrían encaje en su idea de pareja.

Tanto es así, que algunas de esas relaciones sirvieron incluso de inspiración para sus obras literarias. Por ejemplo, Dos damas muy serias, en la que Jane narra las peripecias de la señorita Goering y la señora Copperfield, dos estadounidenses de la Costa Este, que reflexionan sobre el pecado y el deseo, al tiempo que disfrutan de una vida al margen de las convenciones sociales, en la que caben infidelidades y relaciones lésbicas con prostitutas panameñas.

Una leyenda moderna

Publicada en 1943, agotada en muy poco tiempo y reeditada posteriormente con prólogo de Truman Capote, la novela había ido surgiendo en la mente de Jane Bowles durante sus viajes por Centroamérica y recogía muchas de las experiencias vividas por la propia autora. Por ejemplo, su relación con Helvetia Perkins, una mujer divorciada veinte años mayor que Bowles con la que la escritora mantuvo una relación a finales de los años 30. Una combinación que dio como fruto una obra inusual para su época que generó entre los lectores tanta atracción como extrañeza.Carmen Laforet, que había conocido a Jane Bowles en su casa de Tánger gracias a la mediación de Emilio Sanz de Soto y Ángel Vázquez —gran amigo de la escritora y autor de La vida perra de Juanita Narboni—, escribió con motivo de la aparición en castellano de Dos damas muy serias —traducida como Dos señoras de aúpa—, que el mérito literario de Bowles (Jane) "había sido encontrar una forma de decir esa poética del disparate que se encuentra ya en Mark Twain. Ese reír por no llorar que los grandes cómicos del cine de Hollywood expresaron de manera singularísima […]. Su persona —tan magistralmente descrita por Truman Capote en el prólogo a 'Two Serious Ladies'— se convirtió durante estos años de viajes con su marido por las cinco partes del mundo, en 'esa leyenda moderna' que buscaron los escritores jóvenes norteamericanos en una obra agotada en las librerías, difícil de encontrar y tan viva que seguía siendo descubrimiento para quienes la tropezaban".

Para cuando Laforet escribió estas líneas en 1967, Jane Bowles era justamente eso, una leyenda moderna. Desde su llegada a Marruecos, la escritora estadounidense, que llegaría a afirmar que “Tánger era bueno para Paul pero no para mí”, había dejado de escribir. Imposibilitada para la creación literaria, su vida en la ciudad internacional discurría entre su amor desmedido por Cherifa —criada marroquí que según Paul estaba embrujando a Jane con sus artes mágicas—, encuentros con amigos como Truman Capote, Tennessee WilliamsGore VidalDjuna BarnesAlice B. Toklas o Cecil Beaton y un consumo de alcohol desmedido, que acabó afectando gravemente a su salud.

Adiós a la perla del norte

En 1957 Jane sufrió un primer derrame cerebral, al que se sumarían otros que acabarían mermando su visión y afectarían a su capacidad simbólica. A pesar de que esto le dificultaba la tarea de escribir e hilvanar narraciones, la escritora inició dos novelas, Going to Massachusetts y Out in the world, que no llegó a terminar. Tras someterse a diferentes tratamientos en Estados Unidos e Inglaterra, algunos de los cuales implicaron el uso de electrochoques, Jane fue internada en una clínica malagueña en la que fallecería en 1973.

Para entonces, Tánger hacía mucho que no se parecía en nada a la ciudad que había conocido. Hasta Ángel Vázquez, uno de los más recalcitrantes tangerinos, había abandonado la ciudad en 1965 para afincarse en la península. El que sí que permaneció en la ciudad marroquí fue Paul Bowles que, hasta su muerte, aguantó paciente el haberse convertido en una especie de atracción turística de ese Tánger mítico, especialmente tras el éxito de la adaptación al cine de El cielo protector. Rodada por Bernardo Bertolucci en 1990, algunos de sus pasajes están basados en la vida de Jane y Paul, cuyo hermetismo no ayudó a explicar cuál había sido realmente su papel en los últimos años de vida de su esposa, dando lugar a todo tipo de rumores y maledicencias.

Durante mucho tiempo, han sido varias las voces que han afirmado que el escritor se había desentendido de la suerte de Jane. No obstante, Alfredo Taján, director del Instituto Municipal del Libro de Málaga, desmiente esas versiones, algunas de las cuales han sido recogidas en las biografías canónicas de la pareja. Cuenta Taján que, además de las visitas que el escritor realizó desde Tánger a España para visitarla, la escritora nunca estuvo en un asilo de pobres, sino en la clínica privada de reposo Los Ángeles del psiquiatra Pedro Ortiz Ramos. Si bien no niega que su vida no era precisamente idílica, también defiende que “Paul, y algunos amigos de Paul y Jane, parte de aquel universo que había brillado en Tánger años atrás, no abandonaron a Jane. Durante años se le ha echado en cara, directa o indirectamente, al autor de El cielo protector, que dejara a Jane a su suerte en Málaga y por lo que se ve no fue así”.

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