jueves, 5 de noviembre de 2015

David Trueba / La Rampling

Charlotte Rampling


BERLINALE 2019

David Trueba

La Rampling 

Hay un tópico que asegura que las actrices mayores de 40 años se quedan sin papeles. Y es cierto, pero sería injusto no añadirle un detalle innegable. Es a partir de esa edad cuando reciben sus mejores papeles. Lo cual no es poco. Sin servir de referencia, el Oscar a la Mejor Actriz ha premiado en la última década a profesionales como Julian Moore (53), Cate Blanchett (44), Meryl Streep (62), Sandra Bullock (46) o Helen Mirren (61), entre paréntesis la edad que tenían al recibirlo. Lo cual viene a confirmar que además de la irrupción del esplendor juvenil, los jurados también afinan para compensar la madurez bien llevada a la pantalla. Está sucediendo este año con Charlotte Rampling, que ha recibido los premios de Berlín y Valladolid por su papel en una delicada e inteligente película, 45 años, donde interpreta a una mujer que se enfrenta con sutileza a los celos retrospectivos, la incomunicación y el vaciado de la pareja.


Si uno repasa la carrera de Charlotte Rampling, encontrará varias evidencias. La primera es que no recibió ningún galardón de importancia durante varias décadas, reafirmando ese otro tópico, menos reconocido, por el que se suele castigar la belleza con un terco juicio de negación del talento. Ha sido el poso de los años, y el talento para dejar que se posen sobre una, lo que le ha acabado por acercar los mejores papeles de su carrera. Después de la peripecia de actriz europea, saltando entre coproducciones más o menos solventes, con su aire de extranjera en todas partes, y con la caduca morbosidad de El portero de noche siempre a la espalda, parece haber llegado la hora de los reconocimientos.

Dirigida por Andrew Haigh y basada en un cuento de David Constantine, poeta y autor de relatos nada introducido en España, 45 años recorre emociones similares desde la orilla opuesta a Los muertos de James Joyce, que llevaron al cine los Huston. En este caso el amor del pasado no es evocado, sino que se alza como una sombra que enturbia el aniversario de una pareja modélica. Charlotte Rampling es la protagonista absoluta al lado de un Tom Courtenay, cuyos papeles más relevantes se remontan a los años sesenta del siglo pasado. Es un oficio, pues, el de actor, para personas con paciencia y sentido de la espera. Como dijo Antonio Gamero, en ese trabajo solo hay dos posibilidades: morirte de hambre o morirte de sueño, entendido como el olvido y la fama sin términos medios. Pero como logra Rampling con su premiado personaje, todo vale la pena si un día logras resumir la vida en un solo gesto.

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