Margaret Atwood |
MARGARET ATWOOD
'La infancia es a veces un sueño, pero también puede ser una pesadilla'
Xavier Moret
13 de diciembre de 2001
La novelista y poeta, que obtuvo el Premio Booker el año pasado con El asesino ciego, es una de las máximas representantes de la literatura canadiense. La novela se asoma al siglo XX a través de la historia de una familia. Una distopía que critica la sociedad actual y que fue escrita en parte en Madrid. Margaret Atwood 'La infancia es a veces un sueño, pero también puede ser una pesadilla'
Con El asesino ciego, novela galardonada con el Premio Booker del año 2000, la escritora canadiense Margaret Atwood (Ottawa, Canadá, 1939) ha dado un paso adelante en su ya de por sí exitosa carrera. Atwood, autora de novelas como Ojo de gato, El cuento de la criada y Alias Grace, ha construido en esta ocasión una novela de compleja estructura en la que se mezclan los recuerdos de Iris Chase -una anciana que cuenta la historia de su familia a lo largo del siglo XX, deteniéndose de modo especial en la relación con su difunta hermana Laura- con episodios escritos en registros tan distintos como la novela realista, la novela romántica o la ciencia-ficción. El asesino ciego es una de estas novelas que, en cuanto la terminas, te dan ganas de volverla a empezar, porque de algún modo te invade la sensación de que has estado inmerso en una maquinaria perfecta en la que todo acaba encajando para mayor gloria de la literatura.
'Me gusta detenerme en los detalles. Para conseguir una buena ambientación en una novela es imprescindible pararse en ellos'
RESPUESTA. Es como un conjunto de cajas chinas. Abres una caja y te encuentras otra, y así sucesivamente, hasta que llegas al corazón de la novela, que es la historia entre las hermanas Iris y Laura Chase. Todas las historias se complementan, incluso los recortes de prensa y la novela con toques de ciencia-ficción que se incluye en el libro. Es como un collageen el que cada tipo de representación es un desafío para las otras, pero del que al final se acaba obteniendo una imagen total. Hay distintos niveles que se van superponiendo hasta descubrir la verdad. En la novela se reconstruye la historia de una familia a lo largo del siglo, pero hay también una utopía negativa, una distopía, que fue una forma utilizada en el pasado por algunos escritores para criticar la sociedad actual. Tenemos los ejemplos de la Utopía de Tomás Moro; de Los viajes de Gulliver, de Swift; de 1984,de Orwell, o de Un mundo feliz, de Aldous Huxley. En El asesino ciego se incluye una distopía, pero está también la historia de los años treinta, con el paisaje de la Depresión y el auge de movimientos sociales como el fascismo, el comunismo, etcétera. Con la novela dentro de la novela de El asesino ciego se busca criticar esta sociedad por medio de una historia de un planeta inventado en el que hay también ricos, pobres y todo un sistema de clases sociales. Todo se complementa y todo ayuda a entender la historia de las hermanas Iris y Laura.
P. En el centro de la familia Chase, y de la novela, está la mansión familiar de Avilion, una imponente casa que parece sacada de una novela gótica.
R. Estas mansiones existen en todo el mundo. El tiempo pasa y la gente cambia, pero las grandes mansiones siguen allí, evocando el paso del tiempo. En Ontario hay una serie de pueblos en los que hay mansiones así. Ahora las han reconvertido en hoteles o en residencias para ancianos, pero nacieron como el sueño de algún empresario al que quizá la fortuna acabó por darle la espalda. Todas esas mansiones encierran una novela.
P. En la novela, a través de los recuerdos de Iris, abarca un largo periodo, casi un siglo.
R. He procurado que en la familia Chase se reflejen los hechos de una parte del siglo XX. La primera mitad, sobre todo, fue muy interesante, más que la segunda, en mi opinión. Hubo movimientos sociales, guerras, muchos cambios. La narradora de El asesino ciego, Iris Chase, es más o menos de la edad de mi madre y a lo largo de su vida ha visto los inicios de la radio, de los coches, del teléfono, de la bomba atómica.
P. He leído que su padre era entomólogo. ¿Viene de aquí su pasión por los detalles?
R. Es probable. Me gusta describir al detalle los árboles, las flores, la gente... Me gusta detenerme en los detalles. En inglés decimos: 'Dios está en los detalles'. Y es verdad. Yo creo que para conseguir una buena ambientación en una novela es imprescindible pararse en los detalles. En una escena puede haber una energía, pero para subrayarla hay que insistir en los detalles.
P. En esta novela, como ya hizo en Ojo de gato, muestra la complejidad de la relación entre dos hermanas, ya desde la infancia.
R. Las relaciones entre hermanos son siempre complejas, desde Caín y Abel. La infancia es a veces un sueño, pero también puede ser una pesadilla. De niño eres pequeño, vives en un país de gigantes y no tienes ningún poder. El mundo puede ser muy duro para los niños. Quizá ésta es la razón de que, en los cuentos, los héroes son seres pequeños que vencen a los monstruos, a los gigantes.
P. En El asesino ciego se insiste en que la verdad es esquiva.
R. Es casi imposible encontrarla. Siempre hay un mundo secreto, siempre hay algo detrás de las puertas cerradas. Esto es lo que me interesaba en mi novela, ir desvelando este algo que se oculta a lo largo del tiempo, acercarme a una verdad oculta tras las apariencias.
P. ¿Le costó encontrar el tono en las distintas partes de El asesino ciego?
R. Yo ya soy mayor y a lo largo de mi vida he podido leer muchas cosas raras (se ríe). De joven trabajé en una oficina de investigación de mercado y leía informes extraños. Con el tiempo aprendes a depurar el lenguaje. Cada nivel de El asesino ciego tiene un lenguaje distinto e incluso cada uno de los periódicos que cito en el libro está redactado de un modo distinto. La lengua tiene un amplio espectro de posibilidades.
P. Cita a Ryszard Kapuscinski al principio de la novela. ¿Le interesa este autor?
R. Es un gran escritor, sin duda. Quise poner una cita de su libro El Sha, porque habla de niños ciegos que explican historias. Me encanta cómo escribe Kapuscinski. Cuando estalla una guerra, todo el mundo quiere huir de ella, pero él viaja hacia allí y cuenta esa guerra mejor que nadie.
P. En El asesino ciego, la guerra civil española tiene una presencia destacada. ¿Por qué?
R. La guerra de España fue un símbolo para toda una generación. En Canadá hubo izquierdistas que lucharon en las Brigadas Internacionales y hay incluso un monumento en Ottawa dedicado a esa gente. Me interesó mucho lo que leí sobre esta guerra, sobre los complots y los anticomplots, sobre los ideales y las traiciones. De hecho, escribí parte de esta novela en Madrid, donde estuve unos meses en 1999. Un día fui a ver una exposición de fotos de Robert Capa sobre la guerra civil y me inspiró para el libro.
P. Hay momentos en los que la estructura del libro parece más propia de la música que de la literatura.
R. Ésta era una de mis ideas al escribir la novela. Sabía que sería difícil, pero me estimulaba a seguir adelante. La música, como la escritura, es un buen medidor del tiempo. Hay estructuras musicales muy interesantes, como las Variaciones Goldberg. Me gusta lo que hace la música de jugar con ecos, con repeticiones, me interesa lo de volver a un mismo tema con variaciones. En la estructura de El asesino ciego he tenido en cuenta esto y también he procurado jugar con los números. He escrito 93 pequeños capítulos en los que, al principio de la novela, los capítulos se suceden en el orden siguiente: narración de Iris, noticia de prensa y novela dentro de la novela. Al final, sin embargo, es al revés. Es algo así como una estructura musical, arquitectónica. Como un círculo que se cierra.
P. En cierto sentido, ¿puede leerse El asesino ciego como una muestra de la fuerza de la escritura para desentrañar la verdad?
R. La escritura es un misterio. Se crea una voz con una pluma o con un ordenador, y esta voz no es la realidad, pero es una ilusión con mucha fuerza. Cuando lees a Shakespeare, o Don Quijote, tienes la impresión de que el autor te está hablando directamente a ti. Es sorprendente la fuerza de la escritura.
P. Usted escribe poesía y novela. ¿Cree que se complementan de algún modo?
R. Escribir una novela supone para mí trabajar mucho durante varios años. Un poema, en cambio, produce una satisfacción inmediata. La novela es más racional, se compromete más con la sociedad. Un poema puede hacerlo a veces, pero no siempre es necesario. A mí me gusta alternar los dos. Cuando termino una novela necesito unas vacaciones, y las encuentro en la poesía. Y al revés. De vez en cuando es necesario encontrar vías de escape y alternando las dos es como lo consigo.
P. ¿Qué reacción tuvo al saber que había ganado el Premio Booker?
R. Me encantó recibirlo. Era la cuarta vez que una novela mía llegaba a la final y quizá debieron pensar: 'Es mejor que se lo demos ahora, antes de que se muera' (se ríe). De todos modos, no hay que tomarse los premios muy en serio. Existe la escritura y existen los premios y no siempre se corresponden.
P. ¿Es cierto que sus influencias vienen más de la novela francesa que de la inglesa?
R. Es posible. Tengo ya muchos años y he leído a muchos novelistas ingleses, pero me gustan los franceses del XIX: Flaubert, Zola, Maupassant... También los grandes rusos y algunos españoles, sobre todo Don Quijote y algunos latinoamericanos, como García Márquez y Vargas Llosa. Carlos Fuentes también me parece muy interesante. De entre los portugueses, me quedo con Saramago, aunque últimamente he descubierto a Pessoa y me encanta. Qué vida tan sorprendente la suya. Qué historia la de los heterónimos. En algunos momentos pienso que Iris Chase, el personaje de El asesino ciego, tiene algo de Pessoa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de diciembre de 2001
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